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lunes, 2 de septiembre de 2019

Publicada: jueves, 29 de agosto de 2019 11:54
El espacio aéreo de El Líbano es surcado por los aviones de Israel desde que el régimen adquirió aviones de combate.
‘’…esta acción agresiva es una violación a las reglas del choque que fueron fundadas después de la batalla y la guerra de julio…’’ con esta frase definió el Secretario General de la resistencia Hezboláh (reconocida por la Constitución libanesa) al referirse al ataque del régimen sionista con drones contra una oficina de medios en el suburbio sur de Beirut.
El Líbano es un ‘’cielo abierto’’ desde 1981 para este tipo de drones que fueron usados por primera vez en su forma experimental antes de la invasión israelí al país de los cedros en 1982 conocida como la ‘’Primera Guerra’’ contra el Líbano. El espacio aéreo libaneses es surcados por los aviones sionistas desde que el régimen adquirió aviones de combate. Esto no es nuevo.
Lo nuevo, que después de finalizar la guerra de julio de 2006, aparece la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad con la cual se acordó el cese de hostilidades. Desde el 14 de julio de 2006, el régimen sionista evitó cualquier ataque directo en el territorio libanés, más no la violación diaria a la soberanía aérea por parte de todo tipo de drones y aviones de combate sionistas. El tema fue tratado con paciencia y aguante por parte de la resistencia como por el Estado también, teniendo en cuenta, que el ejercito libanés carece de armas de defensa aérea, armamento prohibida su compra y adquisición por presiones de Estados Unidos y el estado sionista. Así que este ataque de los drones fue considerado por el Estado Libanés como una agresión que viola los acuerdos de la 1701 y atenta de manera flagrante contra la seguridad nacional.
Es allí donde radica el garrafal, como también, el intencional error cometido por el ‘’señor’’ Netanyahu y su gabinete en sus afanes electorales como en sus desesperos por las nuevas reglas que surgieron -por fin- después de tantos años de derrotas en el mundo árabe desde 1948.
Desde el 2001, precisamente después de los atentados del 11 de septiembre, marchaban los planes sionistas con ‘’vientos en popa’’. La zona ardió en llamas y se estableció un mundo unipolar. Las tropas de Estados Unidos tenían el control total de zonas neurálgicas: Afganistán e Irak, separando a China y Rusia del resto de la zona conocida Oriente Medio, también, aislando a Irán de Siria y del Líbano. Esta era para el régimen sionista fue la mejor época de su historia, donde en el año 2000 se había retirado completamente del sur libanés, y se dedicaba a ‘’asesorar’’ a las guerras realizadas por las coaliciones mundiales, algo que se reflejaba en su seguridad y permanencia, sin olvidar de su ‘’archienemigo’’: la Resistencia libanesa de Hezboláh.
Otra de las batallas que la dirigencia sionista consideraba ganada, fue en el año 2005 después del magnicidio del Primer Ministro Rafik Hariri: el personaje ‘’sunita’’ destacado y respetado en el mundo. El atentado fue dirigido no solo para matarlo físicamente y descansar de su influencia en Europa y los Estados Unidos, sino también, para encender el Líbano contra la Resistencia ‘’chiita’’ al acusarla de ser ‘’la ejecutora del crimen con la planeación y la autoría intelectual del gobierno sirio’’, y así prender la mecha de un polvorín entre sunitas y chiitas en toda la zona, donde en Irak se habían iniciado las primeras chispas.
El Líbano absorbió la primera ola del ataque, se divide verticalmente, pero no entra en la guerra ‘’anhelada’’, pero si estaba en una montaña rusa con un terreno apto para el segundo ataque, donde las administraciones de Estados Unidos  y los halcones del sionismo venían preparando su ‘’segunda ola’’ directamente contra Hezboláh iniciando la guerra en julio de 2006 conocida como la ‘’Segunda Guerra’’  contra el Líbano: un momento histórico del declive y el comienzo de la caída vertiginosa del sueño sionista en todas sus formas y expresiones…
Ahora bien, teniendo en cuenta todo lo anterior, “las misiones mesiánicas’’ no terminan allí, en el radar aparecen otros dos ‘’archienemigos’’: Irán y Siria. Para todos es conocida la historia que comienza en el 2011 con la aparición ‘’milagrosa’’ del EIIL (Daesh, en árabe), como en el 2015 la guerra contra el Yemen hasta la actualidad. Es evidente que el plan sionista está recibiendo la peor derrota, algo que podría convertirse en un real problema existencial.
Netanyahu, lleno de problemas de corrupción con un pie en la cárcel acompañado de su flamante esposa (oremos para que se salven los hijos), frente a:
1) un Irak y su ‘’Al-Hashad Al-Shabi’’ (‘’Multitud Popular’’ en español) aliado a Irán y declarada resistencia contra el régimen sionista, que arrasa con Daesh, 2) una Siria ganando la guerra contra el terrorismo apoyada por Rusia e Irán,
3) un Yemen que resistió frente a una coalición asesina, 4) una Europa que rechaza una guerra contra Irán, 
5) una resistencia palestina que vuelve al eje de Irán después de ser traicionada por las monarquías árabes del Golfo y Egipto, y con la cereza del pastel: una Rusia que no le come los cuentos a un Netanyahu culpable de la muerte de 12 ingenieros militares, víctimas de una maniobra traicionera por parte de la aviación israelí, al usar como “cobija”a un avión de vigilancia ruso para realizar un ataque contra una ‘’base de misiles iraní’’ según justificaron los sionistas.
‘’Correr hacia adelante’’ fue el ataque directo a Beirut contra Hezboláh para Netanyahu. Un acto desesperado que no lo ha ayudado mucho para posicionarse en las contiendas electorales. La experiencia de los soldados en el terreno libanes sigue siendo una herida abierta en su memoria. La pesadilla de aquellas batallas sigue en la conciencia colectiva de los colonos los cuales ‘’confían’’ en las promesas del líder de Hezboláh como en su honestidad por mas que lo odien.
Dicen que ‘’duele más la espera después de una sentencia de muerte que la misma ejecución’’, al cometer Netanyahu el error de meterse con Beirut otra vez, convirtiéndola, no solo en una pesadilla para él y sus aspiraciones políticas, sino, en un pánico generalizado en todo el territorio del régimen, desde el norte hasta el sur, con una población que fue acostumbrada a ‘’que sus partidos políticos realizaban elecciones con la sangre de los palestinos, los libaneses, los sirios, los iraquíes y la de los pueblos de la zona. Pero esta vez, Netanyahu realiza las elecciones con la sangre de ustedes trayendo el fuego de todas partes…’’ como lo afirmó el líder de Hezboláh al final de su discurso.
Existen muchos entre la población del régimen sionista que creen en las palabras del líder libanés y son conscientes que dice la verdad, algo que comprobaron durante la guerra del 2006.
Escrito por Aleksander Nagi, asesor privado en temas de Oriente Medio.

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