Desmantelada la tumba de Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler
Su sepultura en Wunsiedel se había convertido en un centro de peregrinación neonazi
La sepultura de Rudolf Hess en Wunsiedel, Baviera, fue desmantelada entre las cuatro y la seis de la madrugada del miércoles, según publica hoy el diario muniqués Süddeutsche Zeitung, coincidiendo con el 67 aniversario del fallido atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944, cuando un grupo de oficiales encabezados por Claus Schenk von Stauffenberg intentó matar al Führer.
Desaparece así la tumba del compañero de lucha y de cárcel al que Adolf Hitler dictó Mi lucha. Sus restos serán quemados y esparcidos en alta mar, después de que la comunidad cristiana evangélica de Wunsiedel denegara a sus descendientes la prolongación del arrendamiento del sepulcro.
Los neonazis siguen considerándolo un "mártir"
Desde que Hess supuestamente se ahorcó con un cable en su celda de Spandau en 1987, el pueblo se había convertido en una meca de romerías neonazis. Los ultraderechistas del partido NPD y otros grupúsculos de la misma ideología nazi organizaban una marcha conmemorativa cada 17 de agosto, en la que homenajeaban al "mártir" Hess. Éste se había librado de la horca en los Juicios de Nuremberg por haber protagonizado un salto en paracaídas sobre Escocia en 1941 para negociar la paz con Reino Unido. Su significada participación en los supuestos crímenes del nazismo le valió, no obstante, una condena a cadena perpetua en 1946. La cumplió hasta los 93 años bajo vigilancia de soldados aliados en la cárcel de criminales de guerra de Berlín-Spandau.
Cuando Rudolf Hess, el famoso lugarteniente de Hitler, ingresó en la cárcel de Spandau en 1947 para cumplir cadena perpetua se convirtió en el 'prisionero número 7' y quedó sujeto a las duras reglas de las potencias aliadas para impedir que el criminal nazi se quitara la vida. No podía recibir flores, las pocas personas que lo visitaban tenían prohibido estrecharle la mano y los carceleros le requisaban sus gafas todas las noches. Este ritual se prolongó 40 años y 30 días, hasta que a los 93 años, a pesar de la estrecha vigilancia, Hess apareció muerto en su celda en extrañas circunstancias cuando se estaba hablando de su liberación y 42 años después de que su Hitler muriera en su bunker situado pocos kilómetros al sureste de Spandau. Fue el único prisionero de Spandau a partir de 1966, cuando salieron en libertad los también destacados nazis Albert Speer y Baldur von Schirach. Al contrario que Speer o Karl Dönitz, con los que compartió el patio de la prisión de Spandau, Hess no maquilló su biografía ni negó sus entusiasmos nazis. Así, los neonazis siguen considerándolo un "mártir", sobre cuyas vida y muerte se sigue escribiendo.
El propio líder nacionalsocialista expresó en vida el deseo de ser enterrado ahí, donde asimismo reposan los restos de sus padres.
La prohibición de las marchas conmemorativas desde 2005 no impidió que Wunsiedel, pintoresca localidad de 10.000 habitantes cercana a la frontera con la República Checa a la que Hess iba de vacaciones, contara hasta esta semana entre los principales lugares de peregrinaje para neonazis de todo el mundo, y ni así se evitaron nuevos actos de la ultraderecha.
Así, en septiembre de 2009, centenares de ultraderechistas se concentraron ahí para recordar al fallecido vicepresidente del Partido Nacional Democrático (NPD), Jürgen Rieder, quien en vida fue el organizador de las concentraciones anuales en el aniversario de la muerte de Hess.
En vista de que ni los largos procedimiento judiciales contra las marchas, ni la prohibición explícita del Bundestag evitaron las concentraciones, las autoridades locales incentivaron las negociaciones con la familia para el desmantelamiento de la tumba.
El traslado de los restos debería haberse producido ya en 2007, por decisión entonces de la parroquia, que sin embargo accedió a postergarlo a la espera de que expirara el contrato de sepultura de la viuda de Hess, unos años después.
Según el Süddeutsche Zeitung, una de las nietas de Hess se opuso primero a que removieran los restos mortales de su abuelo. Las autoridades locales lograron convencerla para que aceptara la exhumación de sus restos y evitar de una vez por todas que el sepulcro familiar continúe atrayendo grupos de neonazis y simpatizantes de la ideología de su abuelo.
Después de su muerte fue demolida también la cárcel de Spandau.
Valientes "democratas" que no respetan ni a los muertos ni su lugar de reposo. Esto se llama sencillamente una profanación. Denigrante.
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