Enrique Pérez Quintana
mié, 9 de febrero de 2022, 5:15 p. m.
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su
esposa Beatriz Gutiérrez | Foto:
ALFREDO ESTRELLA/AFP via Getty Images
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su esposa Beatriz
Gutiérrez | Foto: ALFREDO ESTRELLA/AFP via Getty Images
Los mexicanos tenemos tres años escuchando al presidente
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) todas las mañanas en su conferencia de
prensa desde donde dice que informa, cuando lo que en realidad hace es un
infinito ejercicio de propaganda.
Desde Palacio Nacional, el presidente López Obrador agrede a
sus adversarios, entre los que menciona a medios de comunicación y periodistas,
lo que es una paradoja porque para su acto cotidiano de propaganda utiliza el
formato de una conferencia de prensa, a la que concurren “periodistas”. A
algunos de ellos, se dice, les entregan preguntas para que el presidente
desarrolle temas de su interés o inicie “ataques” en contra de periodistas y
medios.
López Obrador justifica su respuesta como su derecho de
réplica, que resulta desproporcionada por la gran penetración que logra cuando
es tomada y multiplicada por los medios que encuentran en sus dichos algo
parecido a una noticia.
Por estos días el pleito del presidente López Obrador se
viralizó por el reportaje que el periodista Carlos Loret de Mola publicó sobre
la lujosa mansión en la que vive su hijo José Ramón, en Houston, Texas, lo que
desató polémica en diversos medios donde se cuestionó la congruencia del
discurso presidencial relacionado con la práctica de la austeridad y el combate
a la corrupción, que pregona desde hace años.
Por más de una semana, desde las mañaneras, el presidente
López Obrador ha denostado el trabajo periodístico de Loret de Mola, lo acusó
de “corrupto golpeador, mercenario y sin principios”. A “Brozo” lo insultó al
decir que antes era inteligente. De Carmen Aristegui dijo que era hipócrita y
embustera, porque había engañado por mucho tiempo.
La respuesta de estos periodistas se dio en los medios en
los que se desempeñan. Loret, en su programa de Latinus dijo que “El presidente
sólo responde con calumnias, es lo único que sabe hacer”. Brozo le respondió,
utilizado el lenguaje que acostumbra, mediante una pieza que no tiene
precedente público de alguien que haya dirigido un mensaje agresivo a algún
presidente. Aristegui, se dijo acusada de algo absurdo y comentó sobre la
pertinencia de analizar quién engaña a quien y “cada quien que se haga cargo de
su biografía. Ya veremos en qué termina esta historia”.
El presidente López Obrador buscó cuestionar la honestidad
de Loret de Mola al que pidió “en aras de la transparencia decir cuánto gana al
mes y quién le paga”, dijo que va a esperar la respuesta e insistió “no quiero
que se escude diciendo que es actividad privada, porque eso si es una actividad
pública”.
Parece que la pregunta tendrá la misma respuesta de silencio
que daba López Obrador cuando, por años, le preguntaron de qué vivía y cómo le
hacía para financiar su peregrinación por el país.
Las conferencias de prensa mañaneras se convirtieron en un
instrumento para responsabilizar a otros, a los de antes, de lo que pasa en el
presente, para señalar que, si las cosas le salen mal a la 4T, es porque se
está fraguando un complot. No solo se cuestiona la honorabilidad de periodistas
y medios, también se ridiculiza a los adversarios, se insulta a los empresarios
y se demanda respeto a otros países, cuando aquí se les insulta nombrando
embajadores impresentables o con la demanda de disculpas por hechos empolvados
por la historia.
Las mañaneras son un instrumento distractor empleado por el
presidente para desviar la atención de lo importante. El de hoy es su
ocurrencia de hacer una pausa en la relación con España: “Ahora no es buena la
relación, a mí me gustaría que hasta nos tardáramos en que se normalizara para
hacer una pausa… en las relaciones porque era un contubernio arriba, una
promiscuidad económica, política, en la cúpula de los Gobiernos de México y de
España. Yo desearía, cuando yo no esté aquí, que no fuesen igual como eran
antes”.
El distractor le podría servir para sacar de los medios el
tema de la mansión de su hijo en Houston.Nada de lo realmente importante pasa
por la improvisada sala de prensa que instaló en Palacio Nacional. En tres años
no hemos escuchado sobre la realidad económica decreciente por la que atraviesa
México. La poca o nula transparencia con la que administra nuestro dinero su
gobierno.
No sabemos la realidad de la pandemia que ha matado a
cientos de miles en México, las razones para no apoyar en esta crisis a los
pequeños empresarios, así como su desatención a las mujeres madres solteras y
su silencio ante las organizaciones feministas que demandan igualdad de género.
La razón de Estado sobre el cambio de criterio de puertas
abiertas para los migrantes, a instrumento de la política represiva de los
Estados Unidos para detener, en nuestro territorio, a quienes quieren llegar a
ese país.
La mañanera ha consolidado el estilo personal de gobernar de
López Obrador. Ese modelo le ha servido para “informar” sobre lo que le
interesa, desde el ángulo que le conviene. Le sirve, según él, para hacer la
diferencia respecto a sus antecesores, y para condenarlos frente al juicio de
la historia y claro, él es la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario