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lunes, 15 de julio de 2013

EGIPTO. ENTREVISTA A GILBERT ACHCAR Publicado el 15/07/2013 por MUSULMANESPORLAPAZ

GIPTO. ENTREVISTA A GILBERT ACHCAR

GILBERT ACHCAR“A lo que asistimos es solo un episodio de una larga historia, que de hecho se sigue encontrando en su fase inicial”
JAISAL NOOR
Sábado 13 de julio de 2013
Jaisal Noor: Bienvenido a The Real News Network. Soy Jaisal Noor, desde Baltimore. En Egipto los militares han expulsado a Mohamed Morsi del poder. Esta medida se ha llevado a cabo 48 horas después del ultimátum que el ejército había dirigido al presidente Morsi para o bien dimitir o bien llegar a un acuerdo de reparto del poder con los millones de manifestantes que han salido a la calle desde el 30 de junio.
Gilbert Achcar está con nosotros para hablar de los últimos acontecimientos. Creció en Líbano y hoy es profesor en la School of Oriental and African Studies de la Universidad de Londres. Entre sus obras están El choque de las barbaries (2002), publicada en 13 lenguas; El polvorín de Medio Oriente, (2007) con Noam Chomsky; Los árabes y la Shoah, obra muy bien recibida por la crítica (2009) y, más recientemente, Le peuple veut (El pueblo quiere) (2013).
Gracias por estar con nosotros
Gilbert Achcar: Gracias. Es un placer hablar con Vds.
¿Puede comentarnos su reacción ante la noticia de que el presidente Morsi, el dirigente democráticamente elegido de Egipto, ha sido apartado del poder por el Ejército egipcio?
Si. Se trata aquí, en cierto modo, de la repetición del mismo guión que se desarrolló en febrero de 2011. Lo que vemos de hecho en los dos casos es un golpe de Estado, un putsch militar, en el contexto de un inmenso movimiento de movilización, con la diferencia de que los jugadores o quienes se encuentran en el poder son diferentes y de que la composición de la multitud, la movilización de masas, es también diferente.
En enero de 2011, en enero-febrero de 2011, estábamos ante, como sabe, un inmenso movimiento de protesta, un gran levantamiento, en el que estaban implicadas todas las fuerzas de todos los matices de la oposición al régimen de Mubarak. Lo que incluía a los liberales, movimientos de izquierda, pero también a los Hermanos Musulmanes; representaban una componente importante de la movilización de entonces. En esa gran movilización de masas se encontraba el mismo tipo de esperanzas respecto al Ejército, la idea según la cual el Ejército estaba del lado del pueblo, que podía representar los intereses del pueblo. Resulta por otra parte que el 8 de febrero de 2011, solo tres días antes de la caída de Mubarak, The Real News Network me había realizado una entrevista en la que yo mismo ponía en guardia contra este tipo de ilusiones en el ejército, en los militares.
A lo que asistimos actualmente hace justa continuación a una especie de juego de sillas musicales, si Vd. quiere. Los Hermanos Musulmanes están en el poder y los partidarios del antiguo régimen, del régimen de Mubarak, en la calle, al lado de los liberales, con la izquierda, con la oposición popular a los Hermanos Musulmanes. Se trata en cierto sentido de una repetición del guión con, ciertamente, una diferencia clave: la naturaleza de la fuerza política que se encuentra en el poder.
En los dos casos vemos una inmensa movilización. Y este levantamiento es absolutamente fascinante. Es algo que va más allá de lo que se podía esperar, incluso por personas como yo que rechazan todos esos comentarios lúgubres que hay cada vez que unas elecciones conducen al poder a fuerzas semejantes a los Hermanos Musulmanes. Había todo tipo de comentarios según los cuales la primavera se había transformado en otoño (islamista) o en invierno (integrista); muchos han visto en estos acontecimientos una razón, cuando no un pretexto, para sencillamente denigrar al conjunto de los levantamientos en la región. Había también otros, como yo, que insistían en el hecho de que nos encontramos solo al comienzo de un proceso revolucionario de larga duración. Incluso he declarado que, en realidad, estaba bastante contento de ver a los Hermanos Musulmanes acceder al gobierno porque ello sería la mejor forma para que se expusieran y así perdieran su capacidad de engañar a la gente con eslóganes demagógicos del tipo “el islam es la solución”.
¿Puede Vd. hablarnos de los diferentes intereses que han tomado parte en el levantamiento en Egipto así como de los intereses políticos que sirven?
Como acabo de mencionar, estamos frente a una multitud muy heterogénea políticamente hablando. He oído en la televisión algunas entrevistas de personas en las calles. Son numerosas, en los cafés o en los lugares de ese tipo, las que expresan su preferencia por Mubarak en lugar de Morsi. Hay pues, por supuesto, un gran número de partidarios del antiguo régimen, un gran número de personas que representan, ¿cómo diría?, una masa más bien conservadora, que está en contra de los Hermanos Musulmanes debido a su profunda torpeza en el poder. Se han comportado lamentablemente, de la forma más inepta posible, y han logrado poner en su contra a todo el mundo.
Hay por tanto partidarios del antiguo régimen pero hay también en esta movilización inmensas masas de personas que actúan en razón de su situación de clase, si Vd. quiere, viendo que no se ha hecho nada contra el deterioro de sus condiciones de vida pues el gobierno no ha hecho mas que proseguir las políticas sociales y económicas del régimen precedente. Está también la oposición liberal, que se opone a los Hermanos Musulmanes por razones políticas pero no está en contra sus políticas social y económica pues los liberales comparten, en el fondo, las mismas opciones. Está luego la izquierda. Se trata pues de una multitud muy heterogénea. De la misma forma que en 2011 había fuerzas muy heterogéneas, fuerzas de naturaleza muy diferente reagrupadas alrededor del único punto común que era su oposición a Mubarak, es el mismo fenómeno hoy en la oposición a Morsi.
Por supuesto, eso no resolverá el problema en absoluto. Toda ilusión según la cual el Ejército y cualquiera que lleve al poder el Ejército (pues el Ejército se encuentra por segunda vez en posición de creador de reyes) llevará a mejoras de las condiciones sociales y económicas, y como consecuencia, de las condiciones de existencia de los trabajadores y trabajadoras en Egipto, sencillamente no tiene ningún fundamento. Todas las ilusiones de ese tipo no son más que eso: ilusiones.
Estamos aquí frente a una contradicción entre quienes apoyan el golpe de Estado del Ejército porque desean el restablecimiento del orden, porque están convencidos de que los Hermanos Musulmanes no logran realizar este objetivo, los y las que desean impacientemente una vuelta a la normalidad, lo que significa de hecho poner fin al movimiento de huelgas, de todos los movimientos sociales que se han desarrollado de forma muy intensiva durante los dos últimos años. Hay pues este tipo de personas. De otro lado están quienes se rebelan contra Morsi porque ha proseguido las políticas sociales de Mubarak.
Nos encontramos por tanto en plena contradicción. El problema es que con excepción de grupos marginales, hay poca conciencia de ello. La tragedia reside aquí en la ausencia de una fuerza de izquierdas que disponga de una credibilidad popular real y de una visión estratégica clara de lo que ocurre. Eso falta de una forma terrible.
Vd. ha mencionado de qué forma ese proceso revolucionario, que comenzó el 25 de enero de 2011, evoluciona. ¿Dice Vd. que no ve emerger ningún dirigente del movimiento revolucionario que sería capaz de plantearse como candidato a la dirección en las próximas elecciones que el Ejército ha prometido?
Bueno. Hemos visto la aparición de una figura que puede jugar el papel de reagrupador de las aspiraciones, digamos, sociales y progresistas del pueblo. Se trataba del candidato nasseriano [Hamdem Sabahien referencia a Nasser que dirigió Egipto hasta 1970]. Ese candidato representaba pues una especie de nacionalismo de izquierdas. Logró el tercer puesto [en 2012, con el 20,72% de los votos, frente al 23,66% de Ahmed Shafik -un oficial que representaba al antiguo régimen- y el 24,78% de los votos para Mohamed Morsi]. Fue la gran sorpresa de las elecciones presidenciales. Representa la única figura realmente popular en la amplia gama de la izquierda egipcia.
El problema está en que comparte completamente el discurso que prevalece actualmente según el cual el Ejército es nuestro amigo, está con el pueblo, etc. Se encuentra, además, en alianza con los liberales y con alguien que es un superviviente del antiguo régimen, Amr Moussa [secretario general de la Liga Árabe entre 2001 y 2011, fue antes de ello ministro de Asuntos Exteriores entre 1991 y 2001]. Ha hecho recientemente declaraciones en las que ha afirmado que había sido un error para el movimiento popular, antes de que Morsi accediera al poder, decir“Abajo el régimen militar”, esto cuando el Comité Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA) gobernaba el país de forma terrible. Esas declaraciones no son tranquilizadoras en absoluto. Era sin embargo la única persona que había emergido con atractivo para las aspiraciones populares a un cambio hacia la izquierda y no un cambio hacia la derecha, ya fuera en una dirección islamista o en dirección al antiguo régimen.
La cuestión ahora es saber si -y se trata claramente de un condicional- el Ejército pone en marcha el programa que ha anunciado, que incluye la celebración de elecciones presidenciales a corto plazo, lo que ocurrirá con esas elecciones y cómo ese candidato precisamente -porque es el unico capaz de avanzar en la izquierda- se posicionará en esas elecciones: ¿qué tipo de discurso desarrollará y cuál será su programa? Tendremos que observar eso si -una vez más si- tienen lugar elecciones. Es demasiado pronto para pronunciarse sobre este tema porque los Hermanos Musulmanes rechazan en estos momentos el golpe de Estado y lo denuncian como lo que es: un golpe de Estado. Y efectivamente lo es. Y esto incluso si no se trata sencillamente de un putsch contra un gobierno democráticamente elegido, sino de un putsch contra un gobierno elegido democráticamente pero que ha llegado a que se le ponga en contra la amplia mayoría del pueblo egipcio. Las movilizaciones contra Morsi han alcanzado niveles jamás vistos. Era algo absolutamente sin precedentes.
¿Cuál el papel de los Estados Unidos en todo esto? Estaban encantados apoyando a Mubarak durante decenios con los militares en el poder. Pero, ¿qué papel han jugado en esta situación y qué papel podrían jugar los Estados Unidos en el próximo período?
El movimiento de oposición en Egipto, es decir la oposición a Morsi, tiene la fuerte convicción de que Washington apoyaba a Morsi. Había, en efecto, numerosos signos que indicaban el apoyo de Washington a Morsi: las advertencias contra la intervención de los militares, la insistencia sobre la necesidad de seguir la vía constitucional, de no apartarse de ella aunque la Constitución, la que existe hoy, tenga una legitimidad completamente discutible… Este inmenso movimiento, en efecto, no reconoce esta Constitución como legítima sino como impuesta por los Hermanos Musulmanes. La embajadora de los Estados Unidos en El Cairo ha hecho una declaración, al comienzo de las movilizaciones contra Morsi, en la que ha dicho que son perjudiciales para la economía del país. Esto ha aparecido como una declaración de apoyo flagrante a Morsi. Hay pues numerosas indicaciones de esto. Pero, en realidad, Washington se encuentra verdaderamente desorientado. Quienes defienden, y son numerosos, en particular en internet, todas esas teorías del complot según las cuales Washington es todopoderoso y tira de los hilos de todo lo que ocurre en el mundo árabe están completamente equivocados.
Quiero decir que la influencia de Washington, de los Estados Unidos en la región en general, se encuentra a un nivel muy bajo. Es el resultado de la derrota en Irak, pues se trata de una derrota mayor para el proyecto imperial de los Estados Unidos. Hubo esta combinación entre ese desastre para la política imperial de los Estados Unidos y el derrocamiento de amigos clave de Washington, como Mubarak.
Washington ha intentado, por tanto, apostar por los Hermanos Musulmanes. En efecto, en el curso del último período, desde el comienzo del levantamiento en el mundo árabe o inmediatamente después, Washington ha optado por apostar por los Hermanos Musulmanes. Han renovado de hecho su antigua alianza pues trabajaron estrechamente con los Hermanos Musulmanes durante los años 1950, 1960, 1970, de hecho hasta 1990-91. Estaban en colaboración estrecha con los Hermanos Musulmanes. Han renovado esta colaboración convencidos de que en las condiciones actuales del mundo árabe, con todas esas movilizaciones de masas -que constituyen el desarrollo nuevo y más importante, desde diciembre de 2010, enero 2011- tienen necesidad de aliados que dispongan de una real base popular, con una organización realmente popular. Quienes correspondían evidentemente a esta definición y quienes estaban dispuestos a colaborar y a cooperar con Washington eran los Hermanos Musulmanes. Es lo que hicieron y es lo que continúan haciendo.
La situación ha alcanzado ya un punto tal que Washington constata que los Hermanos Musulmanes han fracasado. Así pues, incluso desde el punto de vista de Washington, apostar por ellos no es ya posible. Han fracasado en restablecer el orden en Egipto. No han logrado controlar la situación.
El aliado más importante en Egipto es por supuesto el Ejército. El ejército tiene lazos muy estrechos con Washington. Está en parte financiado por Washington [desde finales de los años 1970, es decir tras la firma de un tratado de paz con Israel, el Ejército egipcio recibe una ayuda financiera anual; se eleva hoy a alrededor de 1,3 millardos de dólares]. El grueso de los fondos de los Estados Unidos para Egipto, que está justo detrás de Israel desde el punto de vista de las cantidades recibidas, va al Ejército. La generación actual de oficiales ha sido entrenada en los Estados Unidos. Han participado en maniobras militares, etc. El Ejército está pues muy ligado a Washington. Y, por supuesto, no es posible contemplar que Washington tome posición contra el Ejército. Supongo que adoptarán una posición conciliadora. Lo que importa, es que no dirigen la situación. Y cualquiera que piense que los Estados Unidos son los directores de la situación, está, como he dicho, completamente equivocado.
¿Puede darnos su opinión sobre lo que puede ocurrir en Egipto? Mohamed el-Baradei es una personalidad de la oposición entre los dirigentes que se han reunido hoy con el Ejército. Parece que los dirigentes sindicales no se han reunido con el Ejército. ¿Puede Vd. hablarnos de las posibles implicaciones de esto? En fín, debido a la crisis que ha aparecido con el gobierno de los Hermanos Musulmanes, si hubiera otras elecciones, ¿piensa Vd. que los Hermanos Musulmanes podrían ganarlas?
Voy a comenzar por el último punto. No, no veo cómo podrían ganar ahora las elecciones los Hermanos Musulmanes. Las próximas elecciones serán elecciones presidenciales según la declaración hecha por el comandante en jefe del Ejército en su discurso. Si mira Vd. lo que se ha producido en las elecciones precedentes, Morsi fue elegido en segunda vuelta gracias a votos que no eran “pro-Morsi” sino más bien contra Shafik, el otro candidato, un antiguo militar que era considerado como un representante de la continuidad con el régimen Mubarak. Morsi no obtuvo, incluso entonces, más que cerca del 25% de los votos en la primera vuelta. Y no estoy completamente seguro de que los Hermanos Musulmanes obtendrían de nuevo esos 25%. Así pues, no, no pienso que eso sea verdaderamente posible, por no hablar del hecho de que difícilmente puedo imaginar al Ejército organizar elecciones para que Morsi o su equivalente vuelva al poder. Es por tanto, por lo menos, muy improbable.
Lo que va a ocurrir es exactamente aquello a lo que hacía alusión cuando hablaba de la cuestión del candidato nasseriano. Ese frente de oposición heterogénea ¿se presentará junto a las elecciones con un candidato único? Si es lo que se produce, ese candidato no será el nasseriano sino más bien alguien como Baradei, un liberal. De cierta forma eso será otra etapa, la apertura de una nueva etapa en un proceso revolucionario que estará lejos de haberse acabado. Continuará, y esto por numerosos años, si no son decenios, de inestabilidad antes de llegar a una situación en la que las cosas cambien profundamente con políticas sociales y económicas diferentes. Para llegar a ello es necesario que se produzca un cambio político-social profundo. Es algo que no es aún visible. Es por tanto demasiado pronto para hacer predicciones sobre este tema.
Lo que sin embargo si podemos decir es que es verdaderamente improbable que el Ejército intente repetir lo que hizo tras el precedente golpe del 11 de febrero de 2011, cuando, de la misma forma, el Ejército apartó a Mubarak del poder. Hacen esto ahora con Morsi. Han gobernado mucho tiempo el país la primera vez, antes de la elección de Morsi [entre febrero 2011 y finales de junio de 2012]. Difícilmente les veo hacer lo mismo porque han comprendido que eso les era perjudicial y que de hecho el poder en Egipto era hoy una patata caliente. Es que… quien puede desear hacer frente a todos los problemas que se encuentran ante nosotros, uno de ellos, no de los menores, está ahora constituido por los Hermanos Musulmanes mismos. Veremos lo que ocurre. Si sencillamente son sometidos, si claudican, lo harán con mucho resentimiento y habrá mucha oposición por parte de los círculos islámicos a cualquier cosa que venga a continuación.
Está, por otra lado, una situación económica terriblemente mala, muy preocupante, con un país al borde de la bancarrota, de un profundo desastre económico. La única política planteada por el amplio abanico de fuerzas que va de Morsi a Baradei pasando por los militares es la misma agenda de medidas neoliberales que el FMI promueve en Egipto. Hay que comprender hasta qué punto el FMI es, cómo decir, verdaderamente lo que ha sido llamado hace ya mucho tiempo, el fundamentalismo monetarista internacional. Hasta qué punto es fundamentalista en la perspectiva neoliberal, comprometer a Egipto, después de todo lo que hemos visto, en nada menos que aún más de las mismas políticas económicas que han sido aplicadas bajo Mubarak y que han llevado a esta profunda crisis económica: ningún crecimiento en absoluto y, en cualquier caso, muy poca creación de empleos, un inmenso paro, en particular entre los jóvenes. Continúan preconizando las mismas políticas. El FMI ha ejercido presiones sobre el gobierno Morsi a fin de que pusiera en marcha medidas suplementarias de austeridad, reducciones suplementarias a los subsidios como los de los precios del carburante y otros productos básicos. Continúan preconizando tales políticas. Morsi no las ha puesto en aplicación porque no podía hacerlo. No era suficientemente poderoso políticamente como para hacerlo. Cuando intentó hacerlo una vez, se vio confrontado a tal follón que anuló inmediatamente, en su página Facebook, las medidas que había anunciado. Fue algo verdaderamente ridículo.
Se trata, pues, de una patata caliente. Es por ello, una vez más, que a lo que asistimos no es otra cosa que un episodio de una larga historia, que se sigue encontrando de hecho en su fase inicial. Vamos a asistir a otros numerosos acontecimientos en los años que vienen en Egipto y en el resto del mundo árabe.
Traducción de la versión, en francés, publicada en http://www.npa2009.org/node/38061 de la transcripcion de una entrevista realizada, en inglés, el 3 de julio por la cadena de TV The Real News Network (TRNN) y difundida en dos partes el 4 de julio.

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