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jueves, 10 de febrero de 2022

Va caer, va caer, amlo cacas va caer y el pueblo va vencer

 

 

Enrique Pérez Quintana

mié, 9 de febrero de 2022, 5:15 p. m.

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su esposa Beatriz Gutiérrez | Foto:  ALFREDO ESTRELLA/AFP via Getty Images

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su esposa Beatriz Gutiérrez | Foto: ALFREDO ESTRELLA/AFP via Getty Images

Los mexicanos tenemos tres años escuchando al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) todas las mañanas en su conferencia de prensa desde donde dice que informa, cuando lo que en realidad hace es un infinito ejercicio de propaganda.

 

Desde Palacio Nacional, el presidente López Obrador agrede a sus adversarios, entre los que menciona a medios de comunicación y periodistas, lo que es una paradoja porque para su acto cotidiano de propaganda utiliza el formato de una conferencia de prensa, a la que concurren “periodistas”. A algunos de ellos, se dice, les entregan preguntas para que el presidente desarrolle temas de su interés o inicie “ataques” en contra de periodistas y medios.

 

López Obrador justifica su respuesta como su derecho de réplica, que resulta desproporcionada por la gran penetración que logra cuando es tomada y multiplicada por los medios que encuentran en sus dichos algo parecido a una noticia.

 

Por estos días el pleito del presidente López Obrador se viralizó por el reportaje que el periodista Carlos Loret de Mola publicó sobre la lujosa mansión en la que vive su hijo José Ramón, en Houston, Texas, lo que desató polémica en diversos medios donde se cuestionó la congruencia del discurso presidencial relacionado con la práctica de la austeridad y el combate a la corrupción, que pregona desde hace años.

 

Por más de una semana, desde las mañaneras, el presidente López Obrador ha denostado el trabajo periodístico de Loret de Mola, lo acusó de “corrupto golpeador, mercenario y sin principios”. A “Brozo” lo insultó al decir que antes era inteligente. De Carmen Aristegui dijo que era hipócrita y embustera, porque había engañado por mucho tiempo.

 

La respuesta de estos periodistas se dio en los medios en los que se desempeñan. Loret, en su programa de Latinus dijo que “El presidente sólo responde con calumnias, es lo único que sabe hacer”. Brozo le respondió, utilizado el lenguaje que acostumbra, mediante una pieza que no tiene precedente público de alguien que haya dirigido un mensaje agresivo a algún presidente. Aristegui, se dijo acusada de algo absurdo y comentó sobre la pertinencia de analizar quién engaña a quien y “cada quien que se haga cargo de su biografía. Ya veremos en qué termina esta historia”.

 

El presidente López Obrador buscó cuestionar la honestidad de Loret de Mola al que pidió “en aras de la transparencia decir cuánto gana al mes y quién le paga”, dijo que va a esperar la respuesta e insistió “no quiero que se escude diciendo que es actividad privada, porque eso si es una actividad pública”.

 

Parece que la pregunta tendrá la misma respuesta de silencio que daba López Obrador cuando, por años, le preguntaron de qué vivía y cómo le hacía para financiar su peregrinación por el país.

 

Las conferencias de prensa mañaneras se convirtieron en un instrumento para responsabilizar a otros, a los de antes, de lo que pasa en el presente, para señalar que, si las cosas le salen mal a la 4T, es porque se está fraguando un complot. No solo se cuestiona la honorabilidad de periodistas y medios, también se ridiculiza a los adversarios, se insulta a los empresarios y se demanda respeto a otros países, cuando aquí se les insulta nombrando embajadores impresentables o con la demanda de disculpas por hechos empolvados por la historia.

 

 

Las mañaneras son un instrumento distractor empleado por el presidente para desviar la atención de lo importante. El de hoy es su ocurrencia de hacer una pausa en la relación con España: “Ahora no es buena la relación, a mí me gustaría que hasta nos tardáramos en que se normalizara para hacer una pausa… en las relaciones porque era un contubernio arriba, una promiscuidad económica, política, en la cúpula de los Gobiernos de México y de España. Yo desearía, cuando yo no esté aquí, que no fuesen igual como eran antes”.

 

El distractor le podría servir para sacar de los medios el tema de la mansión de su hijo en Houston.Nada de lo realmente importante pasa por la improvisada sala de prensa que instaló en Palacio Nacional. En tres años no hemos escuchado sobre la realidad económica decreciente por la que atraviesa México. La poca o nula transparencia con la que administra nuestro dinero su gobierno.

 

No sabemos la realidad de la pandemia que ha matado a cientos de miles en México, las razones para no apoyar en esta crisis a los pequeños empresarios, así como su desatención a las mujeres madres solteras y su silencio ante las organizaciones feministas que demandan igualdad de género.

 

La razón de Estado sobre el cambio de criterio de puertas abiertas para los migrantes, a instrumento de la política represiva de los Estados Unidos para detener, en nuestro territorio, a quienes quieren llegar a ese país.

 

La mañanera ha consolidado el estilo personal de gobernar de López Obrador. Ese modelo le ha servido para “informar” sobre lo que le interesa, desde el ángulo que le conviene. Le sirve, según él, para hacer la diferencia respecto a sus antecesores, y para condenarlos frente al juicio de la historia y claro, él es la historia.

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