Frantz Fanon y la cuestión nacional
Aquellos que insisten en minusvalorizar la importancia de la conciencia nacional y plantean que la conciencia nacional es un impedimento a la verdadera conciencia de clase deben releer a Fanon. No hay internacionalismo verdadero sin la abolición del colonialismo, neocolonialismo o cualquier variante de lo que significa la subordinación de las naciones a las pretensiones hegemónicas del Capital Internacional y sus principales agentes. La imposición de los TLC a Colombia, México, Dominicana, Panamá, Chile etc. es una versión apenas acicalada del viejo imperialismo de siempre. Minusvalorizar la importancia de la cuestión es hacerle el juego al imperialismo y negarle vigencia a la importancia de este factor en Euskal Herria, Galiza y la visión Bolivariana de Nuestra América.
A pocos meses de que se cumplan los
50 años de la muerte de uno de los teóricos marxistas y humanistas más
influyentes de la década de los 60 en los movimientos de liberación nacional de
África y América Latina, es preciso recuperar algunas ideas de actualidad
recogidas en su inmortal obra «Los condenados de la tierra (1)»(Frantz Fanon,
1925-1961).
En la comunicación dirigida al Segundo Congreso de Escritores y Artistas
Negros, celebrado en Roma (1959), el pensador revolucionario Frantz Fanon se
posicionó claramente contra aquellos que, amparados en algunas citas de los
clásicos del marxismo pero olvidándose de la riqueza del análisis marxista (el
análisis concreto de la situación concreta), rechazaban las reivindicaciones
nacionales en los países del llamado Tercer Mundo.
«Ha llegado el momento de
denunciar el fariseísmo de algunos»que dicen que ha llegado la hora «de
los grandes conjuntos»y que«los anticuados del nacionalismo deben
corregir sus errores», de los que piensan que la reivindicación nacional
«es una fase que la humanidad ha superado».
Con una notoria claridad dialéctica de lo que significan los conceptos
antagónicos unidad-separación, individual-universal y nacional-internacional,
escribe que la conciencia de sí mismo no es una cerrazón a la comunicación con
el otro, sino, todo lo contrario, es su garantía, como nos enseña la reflexión
filosófica.
«La conciencia nacional (que no es el nacionalismo, remarca) es la única que nos da una dimensión internacional».
Y continua, «si
la construcción nacional es verdadera, es decir, si traduce la voluntad
manifiesta del pueblo,» entonces la construcción nacional va acompañada
necesariamente del descubrimiento y la promoción de valores universales.
Lejos
de alejarse de otras naciones, la liberación nacional es la que hace presente a
la nación en el escenario de la historia.
Es en el corazón de la conciencia
nacional donde se eleva y se aviva la conciencia internacional (pág. 227)».
Ahora que la lucha de liberación nacional y social en Euskal Herria ha tomado
un auge inusitado y lleno de esperanzas, y en otras nacionalidades como Galiza
están tomando fuerza y reorganizándose las fuerzas independentistas y
socialistas, las ideas de Fanon cobran una clarividente actualidad.
Solo se
puede ser independentista si se es internacionalista y se tiene como meta una
sociedad socialista.
Pero no para construir un socialismo burocratizado y
fosilizado, sino un socialismo de hombres y mujeres nuevos, dotados de una moral
y forma de vida superiores.
Todo el libro está recorrido por una idea motriz:
«la descolonización realmente es creación de hombres nuevos»(pág. 31),
por lo que «hay que elevar al pueblo, ampliar el cerebro del pueblo,
llenarlo, diferenciarlo, humanizarlo»(pág. 180).
Y termina finalmente
diciendo: «compañeros, hay que cambiar de piel, desarrollar un pensamiento
nuevo, tratar de crear hombres nuevos»(pág. 292).
Al igual que el Che Guevara (del que se dice que leyó la obra de Fanon y,
según la hija de éste, Mireille (2), tradujo «Por la revolución africana»(3)),
esta idea del “hombre nuevo” atraviesa buena parte de su obra.
Liberar
una nación oprimida y colonizada no es un fin en sí mismo, no basta con ser
independientes y reformar el aspecto del antiguo régimen.
Si en el proceso de la
lucha los hombres y mujeres que se han comprometido en ella se han transformado,
y han dejado atrás prejuicios e ideas burguesas, reaccionarias e imperialistas,
su completa liberación y la de todo el pueblo no puede quedarse aquí, en el
momento de la independencia.
«Cuando la nación se impulsa definitivamente, el hombre nuevo no es un producto “a posteriori” de esa nación, sino que
coexiste con ella, se desarrolla con ella, triunfa con ella.
Esta exigencia
dialéctica explica la reticencia ante las colonizaciones adaptadas y las
reformas de fachada.
La independencia no es una palabra que deba exorcizarse,
sino una condición indispensable para la existencia de hombres y mujeres
realmente liberados, es decir, dueños de todos los medios materiales que hacen
posible la transformación radical de la sociedad»(pág. 287).
Fanon, aunque nacido en la isla caribeña de la Martinica (antigua colonia
francesa y actualmente denominada «departamento de ultramar») y educado en la
cultura francesa, desconfía de la ideología burguesa imperante en Europa, que
aunque progresista, humanista y «revolucionaria»en sus principios se ha
convertido en el sostén ideológico del imperialismo y el colonialismo.
Asimismo
no le convence el anquilosamiento y pragmatismo que observa en los países del
llamado «socialismo real».
Y por eso llama a pensar y crear con la propia
cabeza, en sus realidades peculiares y originales.
E insiste en que, frente al
estancamiento del pensamiento humanista en Europa, en las naciones liberadas del
colonialismo hay que huir de imitar nada, ni de envidiar nada de la ideología
(capitalista y colonialista) europea, «hay que reformular el problema del
hombre,» el problema de la realidad cerebral de toda la humanidad cuyas
conexiones hay que multiplicar, cuyas redes hay que diversificar y cuyos
mensajes hay que rehumanizar»(pág. 290).
Como andaluz que soy, me ha llamado de forma muy poderosa la atención el
párrafo final de «Los condenados de la tierra»: «Por Europa, por nosotros
mismos y por la humanidad, compañeros, hay que cambiar de piel, desarrollar un
pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre nuevo»(pág. 292).
El lema de
Andalucía, propuesto por Blas Infante y aprobado en la Asamblea de Ronda en 1918
es: «Andalucía por sí, para España y la Humanidad».
¿No parece muy similar hasta
en su construcción gramatical? De nuevo aparece en una unidad dialéctica el
carácter nacionalista e internacionalista, por un lado, y el humanismo, el
hombre nuevo, por otro.
Lo he investigado pero no tengo constancia de que Fanon,
que viajó mucho por el norte de África y estuvo en el Sahara, conociera la obra
de Blas Infante, pero aun así la coincidencia me sigue dejando perplejo.
Algunos medios independentistas andaluces recomiendan la lectura de Fanon de
forma genérica, pero el antropólogo Isidoro Moreno, catedrático de la
Universidad de Sevilla, va más allá al analizar la violencia y represión que
ejerce el estado multinacional a veces de formas sutiles.
Al hablar de la
situación que padece Andalucía escribe: «Para que nuestra identidad histórica
y cultural no se deteriore más aún de lo que ya está, y pueda desplegarse
creativamente, debemos evitar caer en el «síndrome del colonizado», expresión
exacta con la que Frantz Fanon denominó la interiorización enfermiza de la
dependencia y la subalternidad por parte de los pueblos dominados, con el
consiguiente ocultamiento o minusvaloración de sus culturas propias»(4)
(pág. 260).
De Frantz Fanon se ha dicho que pocos revolucionarios han tenido un impacto
tan profundo sobre la identidad negra como él, ejerciendo su obra una poderosa
influencia sobre el movimiento de los derechos civiles en EE.UU., y los
movimientos por la conciencia negra de todo el mundo, desde el Black Power hasta
los Black Panthers.
Pero por encima de todo, la figura de Fanon se agiganta por
su clarividencia y coherencia teórica y práctica.
No solo era negro y trabajó
como psiquiatra en Argelia; no solo por eso fue un antirracista, africanista y
simpatizante de la liberación argelina del colonialismo francés.
Por eso, como
consecuencia de eso, y por encima de todo eso, era un pensador y teórico
marxista que se comprometió con la militancia revolucionaria hasta sus últimas
consecuencias.
A su lado profundamente humanista después de ver y tratar los
horrores de la guerra y la tortura en Argelia, se le une su defensa mantenida
del derecho de ejercer la violencia revolucionaria y la lucha guerrillera en
determinado momentos de la historia liberadora de los pueblos oprimidos.
En ese
aspecto, su figura debe asociarse a la del ejemplar guerrillero comunista, el
Che Guevara.
Y para terminar os dejo los títulos de dos documentales que tratan algunos
aspectos de la vida y la obra de Fanon:
- «Frantz Fanon, une vie, un combat, une oeuvre »
- (F. Fanon, una vida, un
combate, una obra) de Cheikh Djemai (2001), que ha podido verse en festivales
como el Festival de Cine Africano de Tarifa (2009).
- «Frantz Fanon, moria de asilo» (Frantz Fanon, mémoire d'asile,
2002) de Abdenour Zahzah y Bachir Ridouh, que se ha podido visionar
recientemente en festivales como los de Sant Feliu de Llobregat (2010).
- «Frantz Fanon, Black Skin White Mask»(1996) de Isaac Julien.
Está disponible en youtube, en francés y con subtítulo en inglés.
Parte 1: http://www.youtube.com/watch?v=-KNSipIY5cI&feature=related
Parte 2: http://www.youtube.com/watch?v=HX0yxe02DG8&feature=related
Parte 3: http://www.youtube.com/watch?v=ZZ85LTOxWfU&feature=related
Parte 4: http://www.youtube.com/watch?v=ZKTyP00bdko&feature=related
Parte 5 y final: http://www.youtube.com/watch?v=0mKQIuHQwvo&feature=related
(1) Frantz Fanon. Los condenados de la tierra. Fondo de cultura económica
(Colección Popular). México, 1963. La editorial Txalaparta publicó una edición
en 1999 y actualmente está agotada.
(2) «El aporte de Frantz Fanon dentro del proceso de liberación de los
pueblos»escrito por su hija Mireille Fanon-Mendès France, publicado en la web
de la Fundación Frantz Fanon.
(3) Frantz Fanon, «Por la revolución africana: escritos políticos», FCE,
México, 1965
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