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martes, 21 de noviembre de 2017

¿EE.UU. ayuda a escapar al ISIS para armar otras guerras?

Consintiendo el gran escape
El medio británico BBC relata detalles del escape de cientos de combatientes del ISIS y sus familias con toneladas de armas y municiones desde la ciudad siria de Raqqa, capital de facto de su autoproclamado califato. El evento fue acordado con las opositoras Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza de combatientes kurdos y árabes supuestamente opuestos al ISIS, para liberar a sus civiles atrapados y terminar la lucha por la ciudad, luego de cuatro meses de combates que dejaron a la ciudad borrada y casi desprovista de gente. A cambio de la retirada, las vidas de los combatientes árabes, kurdos y otros que se oponen al ISIS se salvarían.
El convoy, que transportó combatientes de 10 países o más, tenía entre 6 y 7 kilómetros de largo, incluyó casi 50 camiones, 13 autobuses y más de 100 vehículos propios del ISIS, y fue seguido e iluminado con bengalas por aviones de la coalición, a veces drones.
En mayo pasado, el secretario de Defensa de los EEUU, James Mattis, describió la lucha contra el ISIS como una guerra de “aniquilación”. “Nuestra intención es que los combatientes extranjeros no sobrevivan a la lucha por regresar al norte de África, a Europa, a América, a Asia, a África. No les vamos a permitir que lo hagan”, dijo en televisión estadounidense.

En septiembre pasado la aviación de EE.UU. bombardeó posiciones sirias en las afueras de la ciudad de Deir Ezzor, a 432 kilómetros al noreste de Damasco, mientras los combatientes del ISIS aprovecharon los ataques para tomar una línea de defensa en las afueras de dicha ciudad. El Ministerio de Defensa ruso afirmó que los aviones efectuaron cuatro bombardeos contra el Ejército sirio, y dejaron al menos 62 militares muertos y más de 100 heridos cerca del aeropuerto de la ciudad.
Recientemente el Ministerio de Defensa ruso también ha acusado a la coalición internacional de haber protegido con su inacción a los milicianos del ISIS en su salida de la localidad siria de Albu Kamal. Agregó, además, que a esta coalición militar le fue propuesto llevar a cabo operaciones conjuntas para aniquilar los convoyes que estaban retrocediendo en la ribera oriental del Éufrates con terroristas.

Sin embargo, Sputnik informó que “los estadounidenses rechazaron en términos categóricos lanzar ataques aéreos contra los terroristas de ISIS  alegando que los combatientes se rinden y están sujetos ahora a las cláusulas del Convenio de Ginebra sobre el trato debido a los prisioneros de guerra. No respondieron nada a la pregunta de por qué los militantes del ISIS, tras retroceder con sus equipos de combate y armas pesadas, se reagrupan en una zona bajo el control de la coalición internacional para realizar nuevos ataques a las tropas sirias cerca de Albu Kamal”.
Han señalado que los aviones de la coalición entraron en el espacio aéreo sobre una zona de 15 kilómetros alrededor de Albu Kamal, en “un intento de obstaculizar las operaciones de la aviación rusa” en dicha área. Los milicianos del ISIS fueron expulsados de esa localidad siria el 8 de noviembre, pero esta semana lograron retomar su control tras una contraofensiva.

OTAN: logística, patrocinio y cooperación con el ISIS
Las colaboraciones de EE.UU. con el ISIS no son para nada nuevas, mucho más si se comprende que buena parte de los terroristas en Siria cuenta con la ayuda de la sala de monitoreo de este conflicto que la OTAN tiene en Turquía, según el Instituto Brookings afiliado a la red de tanques de pensamiento de Wall Street.
En 2015, en esta línea, el periodista Tony Cartalucci reveló cómo el ISIS controlaba vastas franjas de territorio que se extendían a ambos lados de Siria e Irak, y cómo no solo era capaz de defenderse militarmente y expandirse desde dicho territorio, además de contar con los recursos para ocuparlo y las capacidades para administrar las poblaciones subyugadas en él.
Cartalucci, en su informe, agregó que el Departamento de Estado de EE.UU. y agencias de inteligencia en Bengasi, Libia, coordinaron el envío rápido de terroristas y armas sobrantes de la intervención de la OTAN en Libia en 2011 a Turquía y luego a Siria. Las líneas de suministro del ISIS fluyeron precisamente por donde el poder aéreo de Siria e Irak nunca pudo ir: al norte por Turquía, miembro de la OTAN, y al sudoeste por Jordania y Arabia Saudita, ambos aliados de EE.UU.
Más allá de estas fronteras, el investigador señaló en su trabajo que aún existe una red logística que incluye tanto Europa del Este como el Norte de África.

El papel de Turquía
El financiamiento de Occidente ha fluido hacia los “grupos moderados”, pero no son ellos quienes ejercieron el dominio territorial sino el ISIS. En este sentido, el papel de Turquía fue estelar debido a que cientos de camiones viajaron desde lo más profundo de este país cruzando la frontera siria con total impunidad, y se internaron en Siria con la protección implícita de las fuerzas militares turcas cercanas.
Convoyes similares cruzaron a Irak desde Jordania y Arabia Saudita. En reiteradas ocasiones, los ataques de Siria a éstos fueron respondidos por las defensas aéreas turcas.
El ISIS “escapó” de Raqqa como en una película de Hollywood. El patrocinio de la OTAN mediante Turquía ha sido inocultable y ampliamente documentado por la prensa occidental. Mevlut Cavusoglu, ministro de Relaciones Exteriores turco, admitió en 2016 que combatientes, armas y equipos del ISIS salieron del territorio de Turquía “con destino a Raqqa”, pero nunca explicó cómo pudieron moverse a través de un Estado miembro de la OTAN para librar una guerra completa, sin ser detenidos antes de llegar a Siria. Tampoco dónde adquirieron las armas trasladadas a través de Turquía.
Eso por razones más que evidentes, resumidas en esa Sala de Operaciones que la OTAN tiene en Turquía para actuar en Siria. Dato que revela la implicación de parte de sus Estados miembros en el directo patrocinio al terrorismo. Dado que ningún arma ni terrorista pudo pasar enfrente de sus narices sin que no lo pudiesen ver.
Tanto así que este esquema logístico-militar se derrumbó finalmente con la entrada de Rusia en la guerra en Siria. Momento en el que el ISIS comenzó a debilitarse con los evidentes daños a su apoyo logístico, y EE.UU. y Alemania colocaron misiles Patriot en la frontera turca bajo la excusa de mantener alejada a la aviación siria.
Exportando la guerra total
No es para nueva la implicación ni de EE.UU. ni de la OTAN con el terrorismo, a tal punto que hasta la misma Hillary Clinton confesó en público que su país trabajó en conjunto con los talibanes en Afganistán para expulsar a la Unión Soviética, casi en el final de la Guerra Fría. Como es sabido, Al-Qaeda y sus demás nombres artísticos fueron creados y financiados por las monarquías árabes, en especial Arabia Saudita, pero armados y entrenados por la Central Internacional de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), organismo que incluso se encargó por un tiempo de darles acceso a su sistema de visado para que sus militantes viajaran por el mundo para su “guerra santa”, según las revelaciones de Michael Springton, ex jefe de visados de la embajada de Estados Unidos en Jeddah, Arabia Saudita.
Con el conocimiento de estos antecedentes, sumado a la existencia de una estrategia estadounidense de reorganización de naciones y regiones, es que se abre la interrogante de hacia dónde es que se dirigen estos militantes del ISIS endurecidos por los años del combate en Siria. Sobre todo, si el reportaje de la BBC afirma que algunos de ellos cuentan con acceso a amplias redes de logística que le permiten desaparecer del mapa y aparecer en otros puntos del planeta.
Incluso, es la misma BBC la que también refleja la variopinta lista de nacionalidades de estos militantes del ISIS. Por lo que el abanico de posibilidades van desde un regreso seguro a Europa, lugar de origen de mucho de ellos, hasta puntos calientes del mapa de Medio Oriente en los que sus financistas de Arabia Saudí pretenden reimpulsar una guerra civil, como es el caso de El Líbano.
Igualmente, en Asia aparecen pequeños y crecientes reductos de terroristas en sitios neurálgicos de las Nuevas Rutas de la Seda, proyecto geopolítico de interconectividad de China con el que se busca conectar toda la periferia territorial con su país como centro.
En este contexto, toman relevancia las declaraciones del jefe del Pentágono, James Mattis, quien antes de las conversaciones de paz aseguró que la derrota del ISIS en Siria puede derivar en una relocalización de sus fuerzas. “Se disuelven pero no desaparecen”, remarcó Mattis. Después de todo, la era de la Guerra contra el Terror, inaugurada por George Bush Jr., ha dejado unas pocas  certezas. Una de ellas es que ahí donde EE.UU diga que combate contra el terrorismo es porque hay algo de lo qué sospechar.

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