Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

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domingo, 28 de febrero de 2016


Hiyab: símbolo de disconformidad

A non-Muslim, I’m wearing a hijab to make a statement
Nora Jaffary es profesora de historia en la Universidad de Concordia. El 8 de noviembre empezó a usar el pañuelo para ir a trabajar para mostrar su oposición a la Carta de valores, y como gesto de solidaridad con las mujeres empleadas del sector público que llevan el hiyab en el trabajo y que se verían afectadas por dicha Carta .
Al día siguiente de que el Parti Québécois presentase el Proyecto de Ley 60 el 7 de noviembre, empecé a usar el hiyab en el trabajo, para mostrar públicamente mi oposición a la Carta de valores propuesta . Yo no soy musulmana, pero soy trabajadora del sector público – profesora de historia en la Universidad Concordia – y, como tal, pertenezco a una categoría de trabajadores que se verían afectados por la carta.
Ya llevo un tiempo planteándome llevar hiyab, no sólo para mostrar mi oposición al principio de esta carta de valores, sino también como un gesto de apoyo a las personas que el Proyecto de Ley 60 tiene como objetivos. Me pareció que llevar un pañuelo- o cualquier otro símbolo religioso visible –  es una estrategia potencialmente efectiva por desafiar la aplicación de la Carta, si se llega a aprobar el Proyecto de Ley.
Fui acercándome a este momento gradualmente. Antes de que la carta fuese incluso presentada, me compré un pañuelo que me podía poner en forma de hiyab. Me lo puse para ir a trabajar, de compras, a recoger a mis hijos de la escuela. Sentí los efectos inmediatamente. Otras mujeres que también llevaban pañuelo eran más propensas a mirarme fijamente; mientras que casi todo el mundo, la mayoría de las veces, miraba hacia otro lado. Sentí su malestar. O tal vez sólo me lo imaginé y era la única que se sentía  incómoda.
Me sentí tentada de decirles: “No soy musulmana”, sólo estoy haciendo esto para oponerme a la carta “.
Pero pensé que era hacer trampa . Cuando llegó el día en el que se presentó la carta, decidí que era hora de hacer un compromiso más firme- llevar un hiyab de manera más consistente , y llevar un hiyab adecuado.
Mi hijo menor, de 5 años, pensaba que el usar el pañuelo estaba bien. “Todo el mundo puede usar lo que quiera”, dijo. Pero mi hijo de 8 años estaba claramente incómodo cuando me vio cruzando el aula hacia él.
“Los niños se van a burlar de mí”, dijo. Estaba en lo cierto . “Mi hija está marginada en esta escuela,”  me dijo una madre con velo cuando estábamos en el parque viendo a los niños en fila para entrar en clase. “Tiene una amiga, cuya madre es tunecina. Cuando está fuera de la escuela, mi hija se pasa el día sola”.
El primer día que me puse el pañuelo para trabajar, las personas tuvieron reacciones mixtas. Los que no me conocen no dijeron nada, o no reaccionaron en absoluto. De hecho, no se hacía tan raro usar hiyab en Concordia. La universidad parecía un lugar menos tenso para llevarlo que el metro o las calles cerca de mi casa. La gente que me conocía, por el contrario, evitaron decir nada al respecto a menos que yo dijese algo primero. Un compañero me dijo : “Pensé que a lo mejor estabas intentando mantener las orejas calientes en este tiempo tan frío”.
Decidí que lo que había que hacer era simplemente declarar lo que estaba haciendo cada vez que veía a alguien que conocía  para que así entendiera por qué lo hacía.
Todos los compañeros con los que hablé me apoyaron. Desde ese primer día  he estado usando el pañuelo en Concordia, en mi lugar de trabajo, todos los días de trabajo. Algunos estudiantes parecen sorprendidos. No estoy segura de si creen que esto es lo que un profesor debería estar haciendo, o si creen que se trata de una acción inapropiada para un no- musulmán. Sospecho que son, comprensiblemente , más cautelosos que mis compañeros de entrar en una discusión política conmigo sobre un asunto que no es estrictamente académico.
Le dije a Ada, una de las madres con pañuelo de la guardería, que yo llevaba hiyab a trabajar y me dijo : “Estoy preocupada de que te sea difícil. ¿No es peligroso? ”
Yo le digo que realmente no es difícil (aunque puede ser incomodo a veces, y en ocasiones me resulta difícil escuchar, especialmente por teléfono) . Tengo compañeros que me apoyan. Tengo la protección de un sindicato formidable. Tengo capital cultural .
En estos momento, es mucho más difícil ser una persona que lleva el pañuelo y no tiene ninguno de estos privilegios. Parece mucho más valiente una mujer que lleva el hiyab cada día, como Ada, y dice adiós a sus hijos cuando entran en el patio de la escuela, donde otros niños están aprendiendo a buscar y a valerse de la diferencia. Parece mucho más problemático que un hiyab pueda ser un motivo de exclusión o aislamiento de uno de los niños.
Todos nosotros estaríamos dispuestos a hacer casi cualquier cosa para que la vida de nuestros hijos fuese más feliz, y más fácil, y que alcanzasen el mayor éxito. No quitarse el pañuelo, cuando uno sabe que todo eso cosas está en juego, es realmente valiente.

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