¿QUIEN RESULTÓ DAÑADA EN SIRIA?, Art. de Ruperto Concha, que
nos llega desde Chile
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16 abr a las 15:54
Ojos para la Paz
En términos estratégicos, la pataleta de Donald Trump y sus
halcones obesos tuvo el efecto de consolidar la alianza de China y Rusia con
Irán, Turquía y las repúblicas árabes de Irak, Siria y el Líbano. De hecho,
China ya disminuyó en un 40% sus compras de petróleo a Arabia Saudita, y las
reemplazó por petróleo que le compra a Irán, en momentos en que el precio del
petróleo se mantiene por encima de los 70 dólares por barril.
Crónica de Ruperto Concha: ¿Quién resultó dañada en Siria?
15 abril, 2018
Por Ruperto Concha / resumen. cl
Ayer sábado, a eso de las 5 de la madrugada, el gobierno de
Estados Unidos jugó su apuesta mayor en lo que Occidente cree que es el Póquer
Estratégico Mundial. Lanzó nada menos que 103 misiles desde barcos en el Mar
Rojo y aviones bombarderos de sus bases de Qatar y de la isla de Chipre. Igual
que el año pasado, tuvo buen cuidado en dar amplios rodeos para evitar cruzar
por las zonas defendidas por las fuerzas de Rusia.
Cuando llegaron a destino, lograron atinar 32 de sus 103 misiles,
sobre instalaciones militares del gobierno de Siria, que habían sido evacuadas
dos días antes, cuando los servicios de inteligencia rusos detectaron que había
un ataque ya inminente.
De hecho, no quedaba en ellas ni presencia humana ni
elementos técnicos valiosos. Las defensas antiaéreas sirias, aunque sólo
disponían de armamento de la época soviética, lograron sin embargo interceptar
el 71% de los misiles lanzados por Estados Unidos y sus asistentes británicos y
franceses.
Tanto en Estados Unidos y Europa, como en Rusia y el Medio
Oriente, quedó perfectamente claro que ese bombardeo no fue más que un ruidoso
evento publicitario que no altera ni en lo más mínimo la situación estratégica
en Siria y también en Irak.
De hecho, en términos militares, ya se produjeron efectos
muy adversos para las fuerzas de la llamada “coalición” que encabeza Estados
Unidos. Desde ya, Rusia anunció que ahora proporcionará a Siria baterías de sus
poderosos misiles antiaéreos S-300, con nuevos avances tecnológicos incorporados,
así como nuevos radares de detección temprana.
Y las fuerzas del ejército leal de Siria ya concluyeron la
ocupación total de la zona de Gouta, el último gran baluarte de Al Nusra y Al
Qaeda en el territorio, y efectivos de la policía militar rusa, a petición del
gobierno sirio, han asumido la seguridad pública y el limpiado de minas y
trampas explosivas, así como la protección del contingente de expertos en armas
químicas, de las Naciones Unidas, que desde ayer se encuentran en Gouta,
invitados por el gobierno de Basher Assad para investigar eso de las supuestas
armas químicas.
Pero, detrás de esa ofensiva tan inofensiva, se produjeron
otros efectos realmente graves para la correlación de fuerzas militares,
políticas y económicas no sólo en el Medio Oriente, sino también en Europa,
Estados Unidos y, sobre todo, en el interior de las Naciones Unidas. Vamos
viendo.
En Estados Unidos, quedó en evidencia el antagonismo entre
el equipo de paisanos belicistas, encabezados por John Bolton, asesor de
Seguridad de la Casa Blanca, y Mike Pompeo, director de la CIA y actual
postulante a Ministro de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, versus el
equipo del alto mando militar de Estados Unidos, encabezado por el ministro de
defensa, general en retiro James Mattis, y el jefe del Estado Mayor Conjunto de
Estados Unidos, general Joseph Dunford.
Abrumado por la seguidilla de escándalos de su gobierno,
además del efecto contraproducente de su guerra comercial contra China, y por
la ya inocultable derrota de Estados Unidos en Siria, el presidente Donald
Trump necesitaba ahora desesperadamente distraer a la opinión pública
exhibiendo alguna acción supuestamente triunfal.
Bolton y Pompeo aconsejaron fervientemente a Trump
desdecirse de sus anuncios de retirada de Siria y aprovechar las acusaciones
británicas contra Rusia por un supuesto ataque químico y acusaciones contra un
supuesto uso de ataques con armas químicas por parte del gobierno sirio en el
enclave de Al Nusra en Gouta Oriental.
Los generales señalaron con claridad y con detalle el
peligro de que un ataque contra Siria implicaría un grave peligro de derivar en
una escalada de guerra imposible de controlar. En esas circunstancias, Trump le
encomendó a ambos generales la misión específica de planificar el ataque de tal
manera que en ningún momento amenazara a las instalaciones ni a las fuerzas
militares de Rusia, y, a la vez, que, en lo posible, no provocara tampoco
víctimas humanas.
El analista alemán Christian Trippe, de la Deustche Welle,
del gobierno alemán, comentaba ayer, con desprecio, que el mundo estaba
quedando a merced de un enfrentamiento entre militares con racionalidad y
experiencia, versus políticos ignorantes e inescrupulosos.
Los generales cumplieron el encargo. Realizaron a la
perfección el ataque más intenso… ¡y más inofensivo!, y Donald Trump se asomó,
triunfal ante la tele, para decir la ridícula frase “Misión Cumplida”.
En términos estratégicos, la pataleta de Donald Trump y sus
halcones obesos tuvo el efecto de consolidar la alianza de China y Rusia con
Irán, Turquía y las repúblicas árabes de Irak, Siria y el Líbano. De hecho,
China ya disminuyó en un 40% sus compras de petróleo a Arabia Saudita, y las
reemplazó por petróleo que le compra a Irán, en momentos en que el precio del
petróleo se mantiene por encima de los 70 dólares por barril.
Por el otro lado, la difícil alianza de la llamada
“coalición occidental” ha quedado en un problemático vacío de estrategia y
contradicciones políticas. De hecho, la propia BBC de Londres afirmaba el
viernes, en vísperas del ataque, que la inminente acción contra Siria sería el
primero de toda una serie de ataques que continuarían hasta destruir por
completo la Fuerza Aérea de Siria.
Sin embargo, en su declaración triunfal, Donald Trump
enfatizó que el ataque había sido, fíjese Ud., una acción única y que Estados
Unidos no se propone iniciar una guerra contra Siria. Y ese anuncio de Trump
fue corroborado por los generales James Mattis y Joseph Dunford. O sea, las
esperanzas británicas se hicieron humo en términos bastante ridículos.
En toda Europa, los partidos de izquierda y los partidos de
derecha coincidieron en condenar la participación de Francia e Inglaterra en el
ataque contra Siria. De hecho, en Alemania, las presiones internas del Partido
Social Demócrata, y la oposición de los partidos Alternativa Alemana, de
derecha, y Partido Verde, forzaron a la primera ministro Angela Merkel a
negarse a participar en el ataque, pese a las intensas presiones de Washington.
Lo mismo ocurrió también en Italia. Y en Francia y España, los partidos de
oposición han ganado muchísima más fuerza por el temor de la ciudadanía de que
el aventurerismo guerrero de Washington convierta a los europeos en carne de
cañón en una guerra contra Rusia.
Por otra parte, Suecia apoyó, claro, a Estados Unidos,
rechazando la condena propuesta por Rusia por el ataque a Siria que constituyó
violación flagrante a la Carta de las Naciones Unidas. Pero, fíjese Ud., el propio
embajador de Suecia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Olof
Skoog, señaló ante la prensa que el ataque contra Siria constituye una
violación del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas.
En el caso británico, el Partido Laborista condenó la
participación militar de Inglaterra y denunció que la primera ministro Theresa
May actuó sin consultar al Parlamento. La dureza de la denuncia laborista tiene
especial importancia ya que, según las encuestas, será el partido vencedor en
las próximas elecciones del Reino Unido.
En términos de opinión pública, por primera vez la gran
prensa de Estados Unidos se está refiriendo a las acusaciones de Washington y
Londres contra Siria, como historias basadas en un “supuesto” uso de armas químicas,
un hecho no comprobado, y que el ataque fue lanzado precisamente en los
momentos en que expertos de la Organización Mundial contra las Armas Químicas
debían iniciar la investigación en el terreno donde el supuesto ataque químico
se habría realizado.
A juicio de los más importantes periódicos de Estados
Unidos, tanto el ataque de ayer como el uso de expresiones insultantes contra
el Presidente Vladímir Putin, por parte de Donald Trump, han llevado a
prácticamente imposibilitar un acercamiento de colaboración con Rusia en
procura de algún plan equilibrado para el Oriente Medio.
Por el contrario, se prevé que Rusia intensificará su apoyo
en tecnología militar, armamento y coordinación estratégica con sus aliados.
Esto, en momentos en que los trágicos incidentes por la matanza de civiles en
la franja de Gaza, por parte del ejército israelí, y los repugnantes videos de
soldados israelíes festejando con risas cuando civiles palestinos caían
heridos, han creado un movimiento de ira sorda en contra de los reyezuelos
petroleros que aparecen aliados con Israel.
De hecho, hay coincidencia entre los analistas de política
internacional en que es previsible que se produzca una guerra directa entre
Irán e Israel, que en realidad sería un prolegómeno de la Tercera Guerra
Mundial.
En esos términos, el daño que provocó el ataque de Estados
Unidos y sus asistentes contra Siria, fue materialmente insignificante. Pero el
daño al prestigio y a la supuesta justificación de esa coalición es bastante
mayor, aún sin contar los efectos estratégicos previsibles. Pero, ¿qué efecto
ha tenido este ataque sobre Rusia, sobre el gobierno ruso?… ¿Qué sienten el
pueblo ruso y los pueblos de sus aliados por la aparente pasividad militar de
Moscú?
En su titular del sábado, el diario The Washington Post
destaca burlonamente que Rusia reaccionó con palabras, pero sin acciones
militares. ¿Implica eso que Rusia puede ser un aliado tan poco fiable como
Estados Unidos?…
En realidad, esa duda nos retrotrae al análisis que expuse
en mi crónica del domingo pasado: Occidente puede blufear como jugando póquer.
Pero ni Rusia ni China están jugando póker. Ellos juegan ajedrez. Washington
elevó al máximo su apuesta con el ataque a Siria. De hecho, muchos comparan esa
situación con la crisis de los misiles de 1962, por las bases nucleares en
Cuba.
Pero la comparación es defectuosa. Ni Moscú ni Pekín pueden
darse el lujo de asustarse y de irse al plato. Esas dos potencias orientales
siguen actuando en términos implacablemente racionales.
Es posible que el ataque de ayer haya sido un punto de
quiebre del inmenso bluff occidental y que hacia adelante la alternativa
implacable sea: Equilibrio en Guerra Fría, o Caos nuclear.
Habrá que seguir muy atentamente los procesos políticos que
están haciéndose sentir y presentir en Estados Unidos y Europa.
Pero, a la vez que el enfrentamiento entre líderes acapara
la atención de los diarios, otros procesos están captando la atención de los
observadores inteligentes. De ellos, hay cada vez más científicos del área
humanista que observan con preocupación la pasividad con que las masas sociales
enfrentan el caos, la corrupción y la brutalidad belicista.
De hecho, estoy traduciendo una serie de artículos de
importantes personalidades de las ciencias sociales, acerca, por ejemplo, de
que los partidos políticos parecen estar luchando sólo por alcanzar el poder y
no en defensa de programas o de ideologías.
A la vez, cómo hay también un número inmenso aunque aún
indeterminado de ciudadanos que ya no participan en protestas y movilizaciones
de cara ante una autoridad que deja de ser legítima, por corrupción.
Y, en cambio, se dan por satisfechos con leer pildoritas
conceptuales en sus teléfonos móviles, y creen que participan socialmente
subiendo frases en las redes sociales.
Y esa pasividad no se limita a la política. De hecho,
pareciera que el supuesto compromiso ciudadano con la defensa del medio
ambiente está tendiendo a convertirse en una romántica serie de pequeñas
medidas, algo así como “no pisen las flores”, mientras se continúa con el
delirio de identificar la felicidad con el consumo.
Noticias sobre ello están pasando inadvertidas, acalladas
por el estruendo de los dominadores del mundo.
El viernes pasado, la AIE, Agencia Internacional de Energía,
informó que el consumo de petróleo a nivel mundial ya superó, diariamente, los
99 millones de barriles. Esto es, un consumo de más de 1.800 millones de litros
de petróleo cada día. Y, junto con ello, se prevé que ese consumo diario
seguirá aumentando cada año a un ritmo de un millón 600 mil barriles. Frente a
eso, los programas de uso de energías no contaminantes resultan patéticamente
exiguos. ¡Como taparse el sol con un dedo!
Otra noticia que ha sido ignorada es la verificación de que
las corrientes marinas se están debilitando, y con ello, está disminuyendo el
transporte de oxígeno, de nutrientes y de vegetales marinos que absorben
anhídrido carbónico de la atmósfera. El debilitamiento de las corrientes
marinas, además, altera los regímenes de lluvias y temperaturas, con efectos
caóticos.
También se reveló el resultado de la autopsia de un
cachalote joven cuyo cuerpo varó en una playa turística de España. En esa
autopsia se reveló que el enorme mamífero marino había muerto por efecto de
ingerir basuras plásticas, trozos de vidrio y fragmentos de redes de pesca
industrial, que habían colapsado su aparato digestivo. Sólo en el estómago
encontraron 29 kilos de basura plástica.
O sea, ya los océanos se han convertido en basurales donde
el alimento natural está desapareciendo por sobre explotación de pesca
industrial y por alteración química del agua de mar. Los animales se empiezan a
morir de hambre y comen cualquier cosa que parezca alimento.
Otra noticia, del 26 de marzo: La Organización
Intergubernamental de Ciencia y Política de Biodiversidad y Ecosistemas informó
que el aumento de la población, unido al aumento del consumo, ya está ocupando
prácticamente la totalidad de las tierras disponibles para la agricultura, y ya
está reduciendo a extremo los escasos terrenos de reservas naturales en todo el
planeta.
Si este crecimiento de la población y del consumo se
mantiene, en pocas décadas habrán desaparecidos los últimos vestigios de la
vida silvestre, y, con ello, también las últimas esperanzas de que la naturaleza
por sí misma pueda sostener su capacidad de sustentar la vida.
Oiga, ¿podemos seguir tomándonos en serio ese carnaval de
locos en que se ha convertido el mundo serio de los señores políticos y
economistas?
Oiga, ¿podemos darnos el lujo de sentir que el teléfono
celular y las redes sociales sirven para reemplazar la acción política y social
verdadera de personas verdaderas humanas y comprometidas?
Hasta la próxima, gente amiga. Hay que cuidarse. Hay
peligro. Y nosotros mismos podemos se parte del peligro que nos amenaza.
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