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miércoles, 17 de julio de 2013

La caída de los Hermanos Musulmanes en Egipto deja a Hamás aún más aislado

Publicado 17/07/2013 10:50
Diplomacia
La caída de los Hermanos Musulmanes en Egipto deja a Hamás aún más aislado


La caída de los Hermanos Musulmanes en Egipto y el derrocamiento de su presidente, Mohamed Morsi, ha dejado más aislado que nunca al movimiento islamista Hamás, que gobierna en Gaza y se prometía tiempos mejores con el ascenso al poder de su "progenitor" egipcio.
"Hamás ha sufrido un duro golpe con lo ocurrido en Egipto", aseguró Hasan Abdo, analista político de Gaza especializado en movimientos islamistas.
El debilitamiento de los Hermanos no es el único golpe que ha afrontado Hamás en los últimos tiempos: la deteriorada relación con Siria y con la milicia chií libanesa Hezbollah por su decisión de no apoyar al régimen de Bashar al Assad, le ha pasado factura y ha enfangado sus relaciones con Teherán, otro de sus apoyos clave.
Abdo habla incluso de la "pérdida" de los aliados tradicionales de Hamás, cuya cúpula política en el exilio huyó de Damasco al crecer el conflicto interno y cambió su base a Qatar.
Hamás, considerado una extensión de los Hermanos Musulmanes y fundado en Gaza en 1987, se hizo con el control de la franja en junio de 2007, tras expulsar por la fuerza a las fuerzas leales a la Autoridad Palestina (AP), que encabeza Mahmud Abbas y que desde entonces gobierna solo en Cisjordania.
Los terroristas islámicos palestinos se oponen a los acuerdos de paz firmados entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que, al igual que la AP, está controlada por su partido rival, el nacionalista Al Fatah, y han perpetrado docenas de atentados suicidas contra la población israelí para hacer descarrilar los intentos de paz.
En 2006 se presentó a las elecciones legislativas, que ganó con mayoría absoluta, y formó un gobierno que no fue reconocido por la comunidad internacional, que lo considera una organización terrorista y le exige la renuncia a la violencia y el reconocimiento de los acuerdos firmados y de la existencia de Israel.
El boicot internacional a Hamás, que rechaza abandonar la violencia, se unió en junio de 2007 a un bloqueo a Gaza impuesto por Israel con la cooperación del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak, y absolutamente legal desde el punto de vista de la legislación internacional. De esta manera, Hamás destruyó el comercio, el empleo y el tejido industrial e hizo a la mayoría de sus habitantes dependientes de la ayuda humanitaria.
La vía de escape al aislamiento ha sido desde entonces el eje formado por Irán, Siria y Hezbollah, que le proveían de soporte político, refugio a sus dirigentes y enorme apoyo militar y
económico, unas bases que han empezado a derrumbarse. Según diversos medios, Irán ha suprimido en los últimos meses una ayuda a Hamás de más de 20 millones de dólares al mes, además de cortar la colaboración militar, que facilitaba armas y entrenamiento a su ejército terrorista, en respuesta su posición contraria al régimen de Damasco, que si cuenta con el apoyo de Hezbollah.
La cúpula de Hamás ha llegado a tener que desmentir la participación de sus miembros en algunas de las batallas del lado de los rebeldes que tratan de echar del poder a Al Asad.
"La falta de la ayuda financiera que Hamás recibía de Irán después de que apoyase la insurrección armada contra Al Assad y criticase a Hezbollah en el Líbano han debilitado al movimiento", asegura Abdo.
Ahora, la caída de los Hermanos egipcios ha dado el toque de gracia y "dejado totalmente aislados" a los extremistas islámicos palestinos.
La reducción del apoyo externo, afirma Abdo, viene acompañada de una pérdida de popularidad entre los palestinos, ya que "Hamás nació como un movimiento de resistencia armada y obtuvo un gran apoyo por serlo" por lo que "su tregua a largo plazo con Israel le ha supuesto perder mucho apoyo popular".
Mujaimar Abu Saada, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Azhar de Gaza, cree que Turquía es ahora el único aliado que le queda a Hamás por lo que al movimiento no tiene más remedio que tratar de "mantener buenos lazos" con el nuevo gobierno egipcio.
En 2011, Hamás apoyó las revueltas conocidas como "Primavera árabe", que consiguieron cambiar los regímenes en Túnez, Libia, Egipto y Yemen, pero no en Siria.
Hani Habeeb, analista político de Gaza, señala que desde que Morsi fue depuesto por las Fuerzas Armadas egipcias el 3 de julio "Hamás está en estado de shock y aún no ha hecho ninguna declaración oficial".
"Ahora son conscientes del peligro de (que se rompa) la cuerda que tendieron para fortalecer su relación con los Hermanos Musulmanes", asegura Habeeb, que explica así el silencio oficial y la multiplicación de reuniones intensivas del liderazgo en la franja en las últimas semana.
En un esfuerzo por mostrarse positivo, el dirigente de Hamás Ahmad Yousef afirma que su movimiento "no tiene miedo por la caída del gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto sino que, más bien, está preocupado por los cambios dramáticos y las consecuencias de la inestabilidad política" en el país vecino.
Hamás, asegura Yousef, quiere que regrese la calma a Egipto ya que el drama en sus calles afecta la estabilidad de toda la región y, en particular, a la situación política y de seguridad en el enclave costero. EFE

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