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sábado, 30 de diciembre de 2023

Palestina. La guerra contra los palestinos amenaza al mundo entero

 

Palestina. La guerra contra los palestinos amenaza al mundo entero

Por Kathleen Wallace, Resumen de Medio Oriente, 30 de diciembre de 2023.

Son tiempos cruciales. Los horribles ataques contra civiles en Gaza conllevan un imperativo humanitario suficiente para exigir un alto el fuego permanente y un Estado palestino verdaderamente libre, pero para aquellos individuos motivados por un pragmatismo en gran medida no empático, hay otras razones para detener esta monstruosidad.

El peligro de una escalada a nivel mundial aumenta día a día. El voto en solitario de Estados Unidos en la ONU [para solicitar un alto el fuego] (al menos el Reino Unido se abstuvo) muestra la naturaleza precaria de esta alianza a vida o muerte con el sionismo israelí. El mundo no está con Estados Unidos ni con Israel en este caso. Esas son las consecuencias de un genocidio retransmitido en directo. El hecho de que Israel probablemente esté inmerso en escaramuzas urbanas de lucha de guerrillas que nunca se pueden ganar probablemente erosionará parte del apoyo incluso de la población israelí. Todos hemos visto cómo se han desarrollado estas situaciones en el pasado. El público desea una victoria rápida y magnífica y, cuando esto no ocurre, los líderes empiezan a buscar otras vías para apuntalar el apoyo. Una cierta manera de hacerlo sería llevar el conflicto a zonas vecinas en un intento de involucrar a Estados Unidos (aún más de lo que ya está) y ofuscar la causa inicial de lo que podría convertirse en un conflicto mundial. Ya ha ocurrido con los ataques israelíes a los países vecinos, así como con el asesinato del general iraní Musavi. Es obvio que Netanyahu quiere que esto se extienda.

Tal vez la posibilidad más aterradora sería que se produjera un ataque directo a intereses estadounidenses que arrastrara a esta nación a una guerra que podría escalar rápidamente a nivel mundial. Todos sabemos que la cabeza fría no prevalece en situaciones como esta. Las voces a favor de la calma nunca se escuchan, pero el tamborileo a favor de la guerra se vuelve omnipresente. No sería inaudito que la chispa que desencadenara tal situación fuera un atentado de falsa bandera. Ya se ha hecho antes para arrastrar a las naciones a la guerra y pensar que Israel no es capaz de hacerlo  es más que ingenuo. Y no olvidemos que Israel tiene armas nucleares.

Para contrarrestar esta amenaza tenemos que ser conscientes de las formas en que el Estado de Israel ceba a la población estadounidense con desinformación para que el ciudadano medio piense que tiene algo en común con el experimento sionista. Los estadounidenses decentes quieren que los judíos estén a salvo e Israel juega con ello. Además, tampoco es casualidad que los evangélicos apoyen incondicionalmente a Israel, sin importar las atrocidades que cometan por numerosas razones hediondas, ninguna de las cuales tiene que ver realmente con considerar a los judíos como humanos (bueno, supongo que están de acuerdo con ellos si se convierten rápidamente antes de la batalla final que será presidida por su «Príncipe de la Paz»). Este grupo de locos junto con los que quieren que la gente judía este a salvo por razones normales forma un gran grupo de aliados disponibles en los EE.UU.

Es muy importante darse cuenta de que, por esta causa, las voces que se alzan a favor de la paz están siendo silenciadas, ya que los manifestantes judíos son tratados con violencia cuando se solidarizan con los palestinos, tanto en Israel como en el extranjero. El gobierno de Israel proclama absurdamente que toda oposición es antisemitismo, incluso cuando las voces contrarias al empeño sionista son judías. Una vez más, se trata de confundir el relato y de impedir cualquier discernimiento.

Sin embargo, hay afirmaciones claras que no dejan lugar a dudas. Cuando los dirigentes políticos israelíes hacen declaraciones abiertamente genocidas, hablando de utilizar armas nucleares para aniquilar Gaza, tomémosles la palabra y convengamos en que se trata de una completa y absoluta locura y una masacre y, por el bien de todos, démosles la espalda.

Es difícil entender cómo hemos llegado a un punto en el que la verdad es tan difícil de entender.  Llegamos a creer a pie juntillas la versión israelí sin ninguna prueba, pero las imágenes reales de asesinatos de civiles son ignoradas por la prensa estadounidense. Uno pensaría que algo tan obvio como el asesinato de Rachel Corrie hace años (literalmente arrollada por una excavadora de un proyecto de colonos) habría puesto sobre aviso a los estadounidenses, pero probablemente la mayoría ni siquiera tiene idea de quién fue esta heroína. Pero han oído historias de violaciones en grupo y de bebés decapitados que no se sostienen. Los hechos evidentes que han sucedido son vagos y nebulosos para el estadounidense medio, pero las historias pornográficas de atrocidades son tan vívidas como su imaginación pueda pintarlas. Es realmente extraño. Es uno de esos momentos en los que sabes que la historia reivindicará a quienes fuimos capaces de mantener la cabeza fría y no creer en la propaganda, pero ¿quedará mucho mundo si esto va a más?

En relación con este asunto, estaba escuchando un podcast llamado «Bad Hasbara» de Matt Lieb. Es un judío laico estadounidense que hace un excelente trabajo describiendo los métodos de desinformación tan comunes en el proyecto sionista. El tipo es un humorista, así que no hay que esperar de él un comentario serio, sino una escucha muy fácil con fascinantes reflexiones. Habla del proceso de Birthright (Derecho de nacimiento). Yo creía que Birthright era el nombre de un grupo antiabortista, pero en realidad es un programa que lleva a niños y jóvenes judíos estadounidenses a Israel para un viaje gratuito y propagandístico. Describe un método magistral para hacer que los niños sientan que no están seguros en ningún otro lugar que no sea Israel y que la existencia de Israel es necesaria para su seguridad. Juegan con el trauma generacional. Les inculcan que tienen que mudarse allí o, al menos, volver a casa con la certeza de que es el único lugar que realmente les acoge. No pude evitar pensar que la misma manipulación se está utilizando también con los ciudadanos estadounidenses que no son judíos, como si tuviéramos que aliarnos con Israel como baluarte contra «los hijos de las tinieblas», como definió Netanyahu a los palestinos de forma infame y repugnante. Me llama la atención el racismo evidente y también simbólico de la gente que quiere reivindicar ese lugar como su propia tierra ancestral, pero tiene un racismo evidente contra los no blancos que realmente son de allí. Cuando las cosas son así de inconexas, es por algo… está todo inventado.

Una observación interesante de Lieb es que toda la experiencia de Birthright le deja a uno la sensación de que la sociedad israelí es como una secta. Esto me hizo pensar: Israel es como si la Cienciología tuviera la oportunidad de apoderarse de otro país. En lugar de alegar antisemitismo, utilizarían abogados para ahogar a quienes se atrevieran a criticar. Es una nación con una mentalidad de secta y la idea de que son ellos contra el mundo y de que todo está permitido para obtener lo que quieren, incluso, y especialmente, la desinformación. Quizá podamos empezar una guerra racial poniendo pintadas sangrientas y confundiendo a todo el mundo sobre lo que está pasando exactamente. Las sectas pueden ser muy, muy grandes también. E incluso líderes «respetables» pueden ser asesinos sedientos de sangre; sólo encuentran formas de hacerlo a una escala enorme. La mecánica psicológica básica de las sectas es la misma.

Pero hay algo que está completamente claro: no hay ningún argumento sano que permita asesinar a niños o eliminar a un pueblo. Y punto.

El peligro existencial para gran parte del mundo sigue siendo real aunque Israel se comporte como una secta desquiciada. Según todas las reglas de la realidad, una nación así ya debería estar implosionando por completo, pero esto no ha ocurrido. Estados Unidos tiene que salir de esta asociación enfermiza o hará que la carnicería del siglo pasado parezca poca cosa. No es un lugar al que ninguno de nosotros quiera ir.

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