LOS GOBIERNOS NACIONALES SON CÓMPLICES
JUAN CASTRO SOTO
Qué conveniente es para ganar una guerra que el enemigo no se
entere que se encuentre en ella, ni cuándo empezó ni quién es su
enemigo, ni cómo está siendo embestido. Y esta guerra empieza
precisamente en el terreno de la información, con la censura y el engaño.
Decía Howard Zinn que uno de los efectos de la guerra es disminuir la
libertad de expresión. Si bien, nunca como hoy la gente había podido gri-
tarle al mundo lo que piensa y siente, gracias a las redes informáticas,
incidiendo en las políticas públicas, también hay un incesante esfuerzo por
frenar y revertir esa libertad, lo cual es síntoma de una guerra, más otro
esfuerzo por imponer una narrativa falsa de la vida.
En México, las “benditas redes sociales” encumbraron a López Obrador
y esas mismas lo han enterrado. Los medios masivos de comunicación y
los aparatos de gobierno son rebasados por la avalancha de información
en las redes ciudadanas, que contradice y desmiente todo tipo de temas.
El “wokeismo”, que esgrimió las luchas supuestamente de izquierda,
ambientalistas, feministas y de derechos humanos, como un sociedad
“despierta” a los problemas del mundo, de repente comenzó a despertar
de su despertar al ver cómo se desdibujaba la Agenda 2030 de la ONU
desde sus inicios en 2020, con la falsa pandemia de COVlD-l9.
Después de ese año, prácticamente la mitad del mundo pasó a estar
en contra de dichas vacunas, gracias a las redes sociales. Algunos go-
biernos no pudieron ignorar los planes y el genocidio que se cometía, de-
biendo cancelar la vacunación, incluso demandando a las farmacéuticas.
En cambio, la mayoría de los gobiernos, como en México, aún siguen
inoculando pese a la información que circula por todo el mundo.
Desde hace décadas existe un plan de despoblación mundial y las gue-
rras son un medio de exterminio en diversos modos ‒aunque no más le-
tales que la vacunación y las industrias alimenticia y farmacéutica‒. Las
guerras entre países como en Medio Oriente y Ucrania, abonan a ese ge-
nocidio, no se diga las guerras intestinas del nacrcotráfico, como en Mé-
xico, que aniquilan y desaparecen cientos de personas cada día.
Por otro lado, gracias a la información altenativa sabemos que grandes
catástrofes naturales, más allá de lo pro-
vocado por el desarrollo industrial, son pre-
meditadas para generar hambruna, des-
trucción y muerte, usando geoingienería.
Los incendios focalizados en todo el globo
son un ejemplo. Vaya, no existe una crisis
climática sino una crisis ambiental delibe-
rada y civilizatoria, y de un cambio de era.
Y si devastan a las clases altas de Hawai
y California, ¿qué será del “tercer
mundo”? ¿Cómo se frena eso?
Quienes pueden crear dinero, no
escatiman en gastos y hasta pueden
comprar Groenlandia sin siquiera im-
primir billetes, basta una tecla. La des-
trucción de plantíos y animales en el
sector agropecuario de Europa es otro
ejemplo, con el cuento de una crisis
climática que vienen alimentando por
los menos desde 1968 con la creación
del Club de Roma.
La agenda de género contribuye
promoviendo la desintegración fami-
liar, el aborto y la transexualidad, evi-
tando el nacimiento de nuevos seres
humanos: se les mata antes de nacer.
Así, derecha e “izquierda” conver-
gen hacia el aniquilamiento de la hu-
manidad, lo que no sería posible sin la
complicidad y obediencia de los go-
biernos nacionales, en especial si les
imponen una presidente sin pueblo,
globalista, vacilando entre las órdenes
de AMLO, Trump y la ONU.
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