China y Yucatán, una relación de tres siglos que permea la historia maya y la identidad yucateca
Por Zhao Kai, José Gabriel Martínez y Zhu Yubo
MÉRIDA, México, 28 feb (Xinhua) -- Pese a estar separados por más de 13.500 kilómetros, China y el suroriental estado mexicano de Yucatán guardan tres siglos de una relación recurrente e importante que ha impregnado la historia maya y la conformación de la identidad yucateca.
RELACIONES CENTENARIAS
Así lo demuestra la investigación del académico yucateco Luis Alfonso Ramírez expuesta en su libro "El dragón y la ceiba. Chinos en el país de los mayas. Siglos XIX a XXI", el cual detalla que la relación entre China y México empezó mucho antes de lo que algunas percepciones contemporáneas sugieren, incluso en estados con identidades muy marcadas, como Yucatán.
"La cultura popular, el saber inmediato y lo cotidiano tratan de pensar que la relación con China está naciendo ahora en el siglo XXI, con esa nueva presencia internacional de la nueva China y su economía, pero la relación de China con América Latina y México, y con Yucatán, ha sido centenaria", dijo Ramírez a Xinhua.
Rescatar esto y decirlo, agregó el investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), es muy importante, en tanto "la realidad no nace cada mañana, se construye históricamente y la construimos a lo largo de siglos en los que ha habido presencia china".
El recuento y análisis de la evidencia histórica por Ramírez en su libro muestra que la presencia china en Yucatán data del siglo XIX, aunque la memoria popular la haya olvidado por momentos.
A juicio del experto, los olvidos pueden obedecer al hecho de que la identidad de los chinos que se asentaron en Yucatán en las primeras de las cuatro grandes migraciones se mimetizaron con la identidad maya, en "un proceso de sincretismo y mestizaje cultural, de creación de una identidad regional".
En ese proceso el elemento chino quedó integrado junto a otros para formar la identidad moderna de la región. De hecho, fue tal la integración, mayormente en las primeras décadas del siglo XX, que en 1921 y al menos hasta 1930 el idioma chino era la segunda lengua más hablada en Yucatán.
Los chinos crearon también "un pequeño Chinatown (Barrio Chino) detrás del Mercado Grande de Mérida", la capital yucateca y una de las ciudades más distinguidas de México, recordó Ramírez.
"Pasaron de ser migrantes a actores políticos del Estado", al conformar entidades como la Asociación China de Yucatán en 1917, la Liga de Resistencia de Trabajadores Chinos en 1918 y movilizar recursos para acciones de beneficio colectivo, como la construcción de un panteón en el cementerio de Mérida.
CUATRO PROCESOS MIGRATORIOS
Ramírez identificó cuatro grandes procesos migratorios de chinos hacia Yucatán, "totalmente distintos y separados entre sí porque corresponden a situaciones históricas distintas en China, América, México y Yucatán".
El primer proceso migratorio fue el de los chinos que se integraron con los mayas durante la Guerra de Castas, un conflicto racial que enfrentó de 1847 a 1901 a los mayas del sur y oriente de Yucatán con la población de blancos establecida fundamentalmente en la porción noroccidental de la península.
En 1866, detalló Ramírez, desembarcó un buque en Belice con 480 chinos, que venían a trabajar en las plantaciones inglesas de madera que estaban en el país centroamericano.
De ellos, poco más de un centenar se insurreccionaron por maltratos y decidieron internarse en la selva, dominada por los mayas. Tras varios avatares y rechazos de los Icaicheles y los Bacalar, finalmente llegaron a Chan Santa Cruz, donde los mayas de allí sí los acogieron.
"Empezaron a desempeñar funciones útiles para la guerra. Lucharon junto a los mayas contra los blancos, mexicanos, yucatecos y tropas federales. Primero como soldados y también en la elaboración de pólvora, que los mayas no conocían", rescató el especialista.
"Se desarrollaron haciendo mucho comercio con los grupos de origen chino que se quedaron en Belice. Muchos se casaron y tuvieron familia. Ocuparon posiciones de mando militar y responsabilidad social", narró Ramírez, para quien lo ocurrido con los chinos en esta primera migración es un ejemplo distintivo de asimilación cultural.
El segundo proceso migratorio de chinos a Yucatán fue una migración organizada para trabajar en el cultivo del henequén, actividad que rigió la economía de la península yucateca durante los años finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.
"El auge henequenero hizo que Yucatán se volviese una zona muy rica. Las haciendas henequeneras eran grandes consumidoras de fuerza de trabajo. Hubo dos migraciones chinas en 1892, que fueron chinos que llegaron bajo contrato y desembarcaron en el puerto de Progreso", explicó Ramírez.
Estos chinos, contrastó, "venían a trabajar". Muchos se fueron a vivir a pueblos cercanos, donde instalaron negocios y comercios como restaurantes, lavanderías y peluquerías.
Las cifras oficiales de la época a las que Ramírez pudo acceder reflejan que en esas migraciones bajo contrato de 1892, para trabajar en haciendas henequeneras, llegaron 484 chinos a Yucatán, aunque él está convencido de que fueron muchos más.
En cualquier caso, el número de chinos en el estado de Yucatán y su impronta en la sociedad se incrementó en los años siguientes, cuando chinos que no eran trabajadores henequeneros comenzaron a llegar por su cuenta al lugar durante las primeras décadas del siglo XX.
"Entre 1903 y 1910 llegan 2.120. Esta tercera ola migratoria es la que nos deja la mayor cantidad de influencias chinas en la cultura y familia yucatecas. Es una migración que vino sobre todo a Mérida, a desarrollar trabajos urbanos", dijo Ramírez.
Sobre la cuarta y más reciente migración, precisó que es la que se produce desde que China se incorporó a la Organización Mundial de Comercio y comenzó a mercadear y ejecutar inversiones de gran escala en México.
INTERCAMBIOS CONTINUOS
En su opinión, el rastreo histórico de la presencia china en Yucatán muestra que geografías y culturas aparentemente distantes, como las de Yucatán o China, no lo son tanto.
"La manera de comprender las identidades regionales es comprender que somos mestizos culturalmente hablando. Somos producto de una gran cantidad de influencias. Nuestra identidad es en realidad un crisol en el que se van mezclando los elementos culturales, lingüísticos y hasta gastronómicos que nosotros pensamos como únicos, pero que si lo desmenuzas encuentras pedazos de distintas culturas", analizó Ramírez.
Ramírez consideró que los mexicanos y yucatecos "tenemos una perspectiva, un contacto con China que resulta novedoso, distinto, pero que al mismo tiempo mantiene, obviamente, estos tres siglos de relación cultural entre el dragón chino y la ceiba yucateca".
Asimismo, los vínculos entre China y el sureste mexicano se enriquecen día a día con el estudio del idioma del país asiático por centenares de estudiantes en el Instituto Confucio de la Uady, fundado en 2007 y en el que, hasta la fecha, han tomado cursos de chino alrededor de 12.000 personas.
Pamela Cristales, directora ejecutiva de esa entidad, ponderó que la investigación de Ramírez permitió a los yucatecos reconocer la relación que existe entre los chinos y los mayas, China y Yucatán, a la vez que motiva a muchos jóvenes yucatecos a interesarse cada vez más por el país asiático, su historia y su cultura.
"Los primeros chinos que llegaron a Yucatán dejaron huella. A través del paso de los años se fue perdiendo porque la comunidad maya los absorbió. Hoy, nuestros alumnos de chino son los que van a continuar esa historia, porque van a transmitir lo que están aprendiendo en lo local", afirmó Cristales.
La relación entre China y Yucatán, y entre el país asiático y México, agregó, trasciende hasta hoy de disímiles maneras y se enriquece con la cooperación y profundización de nexos en distintos ámbitos.
La actual generación de jóvenes de México tiene la oportunidad de mayores competencias idiomáticas, así como conocimiento de la cultura e idiosincrasia chinas, por lo que en el futuro va a mejorar la comprensión y entendimiento entre los dos países para beneficio de ambos, concluyó.
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