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domingo, 14 de febrero de 2021

La milpa, los jmeeno’ob y las capacidades locales

 La milpa, los jmeeno’ob y las capacidades locales

Bernardo Caamal Itzá

En los últimos 26 años de haber trabajado como comunicador en el idioma maya, me ha tocado entrevistar a una infinidad de actores claves en el desarrollo local en la Península de Yucatán, entre éstos se encuentran los jmeeno’ob.

Comúnmente asociados con los sacerdotes, de este concepto es posible interpretar la función que tiene con la comunidad como “el gran hacedor” o intermediario entre los Yuumtsilo’ob y los wíinik o seres humanos.

Entonces, ¿quiénes son los yuumtsilo’ob? Porque cuando son evocados, quienes lo hacen siempre le muestra un profundo respeto y que lo relacionan a las deidades que trabajan para el bien del wíinik.

Subrayando: quien realmente conoce a la perfección a los yuumtsilo’ob, son los jmeno’ob.

Para dejar más claro esa función comunitaria del jmen, recuerdo mi entrevista al difunto don Juan Moo, de Peto: “Ser jmen o sacerdote, significa estar consciente del compromiso que tenemos como intermediarios entre los yuumtsilo’ob (señores de la vida) y con nuestra comunidad”

“Desde que asumimos este papel, significa estar en continua preparación y ser muy sensibles con el entorno. Aunque muchos de nosotros, en nuestros inicios, tuvimos guías espirituales que nos prepararon para nuestra labor comunitaria, incluso en nuestros sueños nos indican como ser vigilantes con nuestro compromiso comunitario y la vida.

“Nuestra labor no es fácil, siempre estamos luchando entre el bien y el mal, pero es nuestro papel. Estamos en profundo equilibrio con nuestro entorno.”

Los jmeeno’ob relacionan la salud con el equilibrio energético de las personas; tienen cualidades que les permite diagnosticar, y de ahí buscar posibles soluciones.

Tuve la oportunidad de entrevistar otros jmeeno’ob de 1997 al año 2004, lapso de las transmisiones del programa radiofónico “Arux” en XEPET “La Voz de los Mayas”. Ellos relataron que en sus inicios fueron acompañados por los grandes maestros jmeeno’ob de sus regiones.

Coincidieron que fue un privilegio de tener como maestros a don Tomás y don Darío, poderosos ajmeno’ob de mediados de los años 50 y 60 en el Sur de Yucatán.

“Éramos su ajbóol {sus ayudantes}, nos entregamos en cuerpo y alma para conocer cómo se comunican con los yuumtsilo’ob, y como interpretan sus mensajes. Gran parte de estos aprendizajes a veces lo recibimos a través de nuestros sueños.

En esos sueños ¿cómo son sus maestros?

–Son barbudos y se visten con túnica blanca. Nos explican cómo orar y cuáles son las plantas que curan. Lo que significa que, durante todos estos años, en cada momento de nuestras vidas, siempre estamos inmersos en el aprendizaje, to’one’ kek kaambal ichil áak’ab t’aano’ob tu’ux k payalchi’itik kúuxul t’aano’ob– en donde aprendemos el significado de esos mensajes ocultos y que se relacionan con esos grandes conceptos que tienen importancia para nuestras vidas-, y son esas oraciones que usamos en nuestras plegarias ante los yuumtsilo’ob.

¿Pueden compartir el payalchi’ o antiguos rezos?

–Los yuumtsilo’ob son energías. No podemos invocarlos para quedar bien con alguien. Cuando los hacemos, implica saber en qué tiempo y en qué condiciones es posible hacerlo -me dijo el difunto jmeen don Juan Moo.

“Antes de una ceremonia hay que tener presente que si es un Ch’a’ cháak (ceremonia para pedir lluvia), Jets’ lu’um (busca el equilibrio de las energías en un territorio), K’u’sakab (ceremonia de agradecimiento). Saber eso significa que hay que preparar las condiciones necesarias para hacerlos, incluso de quiénes y cómo participarían, para que nuestras oraciones sean bien recibidas.”

K’áaxo’ob ich ek kuxtal (el papel de las plantas en nuestras vidas)

–¿Cómo aprenden a curar con plantas medicinales?

–Recurrimos al uso de las plantas medicinales para curar las dolencias. Nuestros maestros nos enseñaron qué necesitamos, si las hojas, tallo, flor, raíz o fruto; también es importante conocer el momento de ir por ellas, teniendo en cuenta las épocas del año, la hora y la fase lunar, para que sean efectivas con nosotros –respondió don Alfonso Dzib Nahualt, jmen de 65 años oriundo de Xocén, Valladolid.

“Curar con plantas requiere conocimientos de muchos años de aprendizaje, no es un juego: así como pueden curar, pueden intoxicar. Es necesario saber qué propiedades tienen las plantas para atenuar las diversas enfermedades que padecemos, desde los que se relacionan con las energías, las que intervienen para curar las diarreas, mala digestión y vómitos”.

“Otras plantas son efectivas para atenuar la tos y la calentura. Hay otras plantas que tienen propiedades para bajar la hinchazón de las heridas u otras dolencias del cuerpo, entonces, es importante protegerlas, porque en el monte obtenemos los alimentos y la medicina.

Uti’al in káajbale’ in taatae’ yáax táanil tu ka’ansen ka in k’ajóolt le k’áaxo’, le lu’umo’, yéetel u meyajil ichkool {en mi caso, antes de iniciarme como jmeen, mi padre me enseñó a conocer al monte y las propiedades de los suelos, luego me formó como milpero. Ser milpero implica conocer los secretos del manejo de la tierra y de las plegarias necesarias para que los vientos húmedos acompañen a nuestras semillas para que germinen. Entonces, es de interés saber los momentos idóneos para tumbar, quemar, sembrar y cosechar” me confió.

Entre que escuchaba su relato, recordé a don Bernardino Canul Xix (+): Máax ku meyajtik ichkoole’ k’a’ana’an mantats’ táan u xokik bix anik le k’iino’ yóok’lal u jóok’ol táanil yéetel le meyaj ku tukultiko’ {quien se dedica a la milpa, siempre está al pendiente de la lectura del estado del tiempo, lee los mensajes de los astros o del viento para salir adelante con sus cultivos}

Por eso los milperos siempre privilegian el respeto, hacen guardarrayas para que no se quemen los montes y no mueran los animales: cuidan el medio ambiente.

Otro jmeen de Peto es don Fernando Caamal, quien al término de una ceremonia al que acompañé, me dijo: “le o’olale’ ma’ k’a’ana’an kbeetik ak k’asa’anil ti’ ek éet láak’ili’ {hay que estar siempre agradecidos por los dones recibidos, por eso nunca debemos ser malvados con nuestros semejantes}.

Por su parte, don Alfonso de Xocén, indicó “Todos los días aprendemos y no podemos negar nuestros servicios a nuestros hermanos, con ellos estamos comprometidos y apoyarlos con nuestros conocimientos para paliar sus sufrimientos; en mi caso, desde los 14 años me interesó ser jmeen, y durante estos años, los conocimientos que adquirí los aplicó para salvar vidas humanas y eso siempre los tengo bien presentes, que son regalos que nos fue legado por los yuumtsilo’ob del monte.

Con esas experiencias encontradas durante mi caminar por el Mayab, es posible percibir cómo nuestros padres y abuelos nos forman en la universidad de la vida. En la milpa aprendemos la filosofía y nuestra historia, la importancia de producir nuestros alimentos sin perder de vista el respeto a la vida.

¿Cómo estamos forjando a nuestros hijos para que aprendan a vivir acorde con el territorio y ante estas emergencias en la salud pública y del cambio climático? Entender el papel de los milperos y de los jmeeno’ob en el desarrollo de sus pueblos nos da una respuesta.

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