Obama: el trapo del sionismo
Heinz Dieterich
Uno de los espectáculos políticos más denigrantes y patéticos de los últimos años ha sido la deconstrucción moral de Barack Obama por la oligarquía estadounidense. De activista social en beneficio de los pobres del barrio (community organizer) se ha convertido en trapo internacional del sionismo; de Martin Luther King en el Uncle Tom del complejo militar-industrial y de esperanza de los pobres de Estados Unidos en el Calibán del neofascismo anglosajón-israelí (neo-cons).
La de-construcción de este reformador por la oligarquía estadounidense-israelí ha sido ejemplar. A tal grado, que Obama le está vendiendo armamento bélico de agresión contra Irán que el mismo George Bush le había negado a Tel Aviv. Desde el año 2005 Israel había solicitado las bombas especiales que necesita para destruir las instalaciones nucleares y militares subterráneas en Irán, pero el gobierno de Bush se las negó, temiendo que los sionistas interpretarían la entrega como una carta blanca para el ataque. El gobierno del Premio Nobel de Paz, Barack Obama, en cambio, no ha dudado en suministrar esas armas al sionismos desde el año 2009.
Con la solicitud de la Autoridad Nacional Palestina ante las Naciones Unidas de ser admitido como un nuevo Estado en la ONU, la degeneración moral de Obama alcanzó nuevos límites. El campeón de los pobres, de los discriminados y oprimidos, utilizó el mismo discurso cínico de Netanyahu, de que los Palestinos no podían ganar nada en la ONU, sino sólo en negociaciones directas con Israel. Desde 1993 ha habido un sinnúmero de negociaciones directas entre ambas partes, en las cuales los Palestinos no han ganado nada, mientras los fervientes partidarios de Eretz Yisrael (Greater Israel) expandieron inmisericordemente su robo de tierras palestinas. La propuesta de Obama, secundada como siempre por la castrada clase política y mediática europea, no es más que el intento de seguir destruyendo a un heroico pueblo que lucha por su inalienable derecho nacional de tener un Estado propio.
Cuando Israel bombardeó impunemente a la población civil de Gaza ante los ojos del mundo, Obama no abrió la boca. Como no abrió la boca, cuando sus gorilas hondureños dieron el golpe de Estado. Desde entonces, la oligarquía hondureña aplica una política gubernamental de asesinato político ---a government policy of political murder--- como un reporte de Amnesty International calificaba en los años cincuenta esa política del gobierno guatemalteco. Todo cuadro real o potencial es sistemáticamente asesinado. Pero, el Premio Nobel de la Paz se calla la boca. Como se calla la boca ante la misma política que aplica Santos en Colombia. Mientras tanto, sus aparatos subversivos hacen todo lo que está en su poder para destruir a los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y, por supuesto, a la Revolución Cubana.
El experimento de cambio prometido por Obama, ha terminado en un fiasco. Con su abyecta praxis imperialista se ha integrado a la larga fila de esclavos voluntarios afrodescendientes de la oligarquía estadounidense, quienes como Colin Powell y Condoleezza Rice someten a otros pueblos a sangre y fuego, para quedar bien con sus amos blancos de Corporate America y del Pentágono. No hay angustia electoral mayor del Presidente que la de perder los donativos electorales o provocar la ira del lobby sionista.
Generaciones de estudiantes han sufrido con “La Metamorfosis” de Franz Kafka. No entendieron el destino de Gregorio Samsa. Si hoy quieren entenderlo, no necesitan más que reflexionar un momento sobre Barack Obama. Barack Obama es Gregorio Samsa.
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