Novichok: mil perros muertos y la historia del gas nervioso para envenenar al principal crítico de Putin
Alexei Navalny permanece en coma en un hospital de Berlín. El arma química con la que lo atacaron fue fabricada en un oscuro laboratorio de Uzbekistán donde la probaban en animales.
Cuando los médicos del prestigioso hospital Charité de Berlín llamaron de urgencia a los expertos en armas químicas del ejército alemán, ya no había ninguna duda de que el disidente ruso Alexei Navalny, arribado en coma unas horas antes desde Moscú, había sido atacado con un agente nervioso de uso bélico. Dos días más tarde lo confirmó la canciller Angela Merkel. “Herr Navalny fue víctima de un crimen. Y esto plantea muy serios interrogantes que sólo el gobierno ruso puede y debe contestar”, dijo la canciller. Habían usado el temible Novichok, un poderoso químico desarrollado por científicos de la ex unión soviética en caso de un ataque por parte de las fuerzas occidentales de la OTAN. Se suponía que todo el arsenal de armas químicas soviéticas había sido destruido. Así, por lo menos, lo confirmó el presidente Vladimir Putin en 2017. Pero el Novichok sigue circulando y está en manos de los servicios secretos rusos y grupos mafiosos. Se usó en marzo de 2018 para envenenar al ex agente militar de la GRU, Sergei Skripal, y a su hija, en Gran Bretaña. También en la “eliminación” de un ex jefe de la guerrilla chechena el año pasado y en otros incidentes dentro y fuera de Rusia. Desde el medioevo, muchas de las intrigas políticas de Moscú son resueltas con alguna pócima letal.
“No recibimos ninguna información oficial por parte del gobierno alemán”, fue la respuesta de Dmitri Peskov, el portavoz presidencial del Kremlin. Y reafirmó que los médicos rusos que atendieron a Navalny no encontraron ningún rastro de químicos en su cuerpo y que “el inconveniente que tuvo fue producto de un aumento glucémico en la sangre”. Navalny, el crítico más persistente de Putin, cayó enfermo el 20 de agosto en un vuelo de regreso a Moscú, después de pasar varios días reuniéndose con candidatos de la oposición en Novosibirsk, la ciudad más grande de Siberia. Había estado promoviendo una estrategia para enfrentar al dominante partido oficialista Rusia Unida antes de las elecciones municipales nacionales del 13 de septiembre. Su avión realizó un aterrizaje de emergencia en Omsk, otra ciudad siberiana, donde fue hospitalizado por primera vez. Dos días más tarde fue trasladado en avión a Berlín.
El hecho ocurrió en momentos en que el gobierno está acosado por enormes e inéditas protestas en ciudades como Khabarovsk, en lo que se denomina el Lejano Este ruso, y por el movimiento prodemocrático contra el dictador Lukashenko de Bielorrusia. “En un país gobernado por el miedo hay que enviar señales a la población sobre lo que es aceptable y lo que no”, dijo al New York Times, John Sipher, un ex agente de la CIA que fue jefe de la oficina de inteligencia en Moscú. “Quieren dejar claro a la gente que si te metes con el zar, te van a matar”.
Cuando ocurrió el ataque contra el ex agente Sergei Skripal en Salisbury, el asesor de Seguridad Nacional británico, Mark Sedwill, informó al secretario general de la OTAN que el gas nervioso Novichok, una cepa a la que en Rusia se denomina como Foliant, fue desarrollado en el Instituto Estatal de Química Orgánica y Tecnología de Shikhany, una pequeña ciudad a orillas del río Volga, en el sur de Rusia. En el informe, se aclara que “durante la década de 2000, Rusia creó una unidad especial para desarrollar armas químicas con el fin de usarlas como herramientas en ataques patrocinados por el Estado y para entrenar al personal de las unidades especiales en el uso de estas armas”.
Y agrega que “este programa incluyó posteriormente la investigación de las formas de entrega de los agentes nerviosos, incluyendo la aplicación en las manijas de las puertas como ocurrió en el caso Skripal. En la última década, Rusia produjo y almacenó pequeñas cantidades de Novichoks bajo el mismo programa”.
El veneno causa espasmos musculares que pueden detener el corazón, acumulación de líquido en los pulmones que también puede ser mortal, y daño a otros órganos y células nerviosas. En el primer momento, los síntomas no son muy diferentes a los de un ataque al corazón. El veneno se desarrolla en polvo o en una masa firme de un aspecto similar a la masilla. Rusia produjo varias versiones de Novichok aunque no se conocen las diferencias entre unos y otros. Después de la desintegración de la Unión Soviética a principios de los 90, los científicos que habían trabajado en el programa de armas químicas y que fueron contratados por laboratorios de Estados Unidos, fueron los primeros que hablaron públicamente de un agente nervioso llamado Novichok, que en ruso significa “tipo nuevo”. Uno de estos científicos que fue expuesto accidentalmente al químico en 1987, sufriendo daños permanentes y finalmente fatales en los músculos y órganos, contó su historia a un periódico ruso poco antes de morir en 1992.
El Novichok pertenece a una clase de compuestos llamados inhibidores de la colinesterasa, que se utilizan en una amplia gama de medicamentos así como en venenos. Atacan el flujo y reflujo normal de los neurotransmisores, sustancias químicas del cuerpo que las células nerviosas utilizan para regular las funciones esenciales. La intoxicación por este agente nervioso puede combatirse con los antídotos atropina y oxima, pero incluso si el tratamiento tiene éxito las víctimas sufren daños permanentes. El primer informe del uso de este veneno en el terreno es de 1995, cuando un empresario ruso y su secretaria fueron asesinados. Los funcionarios dijeron entonces que habían sido envenenados con cadmio, un metal pesado, pero los medios de comunicación rusos publicaron que se trataba de Novichok. En 1999, Estados Unidos llegó a un acuerdo para ayudar a Uzbekistán a desmantelar un antiguo laboratorio soviético de armas químicas que había producido el Novichok. Después de eso, casi no hubo mención del veneno en forma pública durante 19 años, hasta hace dos años cuando el ex agente ruso y su hija fueron encontrados casi muertos en un parque de Salisbury.
En los años setenta se llegó a un acuerdo entre Washington y Moscú para detener la producción de agentes nerviosos con objetivos bélicos, los soviéticos continuaron trabajando en lo que se denomina la “cuarta generación” de este tipo de armas químicas que se desarrollaron después del sarín y el VX. La novedad que trajo el Novichok es que no era detectado por los sensores que usaban las tropas de la OTAN. De acuerdo a un informe de inteligencia europea, un científico que trabajaba en el laboratorio desarrollando el agente nervioso inhaló accidentalmente vapores mientras llenaba una jeringa, y se desplomó. Aunque se le inyectó el antídoto y finalmente despertó, sufrió depresión y epilepsia y murió cinco años después. Vil Mirzayanov, otro científico que ayudó a desarrollar el veneno, dijo en una entrevista con la cadena de televisión Sky News que “los antídotos existen, pero ¿qué significa antídoto? Salvan a una persona que estuvo expuesta a este gas, pero temporalmente, porque será un inválido y morirá poco después”.
Andrew Weber, ex subsecretario de Defensa para Programas de Defensa Nuclear, Química y Biológica de Estados Unidos, durante una investigación a principios de la década de 2000 estuvo en una instalación secreta y abandonada de investigación soviética en Nukus, Uzbekistán. El gobierno de ese país había pedido a Estados Unidos que ayudara a destruirla. De acuerdo al relato que Weber hizo al New York Times, al llegar al sótano se encontró con decenas de bozales y correas para sujetar animales. Un ex empleado del lugar le dijo que se utilizaban para inmovilizar a los perros mientras se los exponía a los agentes de Novichok. Dijo que cada prueba involucraba de 50 a 100 perros por vez, y que al menos 1.000 perros habían sido asesinados en ese lugar por efectos del gas nervioso.
En Moscú se habla de que el Novichok, también es utilizado por la mafia rusa, que logró acopiar una gran cantidad del veneno, para eliminar a sus enemigos. Navalny era uno de ellos. Había realizado innumerables denuncias de los negocios sucios entre los “oligarcas” y los funcionarios del Kremlin. Creen que el Novichok, que permanece de alguna manera guardado en los sótanos de los servicios de inteligencia rusos, pudo haber haber tenido uno de los habituales “descuidos” de seguridad por el que el gas nervioso llegó a las manos de los sicarios de la mafia rusa. Todo muy conveniente para sacarse de encima tanto a enemigos de otras organizaciones criminales como a molestos disidentes políticos.
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