La Jícama
SUZANNE HUMPHRIES 1
n la década de 1890, el general Rivera del Ejército
Mexicano se enfrentaba a una epidemia de fiebre
tifoidea entre muchos de sus hombres. Una mujer
local administró a los soldados un remedio que produjo
unos resultados asombrosos. Era un preparado a base
de jícama, una raíz dulce
originaria de México y de
América Central y del Sur.
Este héroe olvidado de la
historia utilizó un tubérculo
para tratar gratuitamente
más de 4.000 casos de neu-
monía o tifus. Lo más sor-
prendente es que todos sa-
naron, y no se sabe de nin-
guna muerte, circunstancia
especialmente notable si se
tiene en cuenta que esas
particulares enfermedades tenían por entonces unas
elevadas tasas de mortalidad.
El general Aureliano Rivera, uno de los oficiales más va-
lientes y famosos del Ejército Mexicano, ha hecho en los
últimos 5 meses más por la erradicación de la epidemia
de tifus de México que todos los médicos del país juntos.
En una de sus campañas en el estado de Oajaca,
hace más o menos un año, varios hombres de las tropas
del Gen. Rivera enfermaron de tifus. Se permitió que una
mujer del pueblo próximo a donde estaban acampados
administrara un remedio a los pacientes. Los resultados
fueron sorprendentemente buenos, todos los hombres
se recuperaron enseguida de la enfermedad. El general
le preguntó a la mujer si la medicina era un secreto. Ella
respondió que no era más que un preparado de jícama,
un tubérculo harinoso...
En los últimos pocos meses, después de que se di-
vulgara por otras partes que el Gen. Rivera distribuía
gratuitamente un medicamento que curaba el tifus, eran
tantos los indios que asediaban su residencia que se vio
obligado a disponer en ella de una habitación que sir-
viera de dispensario, y todos los días reparte gratis dosis
de jícama a cientos de personas pobres que se la piden.
Se calcula que este último año el Gen. Rivera ha tra-
tado más de 4.000 casos, y no ha habido ni una sola
muerte. Todas las personas atacadas de neumonía o ti-
fus que han tomado el maravilloso remedio se han cu-
rado. El tubérculo nunca ha sido analizado por los quí-
micos, y sus propiedades son desconocidas.2
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