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martes, 23 de agosto de 2022

CHINA Y PANAMÁ: OTRO MUNDO ES POSIBLE.

 CHINA Y PANAMÁ: OTRO MUNDO ES POSIBLE.

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     Certero análisis de Julio Yao sobre  la  República Popular China,  presta y bien equipada para inaugurar una nueva era en las relaciones internacionales , avalada por  su propia historia milenaria. Al  mismo tiempo el analista hace un repaso al gobierno de Panamá, extrapolable a otros gobiernos del planeta -como es el caso de España-  que hacen caso omiso a los mandatos de sus pueblos en pro de la neutralidad y no beligerancia.



    CHINA Y PANAMÁ: OTRO MUNDO ES POSIBLE

     

    Julio Yao Villalaz

    opinion@laestrella.com.pa

    Columnistas

     

    El 13 de junio de 2022 se cumplen cinco años del establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China. El hecho nos permite hacer una evaluación.

     

    Se trata de relaciones entre Panamá, un país pequeño pero de un valor estratégico inconmensurable, con la primera economía del mundo, una de las potencias más importantes en todo sentido en la actualidad.

     

    La historia nos enseña que, si bien el pueblo panameño siempre se ha volcado por la paz internacional, la cooperación y la mediación, desde el siglo XX, los gobiernos de Panamá se han solidarizado con Estados Unidos en la Primera Guerra, la Segunda Guerra, la Guerra Fría y en la “guerra contra el terrorismo”, que destruyó a decenas de países.

     

    Desde la invasión de 1989, los gobiernos de Panamá se han alineado a la política exterior de Estados Unidos, lo que se refleja en acuerdos al margen del derecho internacional y de nuestra Carta Magna.

     

    En el actual conflicto con Ucrania, el Gobierno nacional condenó a Rusia en la ONU sin hacer un ponderado estudio en torno al cumplimiento del presidente Vladimir Putin del Artículo 51 de la Carta de la ONU que justifica su accionar, como tampoco evaluó la irresponsabilidad del Consejo de Seguridad de la ONU al no tomar acción, lo que ha contribuido a agravar la crisis.

     

    Nuestra clase política, representada en organizaciones de la clase trabajadora, centrales obreras, sectores medios, académicos, intelectuales y sociales, han manifestado la necesidad de que nuestro Gobierno adopte firmemente la neutralidad ante los conflictos internacionales y cumpla con las disposiciones del derecho internacional, a sabiendas de que está en riesgo la existencia nacional.

     

    Los intereses históricos de Estados Unidos en Panamá deben ser respetados, al igual que lo deben ser los intereses de la comunidad internacional bien entendida. Nada hay que se interponga entre unos y otros intereses sobre la base del respeto mutuo y la no intervención.

     

    Las relaciones entre Panamá y la China Popular ofrecen el más amplio espacio para la cooperación internacional desde el principio de “ganar-ganar”; y la nueva Ruta de la Seda, que se inauguró en Panamá el 2 de diciembre de 2018 durante la visita del presidente Xi Jinping, abre anchas avenidas de cooperación entre ambos países, en una amplia gama de rubros que van desde los productos agropecuarios hasta la inteligencia artificial, pasando por la diversidad industrial, la infraestructura y el crecimiento exponencial de las exportaciones desde nuestra plataforma de servicios.

     

    La República Popular China está presta y bien equipada para inaugurar una nueva era en las relaciones internacionales en la que no campeen los rezagos neocoloniales de opresión, desigualdad e injusticia, toda vez que su propia historia milenaria le ha permitido aprender de su pasado.

     

    Hasta la irrupción de Gran Bretaña y Estados Unidos, China era el primer país del mundo en todo sentido, pero su contribución incuestionable a la humanidad ha sido el haber respetado a todas y a cada una de las regiones que China descubrió a lo largo y ancho del planeta desde el siglo XV. No hay evidencia de que China haya oprimido, dominado e impuesto sus intereses en ultramar. Sencillamente no la hay.   En cambio, China ha sufrido invasiones externas por tiempo prolongado que le dan autoridad moral para sentar ejemplo de ecuanimidad y prudencia internacional.

     

    Lejos ha quedado el tiempo en que países poderosos atropellaban y esclavizaban a los débiles. Panamá y China tienen la oportunidad de demostrar que otro mundo es posible.

     

    Presidente Honorario y Encargado del CEEAP; ex Asesor del general Omar Torrijos y del canciller Juan Antonio Tack (1972-1977)

     

     

     

     

     






     



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