Conspiraciones y Planes para establecer un Estado Judio en las Indias.La antesala del Plan Andinia
Diversos hechos y testimonios ponen en evidencia que, como dice Pineda Yañez, para los judíos las Indias eran "la nueva Tierra de Promisión". (391) En tal sentido, es más que sugestiva la observación de Lewin sobre los objetivos de la colonia marrana de Amsterdam, "la Jerusalem holandesa". En el siglo XVII, expresa, ella "mantenía relaciones económicas y emocionales con sus correligionarios establecidos en Latinoamérica. Además, estaba interesada ern la fundación oficial de empresas de ambición económica y de conquista territorial". (392) Esto no quedó en meros deseos, pues en varias oportunidades los marranos intentaron apoderarse de parte de territorio español ultramarino para instalar un Estado judío. La llamada Complicidad Grande lime*ña fue para todos los historiadores una simple redada de la Inquisición, a fin de impedir la práctica secreta del judaísmo y adueñarse de cuantiosos bienes. Se considera, eso sí, que ha sido importante por el número de detenidos, pero nada más. Sin embargo, un autor judío, Günther Friedlánder, ha descubierto la verdadera naturaleza del proceso, llegando a la conclusión que se trató de una conspiración política de los judíos conversos, muy bien organizada y con apoyatura internacional que, recurriendo incluso a la insurrección armada, tenía por finalidad tomar el poder y establecer un Estado judío.
La Gran Complicidad, como también es llamada, se inició el 2 de abril de 1635 al ser apresado el comerciante hebreolusitano converso Antonio Cordero. En carta al inquisidor general, del 18 de mayo de 1636, los inquisidores de Lima, licenciados Mañozca, Gaitán y Castro, dieron cuenta que habían descubierto "la mayor máquina que se ha visto", en la que se detectó "tanta copia de judíos derramados por todas partes", que "las cárceles están llenas y por falta de ellas no ejecutamos algunas prisiones de personas de esta ciudad". Sobre sus alcances manifestaron que, a esa altura de la investigación, "ya pasa a otros lugares y naciones", por lo cual creían "que es mayor el daño de lo que ahora parece, y si Vuestra Real persona no manda poner remedio eficaz en extirpar esta peste que así cunde, ha de abrazar toda la tierra", reiterando que "esta máquina...(es) la mayor que se ha visto en tribunal eclesiástico y seglar". (393) El proceso finalizó en el auto de fe del 23 de enero de 1639, oportunidad en que 10 individuos fueron entregados al brazo secular y se relajaron los huesos de uno ya fallecido, habiéndose reconciliado 51 con*fesos, a los cuales se impusieron diversas penas: destierro perpetuo de Indias, galeras, azotes y confiscaciones de bienes, que en muchos casos no se hicieron efectivas o se cumplieron a medias. (394)
"Es de sorprender que tamaño juicio y auto de fe -observa con razón Friedländer*no haya suscitado hasta ahora más interés en los historiadores". (395) El nombrado resalta en primer término que, de acuerdo a la documentación del proceso, entre los israelitas conversos, "a menudo se hablaba del Perú como de la 'tierra de promisión'.” (396)
Al analizar la causa inquisitorial, llega a las siguientes conclusiones:
"Es demasiado simple acusar a los inquisidores de una supuesta sed de oro para motivar la persecución de los miembros de la 'gran complicidad', como lo hace Palma. La 'complicidad' existió, la rebelión estuvo en marcha... Para algunos de los pocos historiadores que se ocuparon de los hechos mencionados, la supuesta conjuración con los holandeses ha sido algo fantástico, que no aceptaban. Anotaron las pocas noticias al respecto que encontraron, como un rasgo pintoresco más de la historia del coloniaje. Pero no es así... Después de un análisis de todos los datos del juicio no puede haber duda de que eran judaizantes y revolucionarios”. (397)
Tras referir que la conspiración se hallaba protagonizada por dos grupos, el del riquísimo y poderoso mercader Manuel Bautista Pérez, conocido como el "Capitán Grande" de los judíos conversos de Lima, y el del capitán Antonio Morón, jugador profesional, agrega que "no puede caber duda de que los dos grupos conjuntamente con el resto de sus correligionarios, habían pensado en una acción económica, política y, en último caso, armada, porque en todas partes encontramos indicios de este plan.
Ya en 1634, los judíos portugueses trataron de arrendar el almojarifazgo, o sea, el impuesto sobre el comercio entre España y la Colonia, lo que les habría asegurado un control completo de esta actividad. No puede haber duda de que tenían un vínculo estrecho con los judíos de Europa, antes de todo en Amsterdam... El interés de los holandeses en las Indias Occidentales dio un margen amplio de combinaciones y proyectos que apoyarían las pretensiones de los judíos en el Perú y las ambiciones de los holandeses en la América del Sur (cuatro años después de la 'gran complicidad', los holandeses tomaron Valdivia en una expedición armada)... No puede caber duda de que las verdaderas proyecciones de la gran empresa de los judíos de Lima se conocían en muchos lados, y también entre los poetas judíos, que bajo el antifaz del catolicismo seguían viviendo en España", lo que explica la proliferación repentina de versos de contenido guerrero. (398)
“Indudablemente, prosigue Friedländer, los conversos estaban decididos a llegar hasta las últimas consecuencias, la rebelión armada... Manuel Bautista Pérez había, en vano, tramitado ante el virrey su nombramiento como administrador del arsenal de armas de Lima, y la joven Isabel Antonia, hija del capitán Antonio Morón, por orden de su familia trató de preparar el terreno para volar el polvorín de Santa Guadalupe, acción que tenía que ser realizada en combinación con los judíos holandeses... No es de extrañar que los conversos soñaran con una rebelión armada y una toma de Lima y posiblemente del Perú... El sueño de tomar el Perú por la fuerza y transformarlo en una 'tierra de promisión judia' fue compartido, posiblemente, por muchos conversos y era conocido fuera del país". (399)
No es una interpretación caprichosa la del autor precitado, como lo prueba una compulsa de los autos del proceso inquisitorial: los judíos secretos querían una "República con Rey y Gobernador de su propia san*gre", según denunció el franciscano José de Cisneros en el sermón del auto de fe de enero de 1639. (400)
Acerca de los implicados, escribe Friedländer que "a algunos habrá empujado la noción de un trascendental cambio en la distribución de las fuerzas políticas: Inglaterra y Holanda estaban desplazando a España", en tanto a otros les "inquietaron esperanzas mesiánicas", las mismas que “empujarían a los judíos de Europa a seguir las promesas del falso mesías Shabetai Zeví", (401) Recuerde el lector que en tales cambios en la política mundial tuvieron los marranos y ex-marranos un rol esencial. Un aspecto que llamó la atención es el alto grado de organización de los conspiradores, hasta el punto que los detenidos se comunicaban a través de los esclavos negros y de un auxiliar del alcaide de la prisión y otros empleados de ella, a los que sobornaron, escribiendo sus mensajes en papel blanco, en el que se reemplazaba la tinta por jugo de limón, haciéndose visible el texto al acercarse al fuego.
Morón falleció en la cárcel durante el proceso y Pérez, que intentó suicidarse en la prisión hiriéndose de varias puñaladas, fue quemado el 23 de enero de 1639. La información inquisitorial revela la importancia del personaje:
"Manuel Bautista Pérez, de todas partes cristiano nuevo, natural de Anzán, obispado de Coimbra, de edad cuarenta y seis años, vecino de esta ciudad, casado con doña Guiomar Enríquez, prima suya, cristiana nueva, que trajo de Sevilla, y con hijos en esta ciudad.
Hombre de mucho crédito y tenido por el oráculo de la nación hebrea, y a quien llamaban el Capitán Grande y de quien siempre se entendió era el principal en la observancia de la ley de Moisés (Gran Rabino) . Teniánse en su casa las juntas en que se trataba de la dicha ley, (las) que presidía. Tenía muchos libros espirituales, trataba con teólogos descendientes de portugueses de varias materias teológicas (y) daba su parecer. Tenía en su persona, la de su mujer, hijos y casa, gran ostentación. El coche en que andaba entonces se vendió por orden del Santo Oficio a 19 de febrero del año corriente, entre los bienes confiscados, en tres mil ochocientos pesos corrientes, que hacen treinta mil cuatrocientos reales de contado, tan rico y costoso era desde su principio. Fue estimado de eclesiásticos, religiosos y seglares, dedicábanle actos literarios, aun en la Universidad Real, con dedícatorias llenas de adulación y encomios, dándole los primeros asientos. En lo exterior parecía gran cristiano, cuidando de las fiestas del Santísimo Sacramento, oyendo misa y sermones, principalmente si se trataban en ellos alguna historia del Testamento Viejo. Confesaba y comulgaba a menudo, era congregante, criaba a sus hijos con ayos sacerdotes (pero tan afecto a su nación que quiso fuesen bautizados de mano de portugués).
Finalmente, hacía tales obras de buen cristiano que deslumbraba aun a !os más atentos, a ver si podrá haber engañado en acciones semejantes, mas no pudo al Santo Oficio de la Inquisición". (402) Respecto a esta aparente devoción de los cristianos nuevos, los responsables del Tribunal habían señalado ya con anterioridad, que "Justamente nos tememos de un grandísimo daño solapado con pretexto y capa de piedad; porque usan mucho de la hipocresía; generalmente, nin*guno se prende (de los participantes en la Complicidad Grande, F.R.C.) que no ande cargado de rosarios, reliquias, imágenes, cinta de San Agustín, cordón de San Fran*cisco y otras devociones, y muchos con cilicio y disciplina; saben todo el catecismo y rezan el rosario". (403)
Entre los detenidos se hallaba Ambrosio Morales, "familiar de esta Inquisición, con informaciones hechas en Portugal", y el "portugués" Sebastián Delgado, pretendiente a igual cargo. (404) También aparece un personaje destacado: "el capitán Martín Morata, portugués, natural del Algarbe, de oficio jugador fullero, que de pocos años a esta parte se ha hecho caballero. Fue maestresala del marqués de Guadalcazar, con quién pasó a España, y en esta corte obtuvo cédulas honoríficas de Vuestra Real persona, y una para que el virrey, conde de Chinchón, le ocupase en uno de los mejores oficios de su provisión; es casado en Sevilla, donde fue platero, y ha andado es*tas Indias todas; por ser tan insigne bellaco, ha puesto silencio en las prisiones pasadas". (405)
Por desgracia, no pudieron ser apresados todos los implicados.
"Se han huido muchos", informaban los inquisidores, por*que “el interés abre camino por todas partes", (406) sin contar con el bien montado servicio de inteligencia que tenían los conversos. En el complot participaron, como he señalado, confesos de Cartagena de Indias, pero unos pocos años más tarde recién se vio cuán extendida se hallaba la conspiración, al desbaratarse una nueva conjura en la ciudad de México. El líder de la comunidad judeoconversa era allí Simón Váez de Sevilla, oriundo de Portugal, a quien Lewin caracteriza como "el más poderoso mercader criptojudío de la época", que debido a sus negocios había tenido "conflictos con la autoridad real". "Se conducía -dice el citado- como un gran señor", viviendo en el mayor lujo y ostentación. A su casa concurrían judíos conversos de Italia y España, así como de otras regiones de las Indias (Perú, Filipinas, etc.). (407)
Un documento del Santo Oficio indica que Váez de Sevilla -cuyo progenitor había sido condenado por judaizante- guardaba "los mayores secretos de lo que se hacía y trataba en orden al aumento del judaísmo en estas partes". (408) El otro personaje que se destaca en la Complicidad Grande mejicana de 1642-1649 es Juan Pacheco de León (Salomón Machorro), rabino de la colectividad de los judíos secretos. Nacido en Antequera, Andalucía, donde fue bautizado, "siendo de edad de dos años lo llevaron sus padres ala ciudad de Liorna, del estado de! duque de Florencia, donde lo criaron y eran vecinos, guardando públicamente la ley de Moisés... y que para que fuese consumado en los ritos y ceremonias de su caduca y muerta ley lo enviaron los dichos sus padres, siendo de diez a doce años, con Abraham Israel, su tío, a Esmirna, lugar de Turquía, para que allí lo acabase de perfeccionar en la observancia de la dicha ley", y con posterioridad, cuando contaba alrededor de veinte años, "habiendo venido a España, pasó a estos reinos por el año pasado de mil seiscientos treinta y nueve. Y subió a esta ciudad (México, F.R.C.) y vivió en casa de Simón Váez de Sevilla, como el común hospedaje de los demás judaizantes que venían a esta parte recomendados a él, como su cabeza y superior, acomodándolos y repartiéndolos por toda la tierra con mercaderías, como lo hizo con el dicho Juan Pacheco de León... que en casa del dicho Simón Váez llegó a tener la veneración y mando que si fuera el propio Simón Váez".
Pacheco de León, "siendo judaizante, dogmatista, rabino, y por esto, como apóstata estando excomulgado, se había atrevido a asistir a los divinos oficios en todas las partes y lugares de católicos en que había estado, oyendo misa y, lo que peor era, haciendo irrisión y escarnio de la confesión sacramental y del santísimo sa*cramento de la Eucaristía, a comulgar y confesar" (409) Después de vivir dos años con el potentado converso judeolusitano, éste lo estableció en Querétano como mercader.
Pacheco de León fue detenido por la Inquisición el 30 de mayo de 1642 y trasladado a la ciudad de México el 7 de junio, apresándose simultáneamente a Váez de Sevilla y numerosos criptojudíos. El proceso reveló que los judíos ocultos mejicanos tenían igual propósito que los de Perú.
El viernes 29 de agosto de 1642 el inquisidor fiscal doctor don Juan Sáenz de Mañozca, expresó en su alegato
"que el dicho Juán de León se halló de ordinario en ciertas juntas que los observantes de la ley de Moisés hacían y tenían en casa de cierta persona observante de la dicha ley, que es la principal cabeza que en estos reinos la guardan (Váez de Sevilla, F.R.C.)"; que en tales juntas, al margen de cometer sacrilegios contra la Santa Fe Católica, y "que el dicho Juan de León, como dogmatista y rabino, les enseñaba la dicha Ley de Moisés", se trataron muchas cosas contra la Corona de Castilla y contra el Rey, Nuestro Señor, y de levantarse con este Reino, como lo han hecho con el de Portugal (en Brasil en connivencia con el holandés, F.R.C.), y de matar a los castellanos y destruir el Santo Oficio de la Inquisición y quemar sus casas y hacer notables maldades en los ministros de esta Inquisición". (410)
Del mismo modo que sus correligionarios de Lima, los marranos estaban animados de un intenso mesianismo, esperanzados "en el nacimiento de un mesías en su propio seno en la cuarta década del siglo XVII. Coincidía esto con la creencia de comunidades judías europeas y asiáticas en la materialización del milagro mesiánico en 1648, basada en el Zohar", (411) fecha ésta que coincide con la Complicidad Grande mejicana.
El domingo 10 de julio de 1650, en auto particular de fe realizado en la iglesia de Santo Domingo, Pacheco de León -que mintió y se contradijo reiteradamente durante el proceso- fue admitido a reconciliación y condenado a "cárcel y hábito perpetuo irremisible", trescientos azotes, ocho años en galeras y destierro perpetuo de las Indias, Sevilla y Madrid. Cumplido el período de galeras, debía presentarse ante el Santo Oficio sevillano, el cual habría de fijar el sitio donde "ha de cumplir lo que le restare de hábito y carcelería, acudiendo todos los domingos y fiestas de guardar a oír misa y sermón, cuando lo hubiere en la iglesia catedral, y los sábados en romería a la iglesia que se le señalare". (412)
El año anterior dictóse la sentencia contra Váez de Sevilla: destierro perpetuo de las Indias y confiscación de bienes, admitiéndose su reconciliación. Ignoro cuál fue la suerte ulterior de Pacheco de León, pero bien puede haber huido de los dominios hispanos terminando sus días como judío público o permanecido como marrano, quizá en libertad. Váez de Sevilla no fue desterrado e incluso, nos informa Lewin, "en 1660 dictaminó en su pleito con los acreedores del doctor Pedro de Medina Rico, Visitador de la Inquisición en el Virreinato de Nueva España. De suerte que la personalidad que aquí nos interesa tuvo la dicha de vivir muchos años después de la condena inquisitoria!". (413) Un dato de sumo interés, ocultado por Lewin y Friedlánder, es que el tráfico de esclavos negros era la principal ocupación de los mercaderes que dirigieron estos frustrados alzamientos. Manuel Bautista Pérez y su cuñado Sebastián Duarte, otro de los cabecillas de la conspiración de Lima, eran "los dos negreros más importantes en estos años" y "dominaban el mercado limeño". (414) Vila Vilar hace notar que a raíz de la Complicidad Grande de Lima y Cartagena fueron detenidos los armadores y tratantes de esclavos, conversos todos ellos. (415)
Las riquezas obtenidas por Váez de Sevilla provinieron del comercio de esclavos, el cual realizaba con su flota de siete barcos y valiéndose de una red de contactos internacionales. (416) Cecil Roth dice que "tan venerada era la familia por sus correligionarios que (como hemos visto) su hijo Gaspar Váez de Sevilla, nacido en 1624, era considerado el futuro Mesías". (417) Este Mesías negrero es el más acabado ejemplo de la concepción que de él tienen los judíos: el Mesías es el gran esclavizador de los no judíos. (418) Como en Lima y Cartagena, también en la Complicidad Grande de México se advierte la singular participación de los traficantes de esclavos negros.
No mucho después de estas desbaratadas insurrecciones, en 1655, el influyente y rico mercader marrano portugués Símón de Cáceres, que había viajado por los dominios españoles sudamericanos y “conocía de primera mano los sueños y los proyectos de los judíos peruanos" (419) propuso a Cromwell la conquista de Chile. Cuñado de Baruj Spinoza y pariente de Francisco de Cáceres -cofundador de la colectividad judeolusitana de Amsterdam-, este individuo era uno de los dirigentes de la comunidad sefardí de Londres y se hallaba relacionado con elevados personajes, entre ellos e! rey de Dinamarca y la reina Cristina de Suecia, habiendo sido uno de los que posibilitaron, justamente ese año 1655, la invasión inglesa a Jamaica. Simón de Cáceres presentó su plan por escrito, solicitando conducir la expedición militar y contratar "algunos jóvenes de mí Nacíón (judia) ".
El proyecto fracasó, observa Böhm, en razón de la "inestabilidad política reinante en Inglaterra en estos años", ya que al ascender al trono Carlos II, tras el fallecimiento de Cromwel!, en 1670 tuvo lugar la frustrada invasión al fuerte de Valdivia, conducida por el marrano Carlos Henríquez. (420) Teniendo en consideración la alianza con Holanda en las conspiraciones de Lima, Cartagena y México, es de suponer que una parte de territorio conquistado sería destinado al establecimiento de un Estado judío y el resto se convertiría en dominio holandés. Lo mismo ocurriría en Chile respecto a la participación de Inglaterra, según se desprende del plan de Cáceres. El proyecto de éste contaba con la ayuda que le brindarían sin duda los conversos chilenos, como sucedió en Jamaica y Brasil du*rante la invasión holandesa. La idea de establecer un Estado judío en estas regiones resulta así de antigua y no comenzó, ciertamente, con el Plan Andinia. (421)
391 Pineda Yañez, Cómo disimulaban al Judío, etc., p. 49.
392 Lewin, Los criptojudíos, p. 25.
393 José Toribio Medina, Historia del Tribunal de la Inquisición de Lima. (1569-1820), t. II, pp. 62, 64, 66 y 69, ed. Fondo Histórico y Bibliográfico J.T. Medina, Santiago de Chile, 1956.
394 Los 10 quemados fueron Antonio de Vega, Antonio de Espinosa, Diego López de Fonseca, Juan Rodríguez de Silva, Juan de Acevedo, Luis de Lima, Manuel Bautista Pérez, Rodrigo Váez Pereira, Sebastián Duarte y Tomé Cuaresma. Manuel de Paz, que se había ahorcado en su celda, fue relajado en estatua (cf. Medina, ob. cit., t. II, pp. 116-137).
395 Friedlánder, ob. cit., pp. 57-58.
396 Ibid., p. 15. En el proceso varios de los conversos se refieren a Perú como 'Tierra de Promisión" (v., por ejemplo, Medina, ob. cit., t. II, p. 65). Friedlánder destaca el hecho de que la empresa inicial de conquista del Perú fue financiada por el licenciado Gaspar de Espinosa, según todas las evidencias cristiano nuevo, quien se asoció con Francisco de Pizarro y Diego de Almagro, utilizando como testaferro al clérigo Fernando de Luque (cf. Friedländer, ob. cit., pp. 15-16; acerca de la participación de Espinosa, ver William H. Prescott, Historia de la conquista de Perú, pp. 95-96, 107-111, 294-295 y 477-480, ed. János Peter Kramer, Bs.As., 1944; el contrato societario, fechado en Panamá el 10-3-1526, se reproduce en pp. 477-480). A mi juicio Espinosa buscó sólo ganar dinero, pero la cuestión es que la conquista del territorio que luego los marranos considerarían una 'Tierra Prometida", ha sido financiada por un converso. Lo que no dice Friediánder es que Espinosa, alcalde mayor del tirano converso Pedrarías Dávila, fue autor de numerosas atrocidades y desmanes en Tierra Firme, en las provincias de Pocorosa y Comagre, por lo cual fue denunciado a la Corona en 1517 por uno de sus compañeros, fray Francisco de san Román (cf. Giménez Fernández, ob. cit., t. 11, pp. 115, 191 y 204).
397 Friedländer, ob, cit., pp. 58 y 73.
398 Ibid., pp. 61-62 y 64-66.
399 ibid., pp. 68-69.
400 Ibid., p. 73. El texto completo del sermón, que lamentablemente no he podido ver, se publicó con el siguiente título: Discurso que en el insigne Auto de Fe, celebrado en esta Real ciudad de Lima a veinte y tres de Enero de 1639 años predicó el M. R.P. F. loseph de Cisneros, Calificador de la Suprema y General Inquisición, Padre de la S. provincia de la Concepción, y Comisario General en todos los Reynos del Perú y Tierra Firme, de la Orden de ALP.S. Francisco, dirigido al Excmo. señor don Luis Geránimo de Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón, Virrey, Gobernador y Capitán General de los Reynos del Perú y Tierra Firme, Gentilhombre de Cámara de su Majestad y de su llave dorada, de los Consejos de Guerra y Estado, Comendador de Campo de Criptana, de la Orden de Santiago. Impreso en Lima por Gerónimo de Contreras, año 1639 (v. Medina, La imprenta en Lima (1584-1824), t. 1, p. 314, ed, del autor, Santiago, 1904; también es mencionado por Medina en un texto anterior: Epítome. Imprenta en Lima (1584-1810), p. 25, ed. del autor, Santiago, 1890).
401 Friedländer, ob. cit., p. 73.
402 Medina, Historia del Tribunal de la Inquisición de Lima, t. II, pp. 134-135.
403 Carta cit. del 18-5-1636, en Medina, ob. cit., t. II, p. 65.
404 Ibid., pp. 64 y 68.
405 Ibid., p. 68.
406 Ibid., p. 55.
407 Lewin, Singular proceso de Salomón Machorra (Juan de León), israelita liornés condenado por la Inquisición (México, 1650), pp. XXII-XXIII, ed. del autor, Bs.As., 1977. Este marrano y su mujer, Juana Enríquez, también procesada en 1649, "eran visitados por los oidores y oidoras, regalados y respetados como si fueran los más nobles del reino" (v. Gregorio M. Guijo, Diario. 1648-1664, t. 1, pp. 46-47, México, 1953, cit. por Enriqueta Vila Vilar, Hispanoamérica y el comercio de esclavos. Los asientos portugueses, p. 117, ed. Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, Sevilla, 1977).
408 Relación inserta en Documentos para la historia de México, p. 87, t. XXVIII, publicados por Genaro Díaz, México, 1910, cit. por Lewin, ibid., p. XXII.
409 Considerandos de la sentencia del Santo Oficio, fechada el 8-7-1650, transcrita por Lewin, ob. cit., pp. 418-419 y 423.
410 Lewin, ob. cit., p. 154.
411 lbid., p. XIX.
412 Ibid., p. 428. Si Pacheco de León estaba obligado a concurrir a la catedral o a otra iglesia, esto significa que estaría de hecho en libertad, como sucedía a menudo en las prisiones inquisitoriales, aunque esto asombre al lector. Blázquez Miguel, cuyo testimonio resulta inobjetable, dice respecto a las famosas cárceles: "en modo alguno eran, por lo general, calabozos inmundos, sino frecuentemente mejores que los reales, era la sensación de aislamiento lo más difícil de sobrellevar por el prisionero. Claro que esto era la teoría, sobre la que tanto se ha escrito, muchas veces a base de lo anteriormente escrito, y sin consultar las fuentes documentales. El riguroso y exhaustivo estudio de éstas nos hace entrever un mundo algo diferente, pues, de momento, el reo podía pagarse comida especial, no comía del rancho común, que, por otra parte, no era malo y no son pocos los presos que comían aquí mucho mejor que en sus casas, como rutinariamente hacen ver los inquisidores en sus escritos. También solían tener acceso, en determinados casos, a pluma y papel y, de todas formas, se ingeniaban para conseguirlo y para lograr hasta tinta simpática También se daban casos de tener consigo criados y hasta esclavos, que fueron motivo de escándalo en muchas ocasiones.
Por otra Parte, lo de la incomunicación tampoco era posible llevarlo estricta y rigurosamente a la práctica; las relaciones entre los detenidos era una preocupación constante para los inquisidores, sobre todo por lo que respecta a los judaizantes, de que, gráficamente, se escribió a la Suprema: 'esta gente que es astuta y proterva, hace las causas inmortales'... Las sentencias eran varias, pero para los judaizantes casi todas tenían ciertos denominadores comunes, cuales eran la confiscación de sus bienes y la cárcel por un determinado período de tiempo, que se cumplía en las llamadas cárceles de penitencia. No era infrecuente la condena a cárcel perpetua e irremisible, pero que de perpetua e irremisible no tenía más que el nombre. La vida de los penitenciados, como veremos en páginas posteriores, distaba mucho de ser terrible, ya que tenían que salir a diario a buscarse la vida, lo que daba lugar a choques con los comerciantes locales, por la competencia que se entablaba... Era, asimismo, corriente que la sentencia, cuando era de poco tiempo, se cumpliese en la propia casa del penitenciado y, finalmente, una vez transcurridos dos o tres años, los condenados a cárcel perpetua solicitaban, alegando miserias o enfermedades, que se les dejase salir en plena libertad, lo cual se llevaba a cabo al poco tiempo de las solicitudes, previa autorización de la Suprema" (v. Blázquez Miguel, ob. cit., pp. 87 y 90).
Refiriéndose al Tribunal granadino expresa dicho autor que "era corriente, desde el primer momento de la instalación de esta Inquisición, el que los penitenciados pudiesen salir diariamente -o por más largas temporadas- a la calle a ganarse la vida", señalando que los penitenciados judeoportugueses "la mayoría de los cuales eran emprendedores comerciantes, ponían tenderetes por las calles o iban vendiendo por las casas sus mercancías a precios muy inferiores a los de los comerciantes oficiales y haciéndoles una desleal competencia... a finales de siglo (XVII, F.R.C.) los comerciantes portugueses penitenciados fueron perseguidos por vender tabaco por las calles y se refugiaron en su cárcel, desde donde seguían con la venta. Las autoridades no podían entrar en ella, pero vigilaban a los compradores y en cierta ocasión prendieron a uno, pero los penitenciados, viendo en peligro su negocio si se sentaba un precedente, salieron armados con palos y a golpes liberaron a su cliente. Estas situaciones se repitieron continuamente" (ibid., pp. 222-223). Lamentablemente no existieron las famosas mazmorras.
413 Lewin, Los criptojudíos, p. 156.
414 Vila Vilar, ob. cit., p. 220.
415 Ibid., p. 53.
416 Ibid., p. 117.
417 Roth, ob. cit., p. 205.
418 Sobre el mesianismo, cf. Rivanera Car!és, La naturaleza del judaísmo, pp. 97-121.
419 Friedländer, ob. cit., p. 70
420 Bóhm, Nuevos antecedentes, etc., p. 62. (Ver en Inciso D de este Apéndice la versión original y la correspondiente traducción del Project of a jew to conquer Chih).
421 Nombre de proyecto judío, descubierto hace unos años en Argentina, para erigir un Estado judío en el sur de país. Este plan no es una fantasía antisemita, existiendo una sólida documentación probatoria. También hay antecedentes del mismo en el siglo XIX, según demostré documentalmente en mi trabajo El "reino" patagónico del judío Popper, ed. Instituto de Investigaciones sobre la cuestión judía, Bs.As., 1987.
APÉNDICE-D. EL PROYECTO DE SIMON DE CÁCERES PARA LA CONQUISTA DE CHILE
PROYECTO DE UN JUDÍO PARA LA CONQUISTA JUDIA DE CHILE
(La humilde proposición de Simón de Cáceres). (422)
1. Que su Alteza prepare cuatro buques de guerra fragatas, junto con cuatro buques de abastecimiento, cargados con provisiones de alimentos y municiones y aproximadamente de mil soldados.
2. Que a éstos se encargue navegar a los mares del sur a través del Estrecho de Le Maire, o mejor dicho, al sur de éste donde hay mucho mar y amplio lugar.
3. Que después de su entrada a los mares del Sur naveguen directamente a la costa de Chile, particularmente a la ciudad de Valdivia, de la cual se ha expulsado a los españoles hace mucho tiempo.
4. Que vayan a la isla de La Mocha, que yace no más de algunas leguas de ella, de donde tendrán provisiones de maiz y otro alimento de los indios a precios bajos, y donde podrán intentar construir un pequeño fuerte, si es necesario, para asegurar su desembarco y navegar con seguridad por las islas donde hay un buen ancladero. Y que si parece bueno, podrá servir como buen escondite y punto de reunión para sus barcos mientras estén en ese mar y en esas costas, pues allí no hay españoles, sino solamente indios, enemigos mortales de los españoles.
Los beneficios de tal expedición:
1. El territorio de Chile tiene indiscutiblemente más oro que el Perú o cualquier territorio del mundo, habiendo muy pocas partes donde se explota, entre las cuales está principalmente la arriba mencionada ciudad de Valdivia.
2. Este país tiene un clima sano y bien templado, abundando en él frutas, trigo, ganado, pesca y aves para la vida del hombre.
3. Hay en su gente un odio irreconciliable contra los españoles por sus cruelda*des anteriores y ellos se juntarán con cualquier gente que esté dispuesta a expulsarlos. Son los más guerreros entre todos los indios.
4. Además de esto, las fragatas servirán para explorar todo el mar dei Sur, sobre las costas de las Indias Occidentales, y para llevar el tesoro español (como se ha aconsejado anteriormente) de Chile a Anca y de allí a Panamá, por Lima y Guayaquil.
5. Servirán para asaltar los dos buques que suelen llegar de las Filipinas a Acapulco cada año, cargados de riquezas de valor extraordinario, de las Indias Orientales.
6. En esta forma, los españoles serán atacados por ambos lados y mares a la vez y se desesperarán y se destruirán mucho antes que si se les atacara solamente por el lado del Mar del Norte.
Además de esto, se ofrece humildemente:
1. Que yo, S.(imón de Cáceres), vaya a Holanda y hable con aquellos que fueron con Brouwer en su expedición a Chile y bajo pretexto de ir al Río de la Plata (sin decirles cuánto más allá) emplearlos con buenas promesas de sueldo y comisión, para tomar parte en semejante expedición.
2. Que emplearé algunos jóvenes de mi Nación judia prometiéndoles conducirles en persona, con el permiso del Señor, y si le parece bien a su Alteza se negociará todo esto con la mayor reserva.
3. Se ofrece también con humildad, que yo vaya como jefe activo, o próximo a este puesto, en las condiciones equivalentes y honorables que su Alteza estime convenientes.
4. Que el conjunto de los oficiales y gente sean ingleses, y que aquellos de mi Nación o cualquier otra persona que se admita, irán por la cuenta de Inglaterra y como ingleses y solamente al servicio de su Alteza.
5. Tomad nota (que lo cual debiera haber sido mencionado) que fue resuelto por la Compañía de las Indias Occidentales en Holanda, de acuerdo con una información fidedigna, que ningún país será de tan fácil conquista de los españoles que Chile, y que ningún país sería más provechoso que ese en todas las Indias; aquél que fuera terreno de la expedición de Brouwer cuando tomó Valdivia. Pero al morir allí, sus hombres, siendo de distinta nacionalidad y queriendo un jefe, volvieron a sus hogares y dejaron el lugar para que Inglaterra resolviera este problema en forma justa. (423)
422 A Collection of the State Papers of John Turloe, esq.; Secretary, First, to the Council of State. And after wards to the two Protectors, Oliver and Richard Cromweff, vol. IV, publicada por Thomas Birch el año 1742 en Londres. El documento fue reproducido por George Kohut en Simon de Caceres and his plan for the Conquest of Chili in 1655, press of Philip Cowen, Nueva York. En su trabajo Nuevos antecedentes para una historia de los judíos en Chile colonial, Böhn lo incluye en pp. 121-122.
423 Böhn, ob. cit., pp. 62-64.
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