Musavi no se rinde
Musavi ha dado hoy la primera señal de que no se rinde. El candidato de la oposición ha salido de su casa para asistir a la manifestación de protesta contra el fraude en las elecciones. Su presencia en la concentración es un acto de desobediencia contra el líder espiritual, el ayatolá Jamenei, que dio desde el primer minuto su bendición a los resultados. Con independencia de que se presenten los recursos en los plazos admitidos por la legislación electoral, Musavi sabe que tiene que responder también en la calle aunque acabe por eso en prisión.
Muchos manifestantes han sido apaleados y humillados por la Policía. Es difícil arriesgarte a ser detenido o sufrir una paliza si el candidato al que defiendes no da señales de vida.
Las imágenes de la manifestación son espectaculares. Se habla de decenas de miles y otros, llevados por la pasión del momento, de centenares de miles. Es una demostración de ira popular que deja claro que la polémica no está cerrada, como quisieran Jamenei y Ahmadineyad. Ahora le toca mover ficha a la élite religiosa del país. Tienen que pensar que desoír las peticiones de la oposición supone convertir directamente a la república islámica de Irán en una dictadura y olvidarse de toda la estructura institucional existente en el país desde la época de Jomeini.
Se sabe poco de las palabras pronunciadas por Musavi --no habría muchos que pudieran escucharlas en mitad de ese torrente de gente. Ha dicho que "el voto de la gente es más importante que Musavi". Es la forma de decir que el régimen se arriesga a perder la legitimidad popular que es la base de muchas instituciones de la república, no de todas evidentemente.
Jamenei ha ordenado que se investiguen las acusaciones de fraude. Quizá no signifique mucho. Supone dar sálida a recursos que están contemplados por la ley. Al menos, servirá para que el Ministerio de Interior tenga que presentar los datos básicos del recuento a la institución que tenga que estudiar el recurso.
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