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lunes, 26 de agosto de 2019

AMLO un enfermo mental de presidente de México conclusión

Amlo: diagnóstico psiquiátrico

Columnista
Ante recientes acontecimientos en el ámbito político, un grupo de colegas, profesionales de la salud mental, nos hemos visto motivados a la reflexión y estudio de las conductas de algunos personajes públicos. Lo que más nos llama la atención es la actitud y las reacciones del candidato de las izquierdas, así como de sus seguidores, incluyendo a su esposa.

Desde hace tiempo se ha calificado a AMLO como un megalómano, o como un demagogo, mesiánico, etc. Pero esto a nivel de chisme o de chiste. No se ha configurado un diagnóstico, una descripción que lo encuadre dentro de una categoría patológica.
Sin embargo lo que hemos visto últimamente, sus reacciones ante las críticas de Javier Sicilia y luego al descubrirse las solicitudes monetarias por 6 millones de dólares por su operador principal, un extranjero indeseable, a cambio de algunos acuerdos misteriosos, nos ayudan a clarificar el cuadro clínico.
Las características de personalidad mencionadas anteriormente quedan en un plano secundario ante lo central, que expone el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, con validez mundial. Según el consenso a que llegamos, podemos avanzar el diagnóstico de Trastorno Narcisista de la Personalidad. Veamos si ustedes están de acuerdo.
Aclaremos que los trastornos de la personalidad son categorías relativamente recientes, infravaloradas y escasamente aplicadas. Esto puede explicar que la personalidad de AMLO haya sido poco y mal estudiada, tachándolo de loco, lo cual es un craso error clínico.
Específicamente, estos trastornos pueden situarse en un plano intermedio entre los trastornos antes llamados neuróticos y los psicóticos. En cuanto al tema que nos ocupa, el trastorno narcisista es poco frecuente porque la autoestima es más bien baja en la mayoría de la población mexicana. Los criterios diagnósticos son los siguientes:
“La característica esencial es un patrón general de grandiosidad y necesidad de admiración. Los sujetos con este trastorno tienen un sentido grandioso de autoimportancia. Pueden asumir el que otros otorguen un valor exagerado a sus actos y sorprenderse cuando no reciben las alabanzas que esperan y que creen merecer. A menudo están preocupados por fantasías de éxito ilimitado, poder y brillantez. Creen que son superiores, especiales o únicos y esperan que los demás los reconozcan como tales. Su propia autoestima está aumentada (por reflejo) por el valor idealizado que asignan a aquellos con quienes se relacionan (futuro gabinete).
“Los sujetos con este trastorno demandan una admiración excesiva y les preocupa mucho cómo son vistos por los demás. Quieren recibir constantemente halagos, manipulando y desplegando un gran encanto. Esperan que su llegada sea recibida con un toque de fanfarrias. Con frecuencia usurpan posiciones que creen merecer por ser tan especiales y únicos.
“Las críticas obsesionan a estos sujetos y los hacen sentir degradados y vacíos. Pueden contraatacar con desdén o rabia. Por otra parte, los periodos persistentes de grandiosidad pueden ir asociados a un estado de ánimo maníaco o hipomaníaco”.
En el caso especial de AMLO, el trastorno central que identificamos tiene añadidos: algo de paranoia (la obsesión por los “complós”) mesianismo y mitomanía. Uso de palabras poco usuales sin saber qué significan (como la de “ecuménicamente” en el programa Tercer Grado) para deslumbrar.
Lo más preocupante es que este trastorno, con los otros componentes, es muy contagioso, aunque no en su cariz activo, sino en quienes se identifican con él en forma pasiva. Puede atraer a grandes cantidades de individuos quienes renuncian a su pensamiento crítico y hasta la autocrítica, masas que se sienten en posesión de la verdad y omnipotentes, llegando a la violencia verbal, física y en algunos casos hasta la autodestrucción.
Aunque estos extremos se ven más entre los fanáticos religiosos, como en Guyana y Waco, Texas, cuando se llega el fanatismo político (y los jóvenes son especialmente proclives) puede ser peor. Recordemos a las juventudes nazis.

Dr. Hermilo Fernández.
Médico psiquiatra.AMLO 

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