Gaza en crisis
Noam Chomsky/Illan Pappé
“Gaza está hoy peor que en 1948, nunca la había encontrado tan mal”, me confesaba hace pocas semanas el profesor de relaciones internacionales de la Universidad Complutense Najib Abu Warda, con quien comparto clases y despacho desde hace años, tras visitar el territorio donde nació, para instalar una emisora de radio en una universidad local. Ilan Pappé y Noam Chomsky explican perfectamente por qué en Gaza en crisis, una recopilación de seis ensayos y dos entrevistas que acaba resultando muy desigual.
Pocos historiadores han investigado mejor que Pappé las fuerzas que nutren hoy día la política estadounidense en Oriente Próximo: la herencia de los misioneros Backstone y Scofield, el legado King-Crane, la influencia de LaGuardia y Kennen, los intereses de las llamadas “cinco hermanas” y el peso de los internacionalistas Morgenthau y Waltz.
Ninguno, seguramente, ha sacado de los archivos más pruebas ni más contundentes sobre la limpieza étnica de Palestina desde 1948 (véase El Cultural, 28-2-2008) y su negación sistemática a medida que se ha intensificado la desposesión de la población nativa mediante expropiaciones, repoblación, expulsiones, asentamientos, muros, cierres, asedios, asesinatos y campañas militares como las de 1982 y 2006 en Líbano y las que se suceden en Gaza desde la victoria de Hamas en 2005. La aportación principal de Chomsky al libro -el capítulo 4-es su ensayo rompedor sobre la Operación Plomo Fundido, lanzada por Israel contra Gaza el 28 de diciembre de 2008 para, según T. Friedman, “educar a Hamas”, es decir, acabar con su resistencia a la destrucción y anexión de Palestina por parte de Israel con la ayuda militar y diplomática de los EE.UU., la pasividad europea y la impotencia árabe. “Los tres elementos que llevaron al incremento de las operaciones contra Gaza e hicieron de la barbarie algo inusitadamente común en ese frente”, escribe Pappé en el capítulo 7, “fueron la frustración, la búsqueda de pretextos y la ausencia de una estrategia política” (p. 246). “Las pruebas recopiladas por las organizaciones de derechos humanos israelíes, las agencias internacionales y los medios [
] se interpretaron como evidencia de hechos que iban más allá del crimen de guerra”, añade. “Algunos hablan de genocidio”.
Uno de los pocos datos nuevos sobre el interés estratégico de Israel en Gaza, que explica en gran medida el bloqueo naval israelí del territorio, es “el descubrimiento por parte de British Gas Group de lo que parece ser un yacimiento de gas de dimensiones considerables que se situaría en aguas territoriales de Gaza [...] Es razonable suponer que las cañoneras israelíes no quieren que los pesqueros de Gaza entren en sus aguas territoriales porque tiene la intención de apropiarse de esos recursos”. (p. 271-272)
Para Pappé y Chomsky, todo el proceso de paz iniciado hace casi veinte años en Oslo está viciado en su origen por cinco premisas que sólo sirven para consolidar la colonización y desposesión de los palestinos. Esas premisas son que el conflicto comenzó en 1967 y se resolverá, por lo tanto, con un acuerdo sobre el estatus de Cisjordania y Gaza; que todo lo que en esas áreas es visible también es divisible; que nada de lo ocurrido antes de 1967, incluidas las consecuencias de la Nakba, es negociable; que “una vez acordados el desahucio y el control (israelíes), el conflicto quedaría resuelto”; y que “Israel no tiene por qué hacer concesión alguna hasta que la lucha armada palestina desaparezca”. (p. 192-193). El texto mejoraría si se limpiaran las reiteraciones. Un ejemplo: la recomendación del ministro de Defensa Moshe Dayan de 1967 a los palestinos -“seguiréis viviendo como perros y el que quiera, podrá marcharse”- se repite al menos tres veces: en las páginas 144, 205 y 275.
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