Historia del universo maya
La historia del universo maya se conforma por la aparición de varios soles que al igual que los hombres, no son los verdaderos y por ello también son destruidos. En el Popol Vuh se relata la historia de un ser soberbio que se creía Sol y Luna, llamado Vucub Caquix “Siete Guacamaya”, y que tenía dos hijos Cipacná y Cabracán, encarnaciones de fuerzas telúricas caóticas. Estas deidades quichés corresponden a la edad de los hombres de madera, en la que no se había alcanzado todavía el orden cósmico, por lo que son destruidos por los héroes que serán el Sol y la Luna de la última edad: Hunahpú “Uno Cazador”, el Sol diurno e Ixbalanqué “Sol-Jaguar”, el Sol nocturno o la Luna.
El mito relata en seguida cómo estos héroes bajan al Inframundo a jugar a la pelota con los dioses de la muerte, un símil de la guerra, mueren y renacen varias veces y finalmente, después de este tránsito iniciático, ascienden al cielo convertidos en el Sol y la Luna de la última edad, al mismo tiempo que los dioses crean a los hombres de maíz; así culmina la obra de creación del mundo. El movimiento del Sol, es decir, el tiempo histórico, se inicia cuando los hombres ofrecen a los dioses sacrificios humanos.1 Los epigrafistas han encontrado en textos de los monumentos de piedra de los siglos VI, VII y VIII, ideas muy similares. En la lectura interpretativa que realizan de la Estela 1 de Cobá, Quintana Roo, señalan que en el texto se asienta que el mundo actual fue creado en 13.0.0.0.0, el día 4 ahau 8 cumku, que en nuestro calendario corresponde al 13 de agosto de 3114 a. C., y que funcionó como Fecha-Era en los cómputos calendáricos del periodo Clásico.
Encuentran la misma fecha en la estela C de Quiriguá, Guatemala, e interpretan la inscripción como el registro del nacimiento del mundo actual. El texto dice que en 4 ahau 8 cumkú se manifestó la imagen y fueron colocadas las tres piedras (....); éstas pueden relacionarse con las tres piedras que los mayas ponen en el centro de su casa, y en este texto cosmogónico claramente son símbolo del centro del mundo.
Figura 3. En la estela 1 de Cobá, Quintana Roo, aparece una de las inscripciones donde se señala una fecha mítica para la creación del cosmos, que en nuestro calendario corresponde al 13 de agosto de 3114 a.C.
En Palenque, ciudad maya de Chiapas, se encuentran diversas inscripciones del periodo Clásico que refieren el tiempo de los orígenes. En el Tablero de la Cruz de Palenque, se relata el nacimiento de la primera pareja divina: el Primer Padre llamado Hun-Nal Yel “Uno-maíz-revelado” nació en una fecha que equivale al 16 de junio de 3122 a.C. La Primera Madre nace 540 días después es decir el 7 de diciembre de 3121 a. C.
La creación tiene lugar a los seis años, el 13 de agosto de 3114 a.C. Las inscripciones mencionan que “Se hizo visible la imagen del Cielo Acostado, el Primer Lugar de las Tres Piedras”, luego 542 días después, Hun Nal Yel entró o se convirtió en el cielo, el 5 de febrero de 3112 a.C. y asÍ el Primer Padre separa el cielo de la tierra, quedando el Árbol del Mundo, el Wak Chan, en el eje central.2 Con esto se establece el orden del tiempo y del espacio. En la imagen que acompaña al texto vemos la cruz eje del mundo, esquematización del árbol, formada por dos serpientes bicéfalas que representan al dragón, sobre ellas está el pájaro que representa el cielo, una imagen del dios creador.
Figura 6. Sin duda alguna el Tablero de la Cruz de Palenque encierra uno de los textos más interesantes para conocer como fue la creación del cosmos maya; allí se relata no sólo el nacimiento de la pareja primordial, sino también cómo se erige el árbol cósmico que separa al cielo de la tierra y con ello se instaura el orden.
Y en los códices parece referirse el mito cosmogónico en la página 74 del Dresde en la que el dragón celeste Itzamná, acompañado de la vieja diosa O, ocasionan un diluvio cósmico; el dragón arroja por sus enormes fauces un torrente de agua y la anciana diosa, con garras en vez de manos y pies, y huesos cruzados sobre su falda, vacía un recipiente; abajo se observa al Chaac (deidad de la lluvia) negro con un águila sobre su cabeza y portando dardos y lanza, como símbolo de destrucción.3
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