El Estado Islámico culmina su metamorfosis como guerrilla: 30.000 combatientes activos
La organización no sólo no ha sido derrotada, sino que se reconstruye a gran velocidad, transformada en una insurgencia integrada entre la población y con muchas de sus estructuras intactas
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Los servicios antiterroristas llevan tiempo advirtiéndolo: el Estado Islámico no solo no ha sido derrotado, sino que se está reconstruyendo a gran velocidad. El supuesto Califato proclamado por la organización en Oriente Medio puede haber desaparecido, pero el grupo sigue activo, continúa matando y, lo más preocupante, está mutando hacia otra forma mucho más difícil de combatir: la de una guerrilla integrada entre la población local.
Esta transformación es conocida desde hace un par de años, pero ha resultado ser mucho más preocupante de lo que se esperaba. A finales de julio, un informe del grupo de monitorización del Consejo de Seguridad de la ONU afirmó que el ISIS mantiene aún entre 20.000 y 30.000 combatientes activos en Irak y Siria. Las cifras confirmaban las aportadas por el Pentágonopocos meses antes, que estimaba unos 14.000 miembros del grupo en Siria y “entre 15.500 y 17.100 en Irak”.
Según el documento de la ONU, aunque “el flujo de combatientes terroristas extranjeros hacia el ISIS en Irak y la República Árabe Siria esencialmente se ha detenido”, el fenómeno de los retornados es “más lento de lo esperado”. En otras palabras: ya casi nadie viaja para unirse a la organización, pero los que lo han hecho siguen ahí. El informe, además, aporta conclusiones inquietantes: “A pesar del daño hecho a las estructuras burocráticas del llamado 'Califato', la disciplina colectiva del ISIS está intacta”, dice. Y más adelante: “Las oficinas de seguridad general y de finanzas del ISIS siguen intactas”.
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Lo importante, afirma Peter Mandaville, analista de la Institución Brookings, es “si estamos viendo un progreso en los cambios de las condiciones sobre el terreno, que produjeron un entorno favorable al crecimiento del ISIS. Y a menos y hasta que se consiga eso, un resurgimiento significativo del ISIS continúa siendo un riesgo muy real”, ha declarado a la publicación Axios. Ciertamente, tanto el nuevo Gobierno iraquí como la Coalición están haciendo grandes esfuerzos para no repetir errores pasados, integrando a la comunidad suní y haciendo gestos. Pero la volátil situación política de Irak y la intransigencia de un régimen sirio que se ve ya como vencedor absoluto de la guerra amenazan con crear el caldo de cultivo necesario para un rebrote de la insurgencia radical.
A ninguno de los implicados se le olvida que ya ha sucedido en varias ocasiones: es lo que ocurrió con la antigua Al Qaeda en el País de los dos Ríos, liderada por Abu Musab Al Zarqawi, posteriormente reconvertida en el llamado Estado Islámico de Irak (ISI). Derrotada militarmente por la alianza entre las fuerzas de ocupación y las tribus suníes de Irak, hartas de su radicalismo, fue barrida del mapa… hasta que la represión y la intolerancia del Gobierno del chií Nuri Al Maliki le granjeó la popularidad suficiente como para reestablecerse firmemente en ciudades suníes como Faluya y Ramadi, y finalmente hacerse con su control.
Renacido al calor de la guerra civil en Siria, el entonces renombrado como Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS) pudo conquistar Mosul sin apenas resistencia en 2014, para posteriormente expandirse por gran parte de la región. A la luz de las derrotas allí y en su capital siria de Raqqa, los teóricos de la organización han señalado repetidamente estos reveses y posteriores renacimientos como una prueba de la inevitabilidad de su victoria final por voluntad divina.
Secuestros y emboscadas
Los expertos señalan que el grupo está en plena forma en las provincias iraquíes de Diyala, Salah Ad-Din y Kirkuk, áreas de las que fueron expulsados hace tiempo. En junio se produjeron al menos 83 casos de secuestro, asesinato o ambos en estas regiones, una escalada significativa respecto a meses anteriores: en mayo habían sido 30, y en marzo 7, según explicó a la agencia Reuters Hisham Al-Hashimi, un experto en el Estado Islámico que asesora al Gobierno iraquí.
“En los últimos dos meses, docenas de personas, incluyendo a funcionarios gubernamentales locales, líderes tribales y jefes de aldea, han sido secuestrados y asesinados o liberados a cambio de un rescate por combatientes que proclamaban su filiación al Estado Islámico”, explicaba a finales de julio el Washington Post en un reportaje. “Se han volado infraestructuras eléctricas y oleoductos. Hombres armados vestidos como miembros de las fuerzas de seguridad al cargo de falsos controles de carretera han secuestrado camiones y robado a los viajeros, volviendo insegura la autopista principal de Bagdad a Kirkuk durante un período de semanas”, decía el rotativo.
El 17 de junio, tres civiles chiíes fueron secuestrados por militantes disfrazados de policía en un 'checkpoint' en esa autopista. Diez días después sus cuerpos mutilados fueron descubiertos en otro lugar, con explosivos colocados para matar a quien retirase los cadáveres. En otro caso, seis miembros de las fuerzas de seguridad fueron secuestrados en otro falso control y mostrados en un vídeo en el que se explicaba que serían ejecutados si el Gobierno iraquí no liberaba a mujeres suníes encarceladas por su presunta pertenencia a la organización. Días después, sus cuerpos ametrallados fueron encontrados en la zona.
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La transición parece haberse completado esta semana, con la aparición de una nueva grabación de 55 minutos de Abu Bakr Al Bagdadi, el líder del grupo, sobre cuya posible muerte se ha especulado durante meses. Autentificada por varios expertos, el discurso es sin duda reciente, puesto que hace referencia a eventos ocurridos en las últimas semanas, como las tensiones entre EEUU y Turquía por el encarcelamiento del pastor estadounidense Andrew Brunson, las sanciones de Washington y el rechazo de Ankara a cumplir con las exigencias estadounidenses respecto al petróleo de Irán, lo que sucede “mientras el área de la yihad se expande”.
En la grabación, “Bagdadi no es un califa contrariado que se lamenta por su califato perdido. Parece haberlo superado, buscando inspirar a su comunidad a rememorar su mayor éxito para planear un camino hacia la gloria futura”, explica Hassan Hassan, experto en el grupo y coautor del libro “ISIS: dentro del ejército del terror”, en un artículo en la publicación The Atlantic. “Su discurso deja claro que el ISIS recuerda muy bien las lecciones de las dos décadas pasadas. Si sus enemigos también lo hacen será la diferencia entre la victoria y la derrota”, concluye.
Como saben bien los teóricos en contrainsurgencia, a diferencia de los ejércitos convencionales, obligados a vencer para poner fin a un esfuerzo bélico difícil de sostener en el tiempo, las guerrillas, simplemente, ganan cuando no pierden. Y el ISIS ha demostrado tener mucha resiliencia y, sobre todo, mucha, mucha paciencia.
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