Bid’ah
–A quien Allah guía, nadie puede desviarlo, y a quien Allah desvía, nadie puede guiarlo. La palabra más verdadera es el Libro de Allah y la mejor de las guías es la guía de Muhammad. La peor de las cosas son los nuevos inventos; todo nuevo invento es una innovación y toda innovación es un desvío, y todo desvío está en el fuego[1]–.
Este hadiz es comúnmente utilizado como herramienta por algunos contra ciertas prácticas como el hadra, las cuales pueden ser perfectamente justificadas por numerosas narraciones de la época profética[2].
Sin embargo, si se parte hacia un análisis más profundo en el entendimiento que muchos dan a este hadiz, se encuentran advertencias sobre peligros más sutiles para la ummah, y que no son sujetos a examen comparativo ni discusión y que, además, imames desde América hasta Indonesia fomentan.
El objeto a tratar es de si la democracia moderna y sus valores presupuestos en ella pueden ser adoptados o si son compatibles con islam.
1. La esencia democrática
Como toda ideología, la democracia ha sufrido cambios en su concepción. Desde la exclusión de los esclavos y de las mujeres a la posibilidad de contribución en la formulación de la voluntad del Estado en Grecia y Roma[3], pasando por los claros tintes oligárquicos de las democracias liberales de los siglos xviii y xix[4], llegamos a una actualidad en la que, aparte de existir una oligarquía aún más condicionante, se permite el derecho a voto a personas con deficiencias mentales y, sin embargo, no a extranjeros residentes. No obstante, todas estas percepciones de la misma ideología se pueden resumir en una misma esencia.
Hans Kelsen, encarnación de la culminación y declive del positivismo y claro contribuyente a las democracias europeas actuales[5], expone en su libro De la esencia y valor de la democracia, que el ideal democrático común entre estos conceptos históricos de democracia, es el de la libertad, el de no querer ser gobernado por otro más que por nosotros mismos, por nuestro propio ser[6]; en árabe: nafs.
Desde su fundamento esencial, se encuentra aquí un principio islámico que se contrapone a esta idea. Uno de los grados de ‘ubudiyya, esclavitud (a Allah), hace al individuo libre[7]. Es decir, quien es esclavo de Allah, es libre de todo lo demás. Quien ha conocido a un auténtico sufi, habrá sido testigo de su autenticidad.
La paradoja de esto es que cuando uno presume de ser libre de todo, es esclavo de su peor enemigo, de sí mismo. Y cuando uno es esclavo de Allah, es libre de todo, hasta de sí mismo.
2. La ilusión de la democracia moderna
Como ya se ha explicado, la democracia ha sufrido cambios a lo largo de la historia. La actual se presenta contraria al modelo liberal, en la que existía una oligarquía la cual actuaba por interés propio[8].
Tras la Segunda Guerra Mundial, se asientan los regímenes democráticos paulatinamente en Occidente, dando lugar al concepto que tenemos ahora.[9] No obstante, se puede observar que no ha habido tal cambio, sino que, de manera sutil, la oligarquía se mantiene fuera de la escena.
Kareem Fliyakov, profesor de Teoría Política en Dallas College de Ciudad del Cabo, explica de manera brillante la estructura social imperante en los estados modernos:
En primer lugar, encontramos la base de la pirámide, las masas. Este es el sector de la población que no tiene interés ninguno en la política, aquellos que se preocupan por su bienestar personal y poco más, sin molestarse por quién les gobierna.
En el segundo peldaño, encontramos a los votantes. Estos muestran cierto interés en aquello que puede afectarles políticamente. No son una parte demasiado decisiva en la formulación de la voluntad del Estado (puesto que se limitan al voto) pero, aun así, están por encima de las masas desinteresadas.
En el tercer lugar, encontramos a los activistas o militantes políticos. Este grupo social es aquel que aparte de mostrar cierto interés en los problemas políticos, está afiliado a un partido que representa su ideología y sus valores y que, además, está dispuesto a realizar una serie de esfuerzos más allá del simple voto para contribuir políticamente.
El cuarto estadio en la pirámide social actual está ocupado por los partidos políticos, los cuales representan ideológicamente tanto a los votantes como a los militantes.
En quinto lugar, se encuentra el gobierno en el ‘poder’. Este no es un poder auténtico puesto que está condicionado por otros órganos jerárquicamente superiores que condicionan su ejercicio.
El sexto lugar en el ranking está presidido por las corporaciones supranacionales. Que estas puedan hundir o levantar una economía según el líder político de un lugar les da legitimidad de facto para condicionar naciones. Prueba de ello es que gobiernos de tintes socialistas no puedan tomar decisiones características de su ideología puesto que estas corporaciones retirarían sus inversiones causando desastres económicos.
Otra prueba de su hegemonía social se da sobre todo con los partidos de derechas, nos referimos a las puertas giratorias, donde los políticos, después de terminar su mandato, toman altas posiciones en corporaciones que ellos mismos privatizaron. Un ejemplo es el de empresas nacionales como Endesa, que el expresidente del Gobierno de España Privatizó y tras su mandato cobró 200.000 euros anuales por trabajar en ella[10].
Volviendo a la pirámide social actual, encontramos que por encima de las corporaciones se encuentran los bancos, entidades de familias privadas que aparte heredarse de padres a hijos, se encargan de controlar la producción ficticia del dinero, su préstamo y por lo tanto del cobro de intereses tanto a particulares como a naciones. ¿Cómo se explica que no existan países en el mundo libres de deuda exterior a excepción de cinco?[11] Ese dinero no se le debe a otros ‘planetas’, sino a familias privadas que controlan tanto la creación del dinero como su flujo, con capacidad para financiar guerras mundiales.[12]
Aprovecho para mencionar a aquellas naciones que, aunque pequeñas, son las únicas económicamente libres a día de hoy: Macao, Las Islas Vírgenes (una de las economías más prósperas del Caribe), Palau, Liechtenstein y Brunei,[13] que Allah guíe y haga guiar a su Sultán.
Afortunadamente existe una luz al final del túnel. Por encima de la pirámide existe un órgano que puede cambiar todo lo que tiene por debajo. Kareem Filyakov se está refiriendo a los pensadores, aquellos que a través de sus ideas pueden cambiar el rumbo de la sociedad, que esta cambie su estructura.
Para respaldar esta idea, podemos mirar atrás en la historia para comprobarlo y encontrar múltiples ejemplos. A la mayor parte de la gente le suenan las personalidades de Sócrates, Platón o Aristóteles. Sin embargo, el nombre de los líderes de su época no ha pasado a la historia como lo hicieron estos mencionados, y esto es debido a su legado intelectual.
Otro ejemplo más actual es el que realizó Karl Marx, que independientemente de estar de acuerdo con sus ideales o no, algo que no se puede negar es que contribuyó al establecimiento de regímenes políticos que escribieron la mitad del siglo xx.
Por lo tanto, para cambiar la pirámide de la sociedad, lo único que se necesita es que el mensaje de un pensador sea adoptado por el resto de la población.
Tras esta descomposición podemos afirmar con seguridad que, al igual que en las democracias liberales, sigue existiendo una oligarquía que da a la población una falsa sensación de autonomía política, una oligarquía que condiciona a los gobiernos a través del chantaje y premiando su sumisión.
3. Evolución de los derechos
Uno de los valores presupuestos en la democracia moderna es el de la subordinación de los derechos objetivos a los derechos subjetivos. Simplificando estos conceptos, el primero se refiere a la norma que impone deberes, la legislación en su sentido más puro.
En la antigüedad, el derecho objetivo era el único tipo de concepto de derecho, que se concebía como derecho natural, de la misma manera que funcionan las leyes de la naturaleza. No era creado por ninguna autoridad política, sino que era un derecho que debía descubrirse y se le atribuía en diversas ocasiones origen divino. En otras palabras, el derecho se concebía desde el entendimiento de la fitrah, desde la naturaleza del ser.
Sin embargo, con el paso de los siglos este concepto cambia. A raíz de una disputa entre Guillermo de Ockham de la Orden de los Franciscanos y el Papa Juan XXII acerca de la propiedad de bienes, nacen los derechos subjetivos. Los efectos de este nacimiento se pueden resumir como la imposición de la persona sobre el derecho establecido.
Parafraseando las palabras de un profesor de Derecho acerca de estos acontecimientos, encontramos una afirmación que habla por sí:
En pocos años, se dará una explosión de subjetividad donde se reclamará la mayor consideración y protección para los derechos de los individuos afirmando la necesidad de subordinar el derecho objetivo a los subjetivos, de poner a las normas jurídicas al servicio de los derechos de los individuos.El derecho objetivo, por lo tanto, está vinculado al subjetivo y a través de él, a la persona humana. Esta ostenta naturalmente derechos subjetivos a cuya garantía se dirige el derecho objetivo.La afirmación de los derechos subjetivos frente a la idea de un orden natural de deberes y obligaciones hacia Dios o de unos grupos de individuos hacia otros, desaparecerá para dar paso a la afirmación de la individualidad y de la subjetividad. Esto, junto a la positivización del derecho y la secularización de la moral y la política, serán uno de los grandes cambios que se presentan con la modernidad.En poco tiempo, el derecho subjetivo, servirá como oposición al poder total de la monarquía, a los estamentos y a la autoridad política y moral de la iglesia. Más tarde, contra las Revoluciones liberales y democráticas y las Declaraciones de derechos.
En otras palabras, el cambio de concepto de derechos subordina la idea de Dios a la del individuo, y evolucionará junto con la idea de ‘sumisión hacia nosotros mismos’ (democracia) para imponerse a la vez que el capitalismo sobre la sociedad europea[14].
Como contrargumento a esta concepción sobre el orden de la sociedad, en islam encontramos lo opuesto. Islam no puede estar sujeto a un cambio revisionista, es inmutable en todo lugar hasta el fin de los tiempos, es el ser humano quien debe estar sujeto al cambio.[15]
Se pueden dar incluso referencias coránicas para esta afirmación:
En el sura Al-ma’idah 5:3 encontramos:
Hoy los que se niegan a creer han perdido las esperanzas de acabar con vuestro dín. No los temáis a ellos, temedme a Mí. Hoy os he perfeccionado vuestro dín, he culminado Mi bendición sobre vosotros y os he aceptado complacido el islam como dín. El que se vea obligado por hambre, sin ánimo de transgredir… Ciertamente Allah es Perdonador y Compasivo.
Y para referenciar que el ser humano es el que se subordina a la ley en islam y no al contrario, encontramos en la sura del tiempo:
¡Por el tiempo! (tipo de juramento) Que es cierto que el hombre está en pérdida. Pero no así los que creen, llevan a cabo las acciones de bien, se encomiendan la verdad y se encomiendan la paciencia.
Incluso yendo al concepto más elemental de nuestra identidad, encontramos el motivo por el cual no podemos estar sujetos a nuestra propia voluntad como elemento liberador, ya que el término en árabe muslim significa sometido (sobrentendiéndose como sometido a Allah).
4. La fórmula islámica
Una vez debatido la incompatibilidad del Din con la democracia y uno de sus importantes valores, algo donde pocos parecen ver su peligro, aparece el siguiente interrogante: ¿cual es entonces la organización política islámica auténtica e indiscutible?
El elemento innegable entre todo musulmán, es el de obediencia a Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Pero ¿y después de él?
Sin duda a sus sahabas, ya que, como él, sallallahu ‘alayhi wa sallam dijo:
“Mis compañeros son como las estrellas, a cualquiera de ellas a las que sigáis estaréis guiados”.
Además, a través del nombramiento de sayyiduna Abu Bakr como califa, encontramos que se nos dio un modelo a seguir, no únicamente por los sahaba, sino por Rasul sallallahu ‘alayhi wa sallam mismo.
¿Y después de los sahaba? ¿qué otra referencia tenemos? No es desconocido el hecho de que los líderes islámicos actuales son continuamente criticados por los propios musulmanes, que acaban tomando posiciones en pro de la democracia debido al fracaso político de estos líderes.
En islam, al contrario que en el shi’ismo, o el catolicismo original, no se cree en la idea de que los gobernantes sean perfectos. Por lo tanto, no existirá jamás un gobernante infalible.
Históricamente, se ha encontrado multitud de casos en los que gobernantes musulmanes han sido opuestos por ‘ulamás. Sin embargo, estos no deslegitimaron a sus líderes como lo que son, líderes. La razón de este reconocimiento no es por otra cosa sino por la preservación de la unidad de la ummah.
Los califas otomanos no eran perfectos. Sin embargo, su papel como líderes de todo el islam se llevó a cabo durante siglos con un kufur humillado y envidioso de su desarrollo y fuerza, tanto cultural como militar, hasta la ruptura de su unidad en 1922, evento que ha desunido políticamente a los musulmanes desde entonces.
El papel del líder en islam, tanto en la antigüedad como en la actualidad es, sin lugar a duda, el del establecimiento de islam en la medida de lo posible; y eso no significa la aplicación de la Ley de una manera rígida y carente de fitrah, puesto que ese no es el ejemplo de la sunnah, ni de la jurisprudencia de los cuatro imames, ni de la práctica de los sahaba.
Existe un elemento de equidad en el cual se contemplan los casos concretos. Un ejemplo de ello es cuando durante el Califato de ‘Umar Ibn al Jatab, debido a una escasez de alimentos, previendo que la gente iba a robar por necesidad, decidió no aplicar las penas por ese delito.
Otros dos aspectos significativos a detallar: el del principio de igualdad ante la ley y el de separación de poderes. Estos se pueden deducir a través de una narración con el mismo protagonista.
Shurayh al Qadhi (el juez), narró:
El Califa, ‘Umar Ibn al Jatab, que Allah esté complacido con él, compró un caballo a un beduino, pagó su precio y se marchó cabalgándolo. Sin embargo, después de haber recorrido una corta distancia, el Califa se dio cuenta de cierto tipo de defecto en el caballo, por lo que lo devolvió al vendedor reclamando que lo tomase de vuelta ya que era defectuoso. El hombre se negó, diciendo al Califa que el caballo estaba perfectamente sano cuando se lo vendió. ‘Umar, que Allah esté complacido con él le dijo al hombre que eligiese a un juez y este sugirió Shurayh ibn al Harith al Kindi el cual ‘Umar, que Allah esté complacido con él, aceptó.Después de que el juez escuchase el testimonio, volvió a ‘Umar diciéndole: “¿Estaba el caballo en condiciones sanas y normales cuando lo compraste?” ‘Umar respondió: “sí, lo estaba”. A lo que Shurayh dijo: “Entonces quédate con lo que compraste o devuélvelo como lo recibiste”. ‘Umar, que Allah esté complacido con él, miró a Shurayh con admiración diciendo: “Entonces sea justicia, sentencia. Distinguidas palabras y equitativa justicia… te doy la posición de Juez Supremo de Justicia de Kufa en Irak”.
En esta extraordinaria narración encontramos a un hombre (que a día de hoy todavía se le conoce por su fuerte carácter), que Allah esté complacido con él, que aún con el poder político más alto del islam acepta una sentencia en su contra y, no sólo eso, sino que, tras haber sido derrotado, eleva al juez que lo condena.
Contra este argumento se puede argumentar que el grado espiritual de los sahaba no es comparable con el nuestro, y es cierto, pero el mensaje que se intenta transmitir es que el líder está legalmente limitado, no existe tal cosa como el autoritarismo en el Din puesto que idealmente debe de darse la autonomía del poder judicial.
Pese a que este ejemplo (y muchos otros), se dio en circunstancias socialmente menos complejas, no se descarta que se puedan establecer a día de hoy mecanismos para garantizar la autonomía del poder judicial y, por lo tanto, de la limitación de un poder autoritario en el supuesto del establecimiento de un gobierno puramente islámico en el presente.
En conclusión, tras declarar la idea de democracia y sus valores incompatibles con el modelo islámico (lo contrario podría calificarse de bid’ah), dados los distintos ejemplos de cómo se expresa este último, se deduce que la sharía no es algo rígido ni autoritario a favor del líder, sino que en la medida de lo posible y con ciertos límites, se adapta a los cambios sociales con una intención de vuelta al origen y a la justicia en el más puro entendimiento de la fitrah. De vuelta a lo establecido por el mejor de la creación, Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam; siendo nuestro deber establecerlo.
‘Aquel que se adhiera a mi sunnah durante la corrupción de mi ummah (nación), ganará la recompensa de cien mártires’.Al Bayhaqi.
[1] Sunan an-Nasa’i: 1578.
[2]Ahmad ibn Hanbal, al-Musnad (Beirut: Dâr Sâdir), 3:152, #12564.
[3] Luis Mariano Robles Velasco Temas de Derecho Romano, Editorial Técnica Avicam, Granada, 2019.
[4] Francisco Balaguer Callejón, Gregorio Cámara Villar, Juan Fernando López Aguilar, María Luisa Balaguer Callejón, José Antonio Montilla Martos: Manual de Derecho Constitucional, Editorial Tecnos (Grupo Anaya, S.A.), Madrid, 2019.
[5] Francisco Balaguer Callejón, Gregorio Cámara Villar, Juan Fernando López Aguilar, María Luisa Balaguer Callejón, José Antonio Montilla Martos: Manual de Derecho Constitucional, Editorial Tecnos (Grupo Anaya, S.A.), Madrid, 2019.
[6] Hans Kelsen: De la Esencia y Valor de la Democracia, KRK Ediciones, Oviedo, 2006.
[7] Shayj Abdalqadir as-Sufi al-Murabit: Los Cien Pasos, Clásicos Kutubia, Granada España 1994.
[8] Francisco Balaguer Callejón, Gregorio Cámara Villar, Juan Fernando López Aguilar, María Luisa Balaguer Callejón, José Antonio Montilla Martos: Manual de Derecho Constitucional, Editorial Tecnos (Grupo Anaya, S.A.), Madrid, 2019.
[9] Francisco Balaguer Callejón, Gregorio Cámara Villar, Juan Fernando López Aguilar, María Luisa Balaguer Callejón, José Antonio Montilla Martos: Manual de Derecho Constitucional, Editorial Tecnos (Grupo Anaya, S.A.), Madrid, 2019.
[10] https://www.elconfidencial.com/economia/2011-01-11/endesa-contrata-a-aznar-como-asesor-de-la-cupula-directiva-por-mas-de-200-000-euros-al-ano_418584/
[14] Francisco Balaguer Callejón, Gregorio Cámara Villar, Juan Fernando López Aguilar, María Luisa Balaguer Callejón, José Antonio Montilla Martos: Manual de Derecho Constitucional, Editorial Tecnos (Grupo Anaya, S.A.), Madrid, 2019.
[15] Shayj Abdalqadir al-Murabit: Educación Islámica de Raíz, Editorial Madrasa.
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