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viernes, 22 de abril de 2016

Regreso a Palmira, saqueada por el ISIS

Isber Sabrine. Este joven arqueólogo motoriza la reconstrucción de la ciudad y la recuperación de objetos históricos robados. Buscará ayuda en la Argentina.

POR MARIA LAURA AVIGNOLO DESDE PARIS

Palmira, la novia del desierto sirio, con uno de los legados de monumentos, arcos y tumbas grecorromanos mejor preservados del mundo, fue recuperada por las fuerzas del dictador Basher Al Assad, con el apoyo de las milicias de Hezbollah, las fuerzas especiales y la aviación rusa. Había caído en manos del ISIS en 2014 y sus valiosas ruinas fueron voladas o destruidas a martillazos por los terroristas. Una población de 100.000 habitantes se transformó en una ciudad fantasma: sólo 3.000 personas siguieron viviendo allí y al menos 300 fueron masacradas por el ISIS.
El gran interrogante era qué había quedado de sus magníficas ruinas y cuándo y cómo se podrán reconstruir. Así aparece el héroe de esta historia: Isber Sabrine. Es un arqueólogo sirio de solo 30 años , cristiano, del valle Homs, que se transformó en un activo protector de la herencia cultural en un país arrasado por la guerra civil, los bombardeos indiscriminados y la barbarie. Cuando terminaba sus estudios en Gerona se inició el conflicto; sintió una gran impotencia y decidió crear Patrimonio por la Paz, una organización humanitaria que busca proteger y salvar el patrimonio histórico y cultural de un país en conflicto. Negocia, ruega, habla con los dos bandos, entrega a todos una lista para que no bombardeen las ruinas, consigue fondos y un grupo de 200 voluntarios en Siria arriesgan su vida para tratar de salvar los 10.000 sitios arqueológicos del país. Por esta ciudad pasaron –desde la Prehistoria– otomanos, asirios, fenicios, arameos... Si el ISIS volviera a esta ciudad, no quedarían nada más que piedras derruidas.
Su próximo paso es visitar la Argentina para conseguir que la amplia comunidad siria en el país lo ayude a recuperar lo perdido y también para que los ancianos recuerden su tierra, en un ejercicio de reconstrucción y de memoria.
–¿Cuáles son los daños en Palmira hoy? ¿Qué quedó en pie?
–En Palmira la destrucción de patrimonio es muy grande. Hemos perdido el templo de Bel, también otro que básicamente ya está totalmente arrasado: el templo de Baalshamin. Además las tumbas generales de Palmira, que han sido muy importantes, también han sido destruidas. Fue destruido el Museo de Palmira, y todavía tenemos que evaluar los daños. Necesitamos tiempo, unos dos meses, para poder evaluar lo que ha pasado, porque ahora también es muy difícil moverse en la ciudad. El ISIS ha dejado bombas ígneas y minas. Por eso es muy difícil poder determinar los daños.
–Con la Fundación han podido entrar en Palmira, ¿hay arqueólogos que en este momento estén trabajando o evaluando el daño en Palmira?
–Actualmente no tenemos gente en Palmira. Quien está ahora es la Dirección General de Actividades y de Museos, una administración estatal que trabaja con el gobierno sirio. Ellos son capaces de poder evaluar todo el daño sufrido. Todavía necesitamos un tiempo para coordinar otras organizaciones y ver cómo podemos actuar. Lo importante en Palmira no es pensar solo en evaluar los daños o en asumir la destrucción del sitio: lo importante es el pueblo de Palmira. A nosotros nos preocupan más estos refugiados que ha dejado Palmira, que son 70.000 habitantes que están en el desierto o en otros pueblos. Queremos que vuelvan a Palmira. No podemos pensar en las piedras y en las ruinas si la gente del sitio no ha vuelto a su casa.
–Ante la ocupación del ISIS y el avance de las fuerzas de Basher Al Assad, Palmira quedó prácticamente desierta...
–Palmira llegó a esta situación trágica el año pasado cuando entró el ISIS –aunque hasta mayo de 2015 estaba bajo control de las fuerzas armadas del ejército sirio de Assad. La situación cambió dramáticamente y los grandes problemas comenzaron entonces.
–¿Cómo cree que se puede reconstruir el templo de Bel y recuperar los objetos desaparecidos del Museo?
–El Museo no ha perdido mucho porque, antes de que entrara el ISIS en Palmira, la Dirección Nacional de Administración de Museos pudo recuperar y también transportar las piezas más importantes. Por lo tanto, ahora lo importante es pensar en la restauración de los templos de Bel, de Baalshamin y de las tumbas. Pero no podemos pensar en ello porque lo prioritario es brindar ayuda. Es pensar cómo podemos apoyar. Por ejemplo: ir adonde están las piedras de la explosión y recolectarlas, limpiarlas y numerarlas. Es algo importante. En estos últimos años, hay una técnica nueva que ha salido a la luz, que es la reconstrucción a través del 3D. El 3D es una técnica capaz de reconstruir el monumento como era antes, utilizando muchas imágenes de la pieza desaparecida o destruida. Es posible. Obviamente, el monumento no va a ser como era antes, pero es algo que puede recuperar un poco la imagen del sitio perdido.
–Al mismo tiempo es necesario dejar un testimonio de lo que fue esta barbarie en pleno siglo XXI. ¿Qué van a hacer: dejar piedras, algún arco explotado? ¿Cuál va a ser el testimonio de lo que pasó allí?
–Claro, eso es algo de la historia también. Es algo nuevo el terrorismo global que hoy tenemos. Eso no ha pasado aquí en los últimos siglos. Por lo tanto, todavía tenemos que discutir mucho. Con los expertos mundiales de la UNESCO y otras organizaciones vamos a debatir cómo vamos a reconstruir. Pero la prioridad ahora es la gente y las primeras ayudas al sitio arqueológico. Cuando todo se estabilice, después vamos a pensar cómo reconstruir. Retomando lo que decía antes, hay un proyecto que está muy bien, dedicado a Palmira, presentado por la Universidad de Oxford y la Universidad de Harvard, para construir un modelo 3D del templo de Bel, que se va a realizar en varios sitios del mundo. En Londres, New York, Sidney, Dubái, para dar a conocer lo que ha pasado en Palmira y crear este templo de las víctimas del terrorismo cultural.
–¿Qué papel jugó la población en la protección de los templos? ¿Se pudo preservar patrimonio de algún modo? Al mismo tiempo ustedes hicieron una “lista de monumentos a no bombardear”. ¿El ISIS los tuvo en cuenta?
–Sí, nosotros hemos podido diseñar una lista de sitios para no atacar y se la hemos dado a los ejércitos para no atacar los monumentos y los sitios arqueológicos. No todas estas listas han sido respetadas por todas las partes en conflicto. Siempre hemos optado por la paz o dialogar con muchas partes del conflicto sirio. Lo único que no podemos es negociar con los terroristas. Ya sabemos que el ISIS cuando entra encuentra en el patrimonio cultural un objetivo importante para atacar. Lo hace por varios motivos: teológicos y también políticos.
–Y financieros, ¿no? Ellos trafican los restos del patrimonio y los venden en el mercado negro.
–Exacto. Nosotros tenemos información que indica que el ISIS ha utilizado mucho la explotación ilegal también. El tráfico ilegal para poder financiar sus actividades y sus operaciones militares. Y todavía no podemos saber el daño que han causado porque no se ha podido excavar en muchos lugares donde no sabemos qué hay. No están catalogados. Nadie sabe exactamente qué es lo que hay en esas ruinas y por otra parte deben estar también inaccesibles porque muchos lugares los controla aún el Estado Islámico.
–La gente que compra estos objetos, los coleccionistas, ¿conocen el origen, las condiciones en que fueron traficados? ¿Ustedes creen que ese patrimonio se podría recuperar, aun cuando pueda estar en manos de coleccionistas en todo el mundo?
–Es muy difícil saberlo y muy difícil pensar en recuperarlo. Esperamos que las leyes del patrimonio y de la exportación de los objetos arqueológicos mejoren, porque los coleccionistas han aprovechado la falta de leyes. Hay una gran falta de coordinación entre los gobiernos en Europa y también en Estados Unidos para poder detener el tráfico ilícito. Nosotros tenemos muchas esperanzas en que estas leyes mejoren. Además, es muy importante también trabajar con los especialistas locales en Siria y en Irak para poder generar una sensibilización en contra del tráfico ilícito y de las extracciones locales. En nuestra organización tenemos un proyecto que tiene como objetivo destruir el tráfico ilícito y las extracciones ilegales, a través de las mezquitas y los imanes. Con esos imanes nosotros queremos hacer cursos de formación de leyes internacionales de patrimonio, sobre las leyes también locales y sobre la relación entre el islam y el patrimonio cultural. Queremos integrar a la población civil y la gente local en la protección del patrimonio.
–¿Ya ha comenzado ese contacto con los imanes en el interior de Siria, para tratar de formarlos? ¿Hay un grupo de especialistas que está tratando en Siria de salvar el patrimonio?
–Sí. Ahora nuestra gran preocupación es ayudar a la gente en Siria, porque quienes están en el terreno son los más capaces para proteger el sitio. Nosotros tenemos un grupo de activistas que han podido realizar un gran trabajo en varios sitios, para poder salvar el patrimonio. Pero no es fácil encontrar subvenciones y financiamiento para ayudar a esta gente, que tiene grandes problemas. Llamamos a todas las instituciones del sector cultural, a ayudar a quienes están en el sitio para trabajar en la protección del patrimonio.
–¿Cuál es el papel de Turquía en este mercado ilegal? ¿Son los coleccionistas alemanes los grandes traficantes de este mercado negro?
–Podemos decir que en Turquía funciona la base de todo el tráfico ilegal. Todos los coleccionistas viajan a Turquía para buscar piezas ilegales. Además, allí existen recursos bastante modestos para poder trabajar contra este tráfico ilícito. Esperamos que el papel de ese país mejore para poder controlar sobre todo el tráfico de objetos, porque la mayor parte está saliendo desde Turquía. Es muy difícil también identificar la nacionalidad de los coleccionistas. Sabemos que allí también existe una mafia y que en Alemania funciona un mercado importante de tráfico ilegal. Pero para eso hay que tener las fuerzas unidas. Que Interpol, las fuerzas locales, la UNESCO y varias otras instituciones hagan las cosas en equipo. También se debe trabajar mucho con los investigadores locales para lograr la sensibilización contra el tema del tráfico ilegal y también contra la extracción ilegal.
–La destrucción de Palmira es bastante diferente de la que ocurrió en Tombuctú, en Malí, donde la UNESCO intervino y puso en marcha la reconstrucción de la ciudad. La destrucción en Palmira tiene más relación con lo que ocurrió con los budas dinamitados en Afganistán que no pudieron ser reconstruidos... ¿es así?
–En Afganistán ya se ha podido hacer un proyecto en 3D para reconstruir las estatuas de Buda en Bamiyán y han podido mostrar cómo eran antes las estatuas. Es un grupo de especialistas de origen chino que ha podido hacer eso.
–Esperemos que se pueda hacer lo mismo entonces en Palmira.
–Sí. Pero eso pasó en Bamiyán, después de 10 años, en 2015. Estuvieron cerca de tres años para poder realizar ese modelo en 3D.

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