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jueves, 25 de octubre de 2018

Captagon, el 'mito' de la droga yihadista

TERRORISMO

Escenario del atentado de París REUTERS
Un informe del Observatorio sobre Drogas de la UE descarta su uso en atentados en suelo europeo
Fármaco legal en los 60, ahora se distribuye como una anfetamina más, usada en Oriente Medio y en el frente de Siria
Un superviviente del atentado en la Sala Bataclan de París, en 2015, describió a los terroristas como «muertos vivientes» que ejecutaron a 100 personas sin pestañear. Cuatro días después del ataque, la publicación francesa 'Le Point' difundió un vídeo con jeringuillas, dosificadores y tubos hallados por la policía en la habitación de hotel alquilada por Salah Abdleslam, uno de los miembros de la célula del Estado Islámico (EI). De nada sirvió que el mismo medio informara a las pocas horas de que el material médico era el usado por técnicos para buscar ADN de los terroristas. La inmediatez informativa hizo el resto y medios de todo el mundo -también este diario y el resto de la prensa española- dio por hecho que el comando se inyectó algún tipo de droga antes del ataque. Una sustancia en concreto, captagon.
Bautizado con éxito evidente como 'la droga de los yihadistas', el captagon es efectivamente una droga. Su composición química no responde, sin embargo, a la segunda parte de su llamativa descripción. No es un estupefaciente capaz de convertir a una persona en un fanático sin empatía ante el dolor ajeno. No es, en resumen, 'la droga de los yihadistas' ni 'la pócima del Estado Islámico', como concluye el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) en su último informe sobre el mercado negro en el que se distribuye la sustancia y su uso actual en el mundo. Según el estudio del organismo comunitario publicado esta semana, la relación que se le atribuye con los atentados cometidos en Europa es «indemostrable» o «indirecta».
El informe publicado por la OEDT confirma que las autopsias a los miembros de la célula de París descartaron el uso de «drogas ilícitas o alcohol» en los ataques. El estudio refuerza una investigación anterior, publicada en 2017 por el Observatorio francés de Drogas y Toxicomanías en el que su autor, Laurent Laniel, tacha de «mito» la visión del captagon como combustible del yihadismo en suelo europeo.
Captagon es el nombre comercial que se dio en la década de 1960 a un fármaco psicoactivo comercializado en Europa y Oriente Medio. Compuesto de fenetilina -la unión de anfetamina y teofilina-, estaba destinado a tratar casos de déficit de atención, hiperactividad o narcolepsia. Veinte años después la fenitilina pasó a ser considerada una sustancia ilegal por su capacidad adictiva y el Captagon, como tal, salió de los mercados. Parte de las últimas cuatro toneladas de fenetilina puestas bajo control en 1987 en todo el mundo se almacenaban en Alemania, Holanda y España. Nada se sabe sobre dónde acabó el material guardado en España o si, como se requería, fue destruido.
Como sucede con otros compuestos apartados del mercado, su ilegalización abrió un mundo de posibilidades a los traficantes. Desde entonces se ha seguido distribuyendo con el mismo nombre pero distintos ingredientes, en este caso anfetamina y cafeína, sencillas de encontrar en el mercado y manipular. Para mantener la ilusión en el consumidor de que se trata del mismo producto original, las pastillas mantienen también el símbolo original del fármaco.La marca de nacimiento de Captagon eran dos medias lunas.
El conflicto en Siria disparó desde su inicio en 2011 el consumo de sustancias estimulantes sobre el terreno. "Su uso por parte de combatientes, incluidos los afiliados a organizaciones terroristas, es bastante posible pero difícil de probar", apunta el informe. La OEDT también abre la puerta a que la droga funcione como probable vía de financiación de los implicados en la guerra. El informe se muestra, en ese aspecto, prudente y sostiene que "la participación en la producción o el tráfico de drogas también es una fuente común de ingresos para muchos grupos criminales, y también puede ser una fuente de ingresos para algunas de las organizaciones terroristas relevantes". No obstante, puntualizan que "sigue siendo un área que merece una mayor investigación ".
Más concretos se muestran los expertos en señalar a los países donde se continúan produciendo las falsas pastillas de captagon y desde los que se trafica con ellas. Se ha demostrado la existencia de laboratorios y venta en Líbano, Jordania, Holanda y Bélgica. Entre los posibles países productores se cuentan, además, Iraq, Irán, Pakistán, Afganistán, Turquía, Bulgaria, Polonia, Serbia y Armenia, según precisa uno de los autores a este diario.
De su distribución en Siria como principal mercado, y cuyos traficantes autóctonos también invirtieron en mover captagon, no obstante, no se deduce que fuera adaptada por las células del EI creadas en suelo europeo. «La sugerencia de fuertes lazos entre el terrorismo y el captagon parece haber sido exagerada», zanjan los investigadores.
No existen pruebas objetivas suficientes de que los terroristas de París tomaran captagon antes de los ataques en la Sala Bataclan y en Saint Denis.Tampoco se encontraron trazas en los ataques en Bélgica, Alemania, Reino Unido, Dinamarca, Túnez o Suecia. En el caso de Barcelona y Cambrils (Tarragona), la única droga identificada fue el alcohol que cinco de los terroristas consumieron en una casa en ruinas. La OEDT es explícita en sus conclusiones sobre la literatura en torno al captagon: «Es difícil demostrar un vínculo claro o directo entre su uso y las atrocidades terroristas».

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