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lunes, 26 de marzo de 2012

Hospitales rebeldes sirios operan con cucharas

Hospitales rebeldes sirios operan con cucharas

Por Antonio Pampliega

Bajo la tenue luz de varios focos y dos linternas, un anestesista trabaja como cirujano dentro de una mezquita, donde ha montado un quirófano de urgencia.La represión de Al Assad ha llevado a situaciones extremas
Crédito foto: AP


Un coche frena bruscamente delante de la puerta de una mezquita del norte de Siria que esconde un hospital clandestino. El conductor, desesperado, clama por ayuda. Sus gritos son sobrecogedores. Se lleva las manos a la cabeza y mira al cielo pidiendo auxilio divino.


Dos hombres acuden rápidamente. Del asiento trasero sacan en volandas a un muchacho de no más de 20 años. Tiene el rostro descompuesto y comienza a palidecer. Un francotirador disparó hacia el coche en el que viajaba por Atari, provincia de Alepo. La bala atravesó el maletero y los asientos, alojándose en su cuerpo e hiriéndolo de extrema gravedad.


Los dos hombres lo conducen a toda prisa al interior del templo; un intermitente goteo de sangre muestra el camino a uno de los hospitales clandestinos que los opositores al régimen de Bashar Al Assad han tenido que habilitar para atender a los heridos.


Los enfermeros le quitan la chaqueta. La camiseta está empapada en sangre y se puede ver con claridad el agujero por donde salió la bala. Usan unas tijeras para cortar la ropa y comienzan a limpiar la herida. Cada segundo es vital para poder mantener al herido aferrado a la vida.


"La bala le ha entrado por la espalda y le ha salido por el pecho. Tiene el pulmón perforado y ha perdido mucha sangre. Está en estado crítico", afirma el doctor mientras se coloca los guantes de látex.


Este hombre de mediana edad y aspecto frágil en realidad es el anestesista, pero por falta de personal médico calificado se ha convertido, a marchas forzadas, en cirujano de urgencias. Por sus manos pasan los casos más graves y no siempre puede salvar la vida de todo el mundo.


"Con el instrumental que tenemos no podemos hacer absolutamente nada. El material quirúrgico que tenemos son cucharas", escupe mientras lanza una de las piezas con rabia contra la mesa.


La cuchara hace las veces de lanceta y una espumadera sirve de separador de costillas. Este hombre ha tirado de todo lo que tenía a mano para montar un quirófano de urgencia en la parte posterior de una mezquita.


"Así es imposible hacer nada", se vuelve a lamentar, mientras el suelo del quirófano comienza a llenarse de sangre.


El médico abre una pequeña cuchilla y comienza con una incisión precisa donde, a continuación, coloca un catéter de plástico. Todo bajo la tenue luz de varios focos y dos tristes linternas.


Puede estar contento: no se han producido cortes de luz y no está operando a oscuras. "Tiene un neumotórax", afirma mientras le fija el tubo con varios puntos. Las gasas cubiertas de sangre comienzan a amontonarse por doquier. Han conseguido frenar la hemorragia interna, ahora queda lo más complicado, poder mantener al muchacho con vida hasta poder suturar todo el daño provocado por el proyectil.


"La anestesia que tenemos es insuficiente. Carecemos de todo. Nadie nos ayuda y así lo único que podemos hacer es ponernos en manos de Dios", comenta un enfermero mientras con una mano sujeta una linterna y con la otra una bolsa de sangre.


La respiración del muchacho es intermitente. La vida se les escapa a la misma velocidad que la sangre abandona su cuerpo para tapizar el suelo. Cerca de ellos, en otra camilla, varios hombres están donando sangre del grupo 0+. En este hospital de campaña no tienen cámaras frigoríficas donde almacenar la sangre, sino que se extrae en el mismo momento.


En la puerta del quirófano esperan más aldeanos para poder donar sangre. Todo el mundo acude a echar una mano, mañana pueden ser ellos los que estén en esa misma situación. El doctor sin nombre arroja con rabia los guantes sobre la mesa donde reposa un instrumental cubierto de sangre. El muchacho continúa con vida. ¿Por cuánto tiempo? "Sólo Dios lo sabe", responde. Un herido más. Una urgencia más. Un día más en Siria.


Fuente: http://america.infobae.com/notas/46662-Hospitales-rebeldes-sirios-operan-con-cucharas

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