Miles de mexicanos adjudican a
Claudia Sheinbaum y al goberna-
dor morenista Alfredo Ramírez
Bedolla, la responsabilidad del asesinato
de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, Mi-
choacán, la noche del sábado 1 de
noviembre, fiesta del día de muertos.
Por su combate a la delincuencia,
Manzo contaba con 14 elementos de la
Guardia Nacional para su protección, más
la policía municipal. Y, con todo, recibió 6
balazos que lo aniquilaron, con su hijo en
brazos. Es que, enfrentarse al narco es
enfrentarse al aliado: el Gobierno Federal... ¿Lo deja-
ron solo, Claudia? ¿Por orden de quién? ¿Fuiste Tú, Bedolla?
Otros líderes contra la delincuencia en Michoacán han muerto por esa
causa. Pero Manzo fue electo presidente municipal como candidato inde-
pendiente, derrotando a la coalición de Morena, el partido oficialista, al
cual criticaba por su corrupción y asociación con los crímenes.
Días antes de su asesinato expresó que a los morenistas “les espera
una rotunda derrota en 2027”. En verdad, para muchos, Manzo se per-
filaba como el próximo presidente del país en 2030, por su carisma, hon-
estidad, coherencia y valentía que no tiene la presidente –ilegítima e ille-
gal– Claudia Sheinbaum con su 5% (cinco) de popularidad.
Este caso nos recuerda al intento de homicidio del periodista Ciro
Gómez Leyva, por parte del mismo Cartel Jalisco Nueva Generación
(CJNG) que liderea en Uruapan junto a otros carteles; el mismo que rep-
arte ayuda humanitaria, mejor que el gobierno, como en Guerrero y en
Poza Rica. Así que la pregunta obligada es, si el gobierno mexicano usa
a los carteles del narco, mediante intricadas trangulaciones, para aniquilar
a la oposición que los critica o que les representa una amenaza política.
Piensa mal... dice el refrán. “¡Carlos no murió, Morena lo mató!”, gritan.
Tales asesinatos podrían salir en las declaraciones de los detenidos en
los Estados Unidos. De ahí la obediencia ciega de Claudia Sheinbaum al
gobierno yanqui, y la urgencia de imponer mediante un fraude electoral,
un poder judicial a modo que les tape todas sus tropelías.
En efecto, los escándalos por muertes, corrupción, mentiras y trai-
ciones, no cesan desde hace 7 años, y nada. Si la Barredora o el exter-
mino de Teuchitlán no derramaron el vaso, ¿será el homicidio de Manzo
un parteaguas en la política mexicana? Las protestas ya iniciaron, ¡Clau-
dia asesina!, le gritan; pero así era con Ayotzinapa y la condecoración al
General
Cienfuegos, y la impunidad
sigue. ¿Qué tiene que suceder para
que el pueblo diga basta?
Ahora, nada mejor que un chivo ex-
piatorio muerto. El presunto asesino,
según la fiscalía, fue acribillado por
uno de los guardias del presidente
Manzo, y ahora no hay quien pueda
declarar en las investigaciones sobre
el autor intelectual. Se especula que
hubo complicidad con los guardias.
Pero el escándalo ha sido desviado
como cortina de humo por un presunto
acoso sexual a la presidente Shein-
baum ─pronto evidenciado como un
montaje con uno de sus escoltas─. De
suyo, no sería la primera vez que la
presidenta participa en montajes, pero
ni eso les sale bien.
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