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martes, 24 de enero de 2012

“Vivimos en un mundo de la abundancia de comida pero mil millones de personas pasan hambre”

“Vivimos en un mundo de la abundancia de comida pero mil millones de personas pasan hambre”

Esther Vivas(*): Los porqués del hambre.
http://www.nodo50.org/ciencia_popular/

Vivimos en un mundo de abundancia. Hoy se produce comida para 12.000
millones de personas, según datos de la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuando en el planeta
habitan 7.000. Comida, hay. Entonces, ¿por qué una de cada siete personas
en el mundo pasa hambre?

La emergencia alimentaria que afecta a más de 10 millones de personas en
el Cuerno de África ha vuelto a poner de actualidad la fatalidad de una
catástrofe que no tiene nada de natural. Sequías, inundaciones, conflictos
bélicos… contribuyen a agudizar una situación de extrema vulnerabilidad
alimentaria, pero no son los únicos factores que la explican.

La situación de hambruna en el Cuerno de África no es novedad. Somalia
vive una situación de inseguridad alimentaria desde hace 20 años. Y,
periódicamente, los medios de comunicación remueven nuestros confortables
sofás y nos recuerdan el impacto dramático del hambre en el mundo. En
1984, casi un millón de personas muertas en Etiopía; en 1992, 300.000
somalíes fallecieron a causa del hambre; en 2005, casi cinco millones de
personas al borde de la muerte en Malaui, por solo citar algunos casos.

El hambre no es una fatalidad inevitable que afecta a determinados países.
Las causas del hambre son políticas. ¿Quiénes controlan los recursos
naturales (tierra, agua, semillas) que permiten la producción de comida?
¿A quiénes benefician las políticas agrícolas y alimentarias? Hoy, los
alimentos se han convertido en una mercancía y su función principal,
alimentarnos, ha quedado en un segundo plano.

Se señala a la sequía, con la consiguiente pérdida de cosechas y ganado,
como uno de los principales desencadenantes de la hambruna en el Cuerno de
África, pero ¿cómo se explica que países como Estados Unidos o Australia,
que sufren periódicamente sequías severas, no padezcan hambrunas extremas?
Evidentemente, los fenómenos meteorológicos pueden agravar los problemas
alimentarios, pero no bastan para explicar las causas del hambre. En lo
que respecta a la producción de alimentos, el control de los recursos
naturales es clave para entender quién y para qué se produce.

En muchos países del Cuerno de África, el acceso a la tierra es un bien
escaso. La compra masiva de suelo fértil por parte de inversores
extranjeros (agroindustria, Gobiernos, fondos especulativos…) ha provocado
la expulsión de miles de campesinos de sus tierras, disminuyendo la
capacidad de estos países para autoabastecerse. Así, mientras el Programa
Mundial de Alimentos intenta dar de comer a millones de refugiados en
Sudán, se da la paradoja de que Gobiernos extranjeros (Kuwait, Emiratos
Árabes Unidos, Corea…) les compran tierras para producir y exportar
alimentos para sus poblaciones.

Asimismo, hay que recordar que Somalia, a pesar de las sequías
recurrentes, fue un país autosuficiente en la producción de alimentos
hasta finales de los años setenta. Su soberanía alimentaria fue arrebatada
en décadas posteriores. A partir de los años ochenta, las políticas
impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para que
el país pagara su deuda con el Club de París, forzaron la aplicación de un
conjunto de medidas de ajuste. En lo que se refiere a la agricultura,
estas implicaron una política de liberalización comercial y apertura de
sus mercados, permitiendo la entrada masiva de productos subvencionados,
como el arroz y el trigo, de multinacionales agroindustriales
norteamericanas y europeas, quienes empezaron a vender sus productos por
debajo de su precio de coste y haciendo la competencia desleal a los
productores autóctonos. Las devaluaciones periódicas de la moneda somalí
generaron también el alza del precio de los insumos y el fomento de una
política de monocultivos para la exportación forzó, paulatinamente, al
abandono del campo. Historias parecidas se dieron no solo en países de
África, sino también en América Latina y Asia.

La subida del precio de cereales básicos es otro de los elementos
señalados como detonante de las hambrunas en el Cuerno de África. En
Somalia, el precio del maíz y el sorgo rojo aumentó un 106% y un 180%
respectivamente en tan solo un año. En Etiopía, el coste del trigo subió
un 85% con relación al año anterior. Y en Kenia, el maíz alcanzó un valor
55% superior al de 2010. Un alza que ha convertido a estos alimentos en
inaccesibles. Pero, ¿cuáles son las razones de la escalada de los precios?
Varios indicios apuntan a la especulación financiera con las materias
primas alimentarias como una de las causas principales.

El precio de los alimentos se determina en las Bolsas de valores, la más
importante de las cuales, a nivel mundial, es la de Chicago, mientras que
en Europa los alimentos se comercializan en las Bolsas de futuros de
Londres, París, Ámsterdam y Fráncfort. Pero, hoy día, la mayor parte de la
compra y venta de estas mercancías no corresponde a intercambios
comerciales reales. Se calcula que, en palabras de Mike Masters, del hedge
fund Masters Capital Management, un 75% de la inversión financiera en el
sector agrícola es de carácter especulativo. Se compran y venden materias
primas con el objetivo de especular y hacer negocio, repercutiendo
finalmente en un aumento del precio de la comida en el consumidor final.
Los mismos bancos, fondos de alto riesgo, compañías de seguros, que
causaron la crisis de las hipotecas subprime, son quienes hoy especulan
con la comida, aprovechándose de unos mercados globales profundamente
desregularizados y altamente rentables.

La crisis alimentaria a escala global y la hambruna en el Cuerno de África
en particular son resultado de la globalización alimentaria al servicio de
los intereses privados. La cadena de producción, distribución y consumo de
alimentos está en manos de unas pocas multinacionales que anteponen sus
intereses particulares a las necesidades colectivas y que a lo largo de
las últimas décadas han erosionado, con el apoyo de las instituciones
financieras internacionales, la capacidad de los Estados del sur para
decidir sobre sus políticas agrícolas y alimentarias.

Volviendo al principio, ¿por qué hay hambre en un mundo de abundancia? La
producción de alimentos se ha multiplicado por tres desde los años
sesenta, mientras que la población mundial tan solo se ha duplicado desde
entonces. No nos enfrentamos a un problema de producción de comida, sino a
un problema de acceso. Como señalaba el relator de la ONU para el derecho
a la alimentación, Olivier de Schutter, en una entrevista a EL PAÍS: “El
hambre es un problema político. Es una cuestión de justicia social y
políticas de redistribución”.

Si queremos acabar con el hambre en el mundo es urgente apostar por otras
políticas agrícolas y alimentarias que coloquen en su centro a las
personas, a sus necesidades, a aquellos que trabajan la tierra y al
ecosistema. Apostar por lo que el movimiento internacional de La Vía
Campesina llama la “soberanía alimentaria”, y recuperar la capacidad de
decidir sobre aquello que comemos. Tomando prestado uno de los lemas más
conocidos del Movimiento 15-M, es necesaria una “democracia real, ya” en
la agricultura y la alimentación.

*Esther Vivas, del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de la
Universidad Pompeu Fabra, es autora de "Del campo al plato. Los circuitos
de producción y distribución de alimentos".

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