ISRAEL NO TIENE DERECHO A EXISTIR. ESTE ARTÍCULO DE JUANLU
GONZÁLEZ HA SIDO VETADO EN REBELION
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Purificacion Gonzalez de la Blanca
17 abr a las 8:19
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Ojos para la Paz
No sería la primera vez que Rebelión veta artículos. Ya lo
hizo con nuestro compañero Jorge Beinstein, y ahora lo hace de nuevo con
nuestro también compañero Juanlu González. Se entiende que no todo lo que se
envía ha de publicarse, pero existen fundadas sospechas de que hay temas que no interesan, más cuando se trata
de autores de reconocida solvencia...
Israel no tiene derecho a existir
bitsrojiverdes.org
Por Juanlu González -10/04/20183892 1
Evolución del territorio palestino desde el año 1947 hasta
la actualidad
Va siendo hora de que un nuevo paradigma se vaya instalando
en la opinión publica internacional. Si algún día la creación del Estado de
Israel tuvo sentido, cuestión más que opinable, hoy ya perdió todos sus activos
originarios y se acerca el día de solventar este error histórico y reparar el
sufrimiento causado por la arbitraria, injusta e ilegal medida de la creación
del régimen de Israel en tierras palestinas.
Los hechos que hoy damos todos y todas por consumados no
pueden nublarnos el entendimiento y hacernos perder la capacidad de raciocinio.
Israel no tiene derecho a existir, su existencia en sí misma es un peligro para
la región y, si hacemos caso a reiterativos estudios demoscópicos
internacionales, para toda la humanidad. La población mundial considera cada
año —no sin motivo— a Israel como el segundo foco generador de inestabilidad en
el planeta, tras su mentor, Estados Unidos.
Vayamos a la génesis del problema. La prensa, la literatura
o el cine occidental tratan, con innegable éxito, de presentarnos la creación
de Israel como la vuelta a casa de personas expulsadas de su tierra dos mil
años antes. Con tal bombardeo desinformativo combinado durante tantísimos años
desde una amalgama de medios masivos, buena parte de la opinión pública ha
interiorizado —sin la interposición de ningún filtro intelectual— que tal
dislate es posible. ¿Alguien en su sano juicio podría pensar que los judíos de
la actualidad son descendientes de los que vivieron en Palestina hace dos mil
años? La gente se mezcla, cambia de religión, de pareja, tiene hijos
ilegítimos… ¿cómo puede pensar una persona cualquiera que tiene derechos de
herencia sobre unas tierras en las que —supuestamente— sus antepasados vivieron
hace 20 siglos, pisoteando los derechos de sus actuales habitantes? ¿En qué
cabeza cabe? Pues bien, esa estupidez es una de las bases del régimen de
Israel.
Pero aún hay más, la inmensa mayoría de los judíos (más del
80%) de la actualidad proceden del Cáucaso, no de Palestina. Se trata de los
judíos ashkenazis, europeos provenientes de antiguas conversiones masivas sin
relación alguna con “tierra santa”. Recientes estudios de genética de
poblaciones han revelado esa desconexión. ¿Qué razón les asiste para arrogarse
el derecho de robar tierras a sus legítimos habitantes? ¿las películas de
Hollywood? No se me ocurre ninguna otra.
Es cierto que hay judíos semitas, pero son muy pocos y están
absolutamente discriminados por el democrático régimen sionista. El término
antisemitismo para aplicarlo a la hostilidad contra la totalidad del pueblo
judío es una grave contradicción, sobre todo porque, si hay una comunidad
semita en la región, no es otra que el pueblo palestino.
Podrían aducirse motivos religiosos, no étnicos. Pero aún
así el disparate no hace sino aumentar. Es como si los fieles de la Iglesia de
la Cienciología de todo el mundo reclaman dentro de cientos de años a Estados
Unidos el estado de California para fundar un estado porque fue una de las
cunas de su religión y decidan expulsar de allí a sus ciudadanos. Si admitimos
ese tipo de argumentaciones para justificar la fundación del estado de Israel
¿por qué no admitimos las reivindicaciones islamistas sobre al Andalus? Pues
eso… que sorprende la ligereza con la que se comulga tan tranquilamente con una
rueda de molino de este calibre.
Desde el punto de vista religioso, Israel también es una
aberración. No pocos rabinos ortodoxos defienden la literalidad de sus sagradas
escrituras, que afirman que no podrá establecerse un estado judío en Palestina
hasta la llegada del mesías. Para ellos el sionismo, el colonialismo hebreo
moderno, es el peor enemigo de la religión judía.
Vayamos a temas solidarios y empáticos. Se supone que, los
judíos de Centro Europa, tras el holocausto provocado por los nazis alemanes,
necesitaban un nuevo hogar donde vivir y por eso se marcharon a Palestina.
Pero… ¿los nazis no fueron derrotados? ¿por qué no pudieron quedarse en sus
lugares de origen? Y, sobre todo, ¿qué tuvo que ver el pueblo palestino en el
comportamiento de los nazis alemanes? ¿por qué no crearon Israel en un estado
de Alemania? ¿por qué castigaron a los palestinos por los crímenes de los
nazis? No tiene ningún sentido y, sobre todo, es una injusticia histórica
enorme.
Pero también es una ilegalidad manifiesta. La ONU jamás tuvo
entre sus competencias la creación de un país en contra de la voluntad de sus
habitantes. El acto de creación de Israel fue y es nulo de pleno derecho, por
mucho reconocimiento que adquiriera entre la comunidad internacional, sin duda
impelido por las presiones diplomáticas de los gobiernos más fuertes del mundo
o por las prebendas de la banca Rothschild, uno de los grandes financiadores
del invento de estado desde la nada.
A pesar de todo lo que antecede, Israel se establece sobre
suelo palestino hace casi 70 años. Como se atrevió a decir Golda Meir sin
ruborizarse, el régimen sionista se edifica en “una tierra sin pueblo sobre un
pueblo sin tierra”. Defendían que Palestina, sobre todo la parte regalada a los
extranjeros llegados de todo el mundo, era poco menos que un erial, que estaba
vacía. Durante años era uno de los falsos mitos en los que se basaba la épica
judía.
No ha sido hasta fechas recientes cuando historiadores
israelíes han demostrado que uno de los pecados originales del estado hebreo es
que se constituyó sobre la limpieza étnica ejecutada por los grupos terroristas
que constituyeron el protoejército israelí. Mediante técnicas que harían
sonrojarse al Daesh, expulsaron a centenares de miles de personas que huían
despavoridas ante los asesinatos en masa, atrocidades y crímenes contra la
Humanidad cometidos por los pioneros del Tsahal. Tras ellos llegaron las
excavadoras para borrar las pruebas.
Pero no quedó ahí la cosa. Cada día, desde el mismo momento
de su artificiosa creación en 1948, Israel ha estado en guerra con los países
limítrofes. Ha ocupado tierras de muchos de ellos y no ha cesado de expandirse
más allá de sus fronteras originarias. Mientras sus líderes acusaban a los
estados árabes de atentar contra su soberanía territorial, no paran de robar
tierras palestinas, sirias o libanesas, ante la pasividad de la comunidad
internacional. Es un país de fronteras desconocidas, un verdadero cáncer en la
región que pretende expandirse hacia su periferia por la fuerza de las armas
que les proporciona su, según se mire, aliado o títere, Estados Unidos.
El listado de atrocidades cometidas por Israel en sus 70
años de vida es infinito. Magnicidios, terrorismo de estado, crímenes de guerra
y lesa humanidad, ejecuciones extrajudiciales, limpieza étnica, miles de niños
asesinados, uso de armas químicas, utilización de munición de racimo contra
población civil, tortura, detenciones de miles de personas sin cargos, castigos
colectivos, violación sistemática de los derechos de la infancia…
Israel es un estado fallido que depende de la afluencia de
dinero y colonos desde el exterior para mantenerse. Su subsistencia se basa en
la aplicación permanente de un estado de apartheid contra buena parte de su
propia población, los árabes israelíes. El racismo y la guerra están impresos
en su ADN. No se trata de una situación coyuntural que depende de la filiación
del gobierno de turno. Se trata del modelo en sí, no hay solución posible en el
estado actual de las cosas.
El periodo de gracia de Israel ha expirado definitivamente y
deja tras de sí un halo de muerte y destrucción. Es hora de cambiar de
paradigma. Israel no tiene derecho a existir.
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