Palestina. La solución final de Netanyahu
Por Pedro Miguel, Resumen Latinoamericano, 5 de enero de 2024.
En casi tres meses de bombardeos aéreos y terrestres, el gobierno de
Israel ha asesinado a 22 mil 313 habitantes de Gaza y ha lesionado a
otros 57 mil 296. O sea que, en números redondos, uno de cada 100
gazatíes ha muerto por órdenes de Benjamin Netanyahu y que más de la
cuarta parte de la población de la franja ha resultado herida en algo
a lo que los medios denominan guerra, pero que es, simple y
llanamente, una operación de exterminio.
Para ponerlo en la dimensión mexicana, lo que el régimen de Tel Aviv
perpetra en Gaza equivale a que un enemigo externo nos hubiera matado,
del 8 de octubre del año pasado a la fecha, a un millón 267 mil
habitantes, nos hubiese lesionado a más de 32 millones, nos hubiera
dejado sin electricidad, agua potable y telecomunicaciones y nos
hubiera bloqueado el ingreso al país de alimentos y medicinas. O como
si Estados Unidos hubiese perdido en tres meses 3 millones 359 mil
vidas como consecuencia de una agresión extranjera, una mortandad que
no habría podido ocurrir ni siquiera si Al Qaeda hubiese perpetrado
diariamente, durante tres meses, ataques tan mortíferos como el del 11
de septiembre de 2001.
Desde luego, no hay sociedad estructurada capaz de resistir una
masacre de esas magnitudes; algo semejante impacta todas las formas de
organización social y desbarata a la mayoría de ellas. Con más de 80
periodistas asesinados en la franja, no es fácil de saber al detalle
lo que ocurre allí, pero no es necesario forzar mucho la imaginación
para visualizar un escenario de hordas de desamparados, hambreados,
desalojados y privados de todo lo necesario para subsistir, huyendo
desesperadamente en una estrecha ratonera.
En esas circunstancias, no deja de ser alucinante que el ministro de
Defensa de Israel, Yoav Gallant, anuncie una siguiente fase de la
operación con un nuevo enfoque de combate en el norte y un enfoque
sostenido en atacar a los líderes de Hamas en el territorio del sur
(https://shorturl.at/elwLZ). Proseguir los combates en tales
condiciones sólo puede significar la continuación del exterminio de la
población gazatí y la decisión correspondiente se parece mucho a la
tristemente célebre solución final del Tercer Reich, cuando sus mandos
decidieron que para resolver el problema judío había que matar a todos
los judíos a su alcance.
Gallant divulgó también un apartado del plan de Tel Aviv denominado El
día después, en el que se dibuja este escenario: tras el fin de las
incursiones, destrucción de túneles terroristas, actividades aéreas y
terrestres y operaciones especiales, Gaza ya no estará controlada por
Hamas, dejará de representar una amenaza a la seguridad de los
ciudadanos israelíes y la franja quedará sometida a control militar
con plena libertad de acción operativa de las fuerzas de Israel en el
sitio. O sea que lo que quede para entonces de la población palestina
se verá confinada en una suerte de prisión de Guantánamo erigida en su
propio territorio.
El gobierno de Estados Unidos, por su parte, proyecta un cuento de
hadas en el que una revitalizada Autoridad Nacional Palestina podrá
extender su control a Gaza. No deja de ser paradójico, si se recuerda
que desde los años 80 del siglo pasado Washington y sus aliados
occidentales se embarcaron en la destrucción de los gobiernos laicos y
progresistas en el mundo árabe e islámico –empezando por el de
Afganistán– y a impulsar a las formaciones fundamentalistas más
radicales, incluso después de la desaparición de la Unión Soviética.
Su apoyo a los integristas afganos facilitó el surgimiento de Al
Qaeda, en tanto que el derrocamiento de los regímenes de Bagdad y
Trípoli y la desestabilización del de Damasco creó huecos de poder que
fueron de inmediato aprovechados por el Estado Islámico, en tanto que
las llamadas primaveras árabes fortalecieron a los sectores más
clericales y reaccionarios de la región. En concordancia con esa
estrategia, a principios de este siglo el gobierno de Israel –entonces
encabezado por Ariel Sharon– redujo la Autoridad Nacional Palestina
(que encabezaba Yasser Arafat) a una mera instancia municipal acotada
y debilitada y para hacerle contrapeso, impulsó, no es ningún secreto,
el empoderamiento de Hamas.
Más allá de las historias rosas que se cuenta a sí misma la Casa
Blanca, los sobrevivientes de Gaza serán partidarios más fervientes de
Hamas de lo que pudo serlo un sector de su población hasta octubre
pasado, por la simple razón de que esa formación integrista, o lo que
quede de ella, está haciendo lo único que se puede hacer hoy en día en
la franja, salvo dejarse matar: luchar contra las fuerzas del exterminio.
Tal vez para Netanyahu y sus secuaces los ataques del 7 de octubre
hayan sido una bendición y una salida inmediata ante el acoso judicial
que enfrentan en lo interno. Pero la manera inocultable en que han
venido ejecutando la solución final para el asunto palestino es una
muerte tendrá, por desgracia, una cosecha abundante.
tremenda derrota para Israel. Esta siembra de odio, destrucción y muerte tendrá, por desgracia, una cosecha abundante.
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