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martes, 16 de junio de 2020

El Tren Maya: ruta histórica del despojo

El Tren Maya: ruta histórica del despojo

La administración de Andrés Manuel López Obrador ha puesto sus ojos en la Península de Yucatán, y tal parece que no piensa tolerar ningún obstáculo. Si las palabras del presidente son de fiar, el Tren Maya “va porque va“, pero ¿qué podemos esperar con ello?
El mismo gobierno admite que este “es el más importante proyecto de infraestructura, desarrollo socioeconómico y turismo del presente sexenio” (Plan Nacional de Desarollo 2019-2024, 2019: p. 53), y eso basta para poner atención a los planes que se preparan para la Zona Maya y su gente. Después de todo, puede que el Estado sólo vea esto como un ejercicio para legitimarse, o que unos cuantos funcionarios busquen aprovechar la oportunidad para hacer negocio, incluso que haya sinceridad y convicción en la promesa de que “el tren generará empleos, detonará la economía de la región y desarrollará infraestructura con servicios básicos para mejorar la calidad de vida de los habitantes” (FONATUR, 2019), pero una visión más amplia nos puede revelar la verdadera radicalidad de lo que se persigue.

El subdesarrollo y la marginación en Yucatán

Foto: Sopitas
El plan del Tren ubica sus líneas a través de los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Chiapas. Estas cinco entidades cuentan con un grado de marginación que va de muy alto a alto, a excepción de Quintana Roo, que se ubica en un grado medio. Eso significa que “[…] la desigualdad de oportunidades de participación en el proceso de desarrollo y el disfrute de sus beneficios pone en clara situación de desventaja social a proporciones significativas de la población” privándolos de educación, vivienda digna, servicios de salud, etc. Si se desea explicar esta circunstancia, sólo es necesario un vistazo histórico para reconocer la violencia sistemática con la que por casi 500 años se ha esculpido el rostro de la Península. Tomemos el caso de Yucatán.
Desde la llegada de la Corona Española y más tarde con el México Independiente, la introducción de nuevas formas de vida en la Península resultó en que, según un censo de 1845:
En algunos partidos la mayor parte de la población maya habitaba en las haciendas en calidad de servidumbre.
Bracamonte y Sosa, 2007: p. 25
A pesar de que el boom en la industria textil henequenera había convertido a la entidad en una de las más ricas de México durante el porfiriato, esta condición social no pudo sino empeorar debido a una larga tradición de segregación étnica y racial herencia de la Colonia, donde la “servidumbre natural” (la idea de que los indios nacieron para ser subordinados, mientras que los españoles lo hicieron para gobernar) sirvió como dispositivo de sometimiento y discriminación para los pueblos del continente (Bracamonte y Sosa & Lizama Quijano, 2003: p. 5). Esta disparidad sistémica explica perfectamente el inicio de la Guerra de Castas de 1847, la cual le valió la muerte a casi la mitad de la población local a su término en 1901 (Montalvo Ortega & Vallado Fajardo, 1997: p. 16).
No fue sino hasta 1937 cuando el régimen emanado de la Revolución decidió que era hora de tomar cartas en el asunto. Sin embargo, la embestida de las oligarquías locales contra el reparto agrario encabezado por el presidente Lázaro Cárdenas, junto a la corrupción de autoridades regionales y las limitaciones propias del proyecto agrarista revolucionario, dieron lugar “[…] a un proceso de continuo deterioro de la producción y de los niveles de vida en el campo, lo que repercutió negativamente en el desarrollo posterior de todo el estado” (Montalvo Ortega & Vallado Fajardo, 1997: 33). Para 1992, cuando Carlos Salinas de Gortari y el entonces gobernante régimen neoliberal decidieron cerrar CORDEMEX (Cordeles de México, empresa paraestatal encargada de la producción y comercialización de fibra de henequén), la gran industria textil había pasado a ser cosa de la nostalgia y el recuerdo, mientras que una significativa porción poblacional que dependía de ella se vio obligada a abandonar el campo para buscar suerte en zonas urbanas dentro y fuera del país (Montalvo Ortega & Vallado Fajardo, 1997: pp. 40-41).
En la actualidad, Yucatán suele ser merecedor de tan distinguidos galardones como el primer lugar nacional en suicidiosprimer lugar en alcoholismo y primer lugar en obesidad. No es de extrañar que todos estos males afecten principalmente a la población indígena, ya que
La marginación y pobreza son realidades lacerantes que han acompañado a la población maya de Yucatán, y que se han agravado en las últimas décadas.
Bracamonte y Sosa & Lizama Quijano, 2003: p.15
Resulta evidente el papel que las omisiones del Estado Mexicano han jugado en todo esto, y sería fácil celebrar la propuesta de un proyecto dedicado a la reparación del daño, especialmente en lo que respecta a la población indígena (y especialmente si van a ponerle su nombre al Tren), pero el optimismo se disipa no bien comenzamos a observar las acciones concretas del gobierno de AMLO.

La consulta y la oposición

Una asamblea informativa en torno al Tren Maya. Foto: Alejandro Saldívar.
Desde su anuncio en 2018, el Tren Maya ha presentado la oposición de comunidades indígenas (en su mayoría mayas), de organizaciones ambientalistas preocupadas por el impacto ecológico que pueda significar, y de activistas por la defensa del territorio. Por ello, el Gobierno anunció en abril del 2019 que el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas llevaría a cabo una consulta con el fin de determinar la opinión popular y cumplir convenios internacionales sobre los derechos de pueblos originarios.
Éstas fueron realizadas en diciembre del mismo año, y los datos oficiales afirman que 92.3% de los consultados votaron por “Sí”, mientras que el 7.4% se decidió por el “No”. Sin embargo, el semanario Proceso dio a conocer que el total de los votos emitidos sólo representaba el 2.6% del padrón electoral de los municipios donde fue realizada la consulta, además de acusar que las asambleas informativas con las que se pretendía preparar el camino fueron dedicadas casi exclusivamente a ofrecer los presuntos beneficios del proyecto sin mencionar siquiera la existencia de riesgos, lo cual fue corroborado en un comunicado de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH).
De inmediato comenzaron a aparecer reportes sobre el descontento de las comunidades y sus planes de interponer recursos legales en defensa de sus derechos, a la par de amenazas dirigidas a activistas indígenas. A los pocos días, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indígena (CNI), en el marco de su Cuarta Asamblea Nacional en el Caracol Zapatista Jacinto Canek de San Cristobal de las Casas, aprovecharon para recordar que tan sólo en lo que va del sexenio han sido asesinados al menos 10 líderes comunitarios.
Nuestros compañeros fueron asesinados por oponerse a la guerra con la que el mal gobierno pretende hacerse de nuestras tierras, montes y aguas, para consolidar el despojo que amenaza nuestra existencia como pueblos originarios.
“Simulación, las consultas sobre Tren Maya, señala el EZLN”, Aristegui Noticias.
Dijeron, mientras acusaban a las consultas de “mentirosas” y “simulaciones”.
Foto: Enlace Zapatista.
Con su habitual maestría mañanera para retorcer el discurso y esgrimir una retórica de conciliación cuando conviene, el presidente instó a sus críticos diciendo que
No nos deben de confundir porque lo que quieren algunos que se consideran de izquierda es que nosotros hiciéramos lo mismo que lo que los de antes para poder señalar: ya ven son lo mismo, son iguales. Quieren meternos en el mismo costal.

“AMLO cuestiona a quienes se oponen a construcción del Tren Maya”, El Economista.
La respuesta llegó el primero de enero de 2020, durante las celebraciones por el vigésimo sexto aniversario de la Guerra Contra el Olvido, donde el subcomandante insurgente Moisés del EZLN dio leída a un comunicado en el que se le pregunta a Andrés Manuel, frente al empecinamiento y premura del gobierno,
¿Están dispuestos los malos gobiernos a tratar de destruirnos al costo que sea, a golpearnos, encarcelarnos, desaparecernos y asesinarnos?
“Palabras del CCRI-CG del EZLN en el 26 Aniversario”, Enlace Zapatista.
Este reto, en el conocido tono combativo del zapatismo, entraña una decisión absoluta de hacer frente a las ambiciones del actual gobierno cueste lo que cueste, lo que no ha de extrañar a nadie que conozca los antagonismos existentes entre los proyectos del tabasqueño y el de los indígenas rebeldes. Tampoco ha de extrañar a nadie el tono condescendiente y paternalista con que Andrés Manuel recriminó a los zapatistas que “[…] no tienen toda la información” (a pesar de que si los zapatistas, y todos los demás, no tenemos la información completa es responsabilidad exclusiva de esta administración, como hemos visto).
Tan sólo las irregularidades en la consulta deberían ser suficiente para oponerse al proyecto desde una perspectiva de derecho, pero no olvidemos que se dio inicio a las tareas de construcción aun sin proyecto ejecutivo ni informe de impacto ambiental, en medio de serios recortes presupuestales a instancias de protección de la biósfera que forman parte de una contradictoria política de austeridad, en plena pandemia y en vísperas de una crisis en el sistema global de la economía capitalista. Aún así, queda por poner a prueba las afirmación de que este gobierno es diferente, por lo que debemos observar los procesos que han definido a la Península con tal entender en qué medida López Obrador y el Tren Maya no son más que la continuación del intento por ordenar de una manera particular la vida en la región.

La acumulación originaria y la Península de Yucatán

Foto: Notimex.
Cerca del final de su inconclusa obra maestra (El capital, 1867), Karl Marx intenta dar forma a la historicidad de los fenómenos económicos descritos en los cientos de páginas precedentes. Nos dice que
Con todo, la acumulación del capital presupone el plusvalor, el plusvalor la producción capitalista, y ésta la preexistencia de masas de capital relativamente grandes en manos de los productores de mercancías. Todo el proceso, pues, parece suponer una acumulación ‘originaria‘ previa a la acumulación capitalista […], una acumulación que no es el resultado del modo de producción capitalista sino su punto de partida.
Marx, 1867/2009: p. 891
Sin embargo, no debemos caer en el error de pensar que con esto se quiere decir que el origen del capitalismo puede ser rastreado a un único momento en el pasado, ni siquiera a una serie de ocasiones.
De acuerdo a Marx, el capitalismo no es algo que siempre haya existido, ni mucho menos algo que estuviera destinado a suceder. Tal vez las condiciones de su aparición estuvieron propiciadas por una serie de transformaciones políticas y sociales sufridas en Europa durante los últimos siglos del periodo feudal, pero su crecimiento siempre fue desigual y heterogéneo. Para que se estableciera como el modo de vida imperante, generalizado y absoluto en la superficie del globo, era necesario emprender una transformación a gran escala de las comunidades agrarias mayormente autosostenibles que lo poblaban. En otras palabras, el capitalismo no se instituyó entre los pueblos del mundo por el libre acuerdo de sus participantes. “En realidad”, dice Marx, “los métodos de la acumulación originaria son cualquier cosa menos idílicos” (Marx, 1867/2009: p. 892), y fueron aplicados en distintos momentos y lugares, durante un periodo de siglos, antes de que la moderna “sociedad civil” tomara forma. Incluso, como nos revela su postura sobre el movimiento obrero en Rusia pocos años antes de su muerte, la acumulación originaria seguía siendo un problema al que incluso el socialismo revolucionario tuvo que enfrentarse a finales del siglo XIX.
Para explicar en qué consiste este proceso, Marx nos ofrece una definición simple: “la llamada acumulación originaria no es, por consiguiente, más que el proceso histórico de escisión entre productor y medios de producción” (Marx, 1867/2009: p. 893) y procede a mostrar cómo en Inglaterra (cuna del capitalismo industrial de su época) fue necesario que desde el siglo XVI y hasta el XIX se emprendiera una campaña de despojo, robo de tierras y abusos de todo tipo para lograr que siervos y pequeños propietarios campesinos fueran separados de las parcelas que representaban el sustento suyo y de sus familias. El resultado fueron grandes masas humanas arrojadas a las florecientes ciudades, donde una serie de brutales legislaciones aseguraron que estos nuevos “trabajadores libres” se vieran forzados a buscar un empleador dispuesto a pagarles el salario con el cual comprar en el mercado lo que antes les brindaba la tierra (Marx, 1867/2009: p. 896-928). En pocas palabras, la expropiación de las poblaciones rurales y la fuerza del estado crearon al proletariado que la naciente clase burguesa necesitaba para crecer su industria y comprar su producción; crearon, en suma, al capitalismo como lo conocemos hoy.
El papel de las colonias en todo esto es de suma importancia. Por un lado, el expolio de los territorios y poblaciones coloniales envió inmensas riquezas a las metrópolis europeas para ser convertidas en capital. Por el otro, el impulso a la navegación y el comercio dieron origen a un sistema de crédito internacional que fundó el moderno capital bancario basado en la especulación, abriendo la puerta a la reproducción capitalista en escala cada vez más amplia (Marx, 1867/2009: pp. 942-944). Todo esto, sin embargo, se realizó sin que las colonias conocieran propiamente el modo de organización para el que sirvieron de incubadora, aún cuando estaban fundamental y estructuralmente incluidas en su sistema. Así lo muestra lo sucedido de este lado del Atlántico y el paso de los usos y costumbres prehispánicos de habérselas con la naturaleza a una nueva forma colonial de organización.
La pintura de castas es un documento histórico que muestra la estratificación social y económica de la Colonia (Anónimo, s. XVIII)
La conformación de la Nueva España se dio primero con el reparto de tierras a los conquistadores y la “encomienda”, institución que entregaba indios en calidad de siervos a los gachupines para el pago de inhumanos tributos. Por breve tiempo, la institución del “repartimento” otorgó facultad a los alcaldes mayores de sacar gente de los pueblos de indios y llevarlos a trabajar al campo o a la mina a cambio de un salario miserable y en las más deplorables condiciones. Finalmente, estos modos del trabajo fueron reemplazados a partir de 1720 por el peonaje o jornal, forma de trabajo asalariado el cual fue, principalmente
[…] consecuencia de la expansión de la propiedad privada de españoles, que casi siempre se hizo a costa de la propiedad comunal o pequeña propiedad indígena.
Cue Cánovas, 1966: p. 60-65.
La independencia de España puso en marcha el lento proceso de depuramiento que el nuevo Estado hizo de su antiguo régimen semi-feudal. Ya sin metrópoli a la cual reportarse, la economía de la colonia, con su énfasis en la minería y la explotación extensiva del campo, fue cediendo lentamente hasta que, a mitades del siglo XIX, comenzó a efectuarse un viraje hacia la industria como base de la nueva economía nacional (Cue Cánovas, 1966: p. 359). Sin embargo, ha sido un rasgo perenne de nuestra historia que desde entonces
Este proceso de formación capitalista en la industria […] no ha podido realizarse de forma completa […]
Cue Cánovas, 1966: p. 361
Nada de esto fue diferente en Yucatán, donde desde el siglo XVIII y con el desarrollo de estancias ganaderas y haciendas agropecuarias se dio inicio a un proceso de peonajización de la población indígena, lo que representa una “[…] transición entre el trabajo compulsivo de carácter colonial y el trabajo asalariado libre de tipo empresarial” (Bracamonte y Sosa, 2007: p. 25). Como se ha dicho, esto continuó hasta la introducción de la propiedad ejidal y el reparto de tierras iniciado en 1937. Sin embargo, la conformación del proletariado repuntó desde la década de los 70 con la inminente quiebra de la industria henequenera y una cantidad creciente de campesinos arrojados a las ciudades. “Con ello se reafirmaba la nueva trayectoria económica de la entidad dirigida hacia una economía más urbana, mientras el sector primario continuaba en descenso” (Montalvo Ortega & Vallado Fajardo, 1997: p. 53), trayectoria que el Tren Maya viene a ratificar.
Mapa de estaciones del Tren Maya. Fuente: FONATUR.
Su página oficial llama al Tren “un proyecto integral de ordenamiento territorial […]” (FONATUR, 2019), y tal vez sea esta la afirmación más sincera y reveladora sobre los objetivos del nuevo gobierno. Para su funcionamiento, se planea la construcción de al menos 18 estaciones que funcionen como “polo de desarrollo” (FONATUR, 2020: p. 28), es decir ciudades explícitamente construidas para dar servicios turísticos y concentrar a las poblaciones rurales circundantes con la esperanza de captar la derrama económica. El plan es asegurar las tierras necesarias acordando su arrendamiento al Estado mediante un dispositivo fiscal que haga partícipes y beneficiarios a sus dueños, y en menor medida comprándolas (Núñez Rodríguez, 2019: p. 40). Sin embargo, diversos expertos han puesto en duda de las promesas que envuelven al Tren Maya en materia de beneficios económicos, de su impacto socio-cultural, político y ambiental (Gasparello, 2019).
El proyecto ni siquiera es una novedad. Algunos recordarán que Ivonne Ortega lo propuso en 2007 como parte de la campaña electoral con la que ganó la gubernatura de Yucatán por el PRI. Más aún, todo el asunto recuerda al proyecto de desarollo con el que se fundó la ciudad de Cancún, Quintana Roo, la cual se espera sea una de las estaciones del Tren y cuyos resultados sociales vale la pena traer a colación:
[…] el modelo turístico favorece a ciertos grupos sociales, que en el caso de Cancún se concentra en clases ricas del país o grupos de extranjeros. La misma actividad turística de este destino turístico es controlada principalmente por capitales extranjeros, lo que significa que la mayoría de las ganancias no se quedan en el país, sino que emigran.
Esta diferencia entre grupos ha generado un modelo laboral desigual; la mayoría de los trabajadores en el sector turismo reciben bajos sueldos, sin contar con las condiciones de vivienda, transporte, estudio, salud y recreación mínimas. Por otro lado, existe una pequeña élite de empleados y dueños de negocios que viven con ostentación y disfrutando de grandes ganancias.
“Una visión exploratoria del futuro comunitario de Cancún…”, Velázquez García, 2018.
A pesar de todos sus intentos por distanciarse, AMLO comparte con sus predecesores más de lo que está dispuesto a reconocer, y hasta donde podemos observar, nada en torno al Tren Maya nos indica que vaya a resultar la prometida respuesta a la historia de marginación que ha aquejado a la Península de Yucatán. Nuestra crítica no debe ser tomada como un rechazo fundamentalista de toda propuesta para resolver los males endémicos de la región (y del resto del país), ni siquiera de la idea misma de un tren; nosotros sostenemos que esta historia es el mal endémico que nos aqueja. Más que una condena a la barbarie, esta conclusión debe ser tomada como un llamado a construir alternativas que integren a las poblaciones en sus vidas comunitarias, que las tomen en cuenta de manera participativa para la construcción de políticas públicas para transformarse a sí mismas y al resto de nosotros en algo más humano y más justo, y a ir más allá de los viejos modelos de despojo y trabajo asalariado como única opción de vida. La única salida de este lodazal ensangrentado es fundando una nueva historia.
Por Pablo J. Valle.
Bibliografía
Bracamonte y Sosa, P. (2007). Yucatán: una región socioeconómica en la historia. PenínsulaII(2), 13–32.
Bracamonte y Sosa, P., & Lizama Quijano, J. (2003). Marginalidad indígena: una perspectiva histórica de Yucatán. Desacatos13, 83–98.
Cue Cánovas, A. (1966). Historia social y económica de México (1521 – 1854) (3rd ed.). Editorial F. Trillas.
FONATUR. (2019). Principal. Tren Maya; Gobierno de la República. http://www.trenmaya.gob.mx/
FONATUR. (2020). Tren Maya. Análisis costo beneficio. Gobierno de la República.
Gasparello, G. (Ed.). (2019). Impactos sociales y territoriales del Tren Maya. Miradas multidisciplinarias. DEAS-INAH – UAM-X – Altépetl Desarrollo Comunitario Productivo y Ambiental A.C. https://desinformemonos.org/wp-content/uploads/2019/07/impactos-tren-maya-junio2019-colectivo-1-1.pdf
Marx, K. (2009). El capital: Vol. I, T. 3 (P. Scaron (Ed. & Trad.)). Siglo XXI Editores. (Publicado originalmente en 1867)
Montalvo Ortega, E., & Vallado Fajardo, I. (1997). Yucatán: sociedad, economía, política y cultura. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades-UNAM.
Núñez Rodríguez, V. (2019). ¿El Tren Maya beneficiará a los ejidatarios de la Península de Yucatán, mediante su incorporación al proyecto? En G. Gasparello (Ed.), Impactos sociales y territoriales del Tren Maya. Miradas multidisciplinarias (pp. 39–44). DEAS-INAH – UNAM-X – Altépetl Desarrollo Comunitario Productivo y Ambiental A.C. https://desinformemonos.org/wp-content/uploads/2019/07/impactos-tren-maya-junio2019-colectivo-1-1.pdf
Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. (2019). Presidencia de la República.

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