¡Carta abierta al C. Lic. Enrique Peña Nieto, presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos!
José Huerta Mendoza
Ultima parte
En mi entrega anterior manifesté mi preocupación de que la titularidad de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en el próximo sexenio federal que encabezará el C. Lic. Enrique Peña Nieto, recayera en el abogado Enrique Octavio de la Madrid Cordero, en razón de que no reúne el perfil idóneo para dicha cartera y en esa virtud, presumiblemente, al no conocer dicho profesionista las funciones que la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal establece como una obligatoriedad de parte de la mencionada secretaría, a través de su artículo 35, las que me permití dar a conocer a través de mi entrega anterior, en razón de ello el campo mexicano seguirá padeciendo de la severa crisis agropecuaria que hasta hoy enfrenta y en ese contexto la población rural de nuestro país, particularmente los más pobres, continuarán padeciendo de necesidades básicas, y en ese contexto su condición de pobreza y marginación continuará deteriorándose aún más en el futuro inmediato, si no se diseñan con urgencia políticas públicas correctas para salvar al agro mexicano de la situación caótica que ahora vive; ésta fue la razón de mi preocupación por si se llegase a designar como titular de la Sagarpa, a alguien que no reúna el perfil adecuado.
Por otra parte, también en mi entrega anterior, ofrecí que en esta última parte de mi artículo manifestaría el por qué, a pesar de haber sido director general de la Financiera Rural, aun así y a pesar de ello, no se encontraba preparado el Lic. Enrique de la Madrid Cordero para asumir la titularidad de la Sagarpa.
La Financiera Rural es una dependencia pública que se administra “por nota”; es decir, que no se necesitan títulos académicos, experiencia alguna, ni doctorado para poder administrarla, en razón de que el director general no fija los objetivos de la misma, éstos ya están definidos; como tampoco tiene que tomar decisiones estratégicas acerca de las metas, éstas ya están tomadas, todo esto ya está establecido en su Manual de Normas Políticas de Crédito, lo que quiere decir que cualquier persona que sepa leer y escribir, está en posibilidad de administrarla.
Por lo que en ese orden de ideas, con mucho respeto un servidor le sugeriría al Lic. Enrique Peña Nieto que debe de apoyarse en la Universidad Autónoma de Chapingo para buscar y encontrar entre sus egresados, un ingeniero agrónomo con mucha experiencia en el ramo, toda vez que éste es el profesionista que posee la integridad, sensibilidad y sobre todo dinamismo necesario para involucrarse con los miembros de una comunidad rural, a fin de identificar y diagnosticar oportunamente la problemática de los sistemas de producción y, en consecuencia, presentar al Ejecutivo federal propuestas de solución innovadoras, sostenibles y visión integral del entorno micro y macroeconómico de la actividad agrícola a nivel nacional.
El agrónomo profesional tiene la virtud de que en ningún momento desatiende las cuestiones sociales y en ese tenor se dedica plenamente a la producción del campo, sin dejar de lado el interés por elevar la calidad de vida de los productores, poniendo en marcha estrategias que no sólo permitan resolver los problemas de coyuntura, sino que genera las condiciones que faciliten un desarrollo que evite las desigualdades y abra oportunidades de bienestar para todos en el campo.
Haciendo un recuento de los daños que ha sufrido el campo mexicano, nos permitimos decir que dada las políticas públicas erróneas diseñadas para el campo y los campesinos en México, y su paso por la Sagarpa de personas sin perfil adecuado para los quehaceres del campo, nuestros campesinos dejaron de desempañar un papel fundamental en el desarrollo de nuestro país, y actualmente son entendidos como factores residuales de la economía nacional, toda vez que las estrategias de administración de riesgos de los pobres rurales, se basan de manera principal en la diversificación del ingreso, la migración y la agricultura de subsistencia, y sus principales fuentes de ingreso son las actividades secundarias y terciarias, dejando al cultivo de la tierra los objetivos de autoconsumo.
Este panorama nos permite anticipar que si no hacemos lo que se debe de hacer en el campo, los pobres rurales se harán todavía más pobres, y aquellos que están por ahora apenas por encima de la “línea de pobreza”, caerán también a las filas de los que carecen de todo: de alimentos y esperanzas.
Como si fuera poco todo lo anterior, para los campesinos que son pequeños productores con tierras de temporal, con orientación dominante de subsistencia, las sequías y los eventos climatológicos, casi siempre terminan con sus miserables cosechas, con lo que se suman a la amenaza inminente del hambre.
Por todo ello consideramos imprescindible la realización de programas destinados al pequeño productor, ejidatario, comunero y minifundista particular, con la finalidad de elevar su capacidad para la producción de alimentos, tanto para su consumo como para la comercialización, toda vez que para lograr la autosuficiencia alimentaria en nuestro país, meta que se ha fijado alcanzar el Lic. Enrique Peña Nieto durante su mandato, depende, sin lugar a dudas, del comportamiento de los pequeños productores, por lo que se les debe de apoyar con créditos flexibles y oportunos, asistencia técnica gratuita, semilla y seguridad agrícola subsidiada.
Lic. Enrique Peña Nieto tampoco sería prudente proyectar para esta cartera a Luis Téllez Kuenzler (economista), como tenemos conocimiento. ■
José Huerta Mendoza
Ultima parte
En mi entrega anterior manifesté mi preocupación de que la titularidad de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en el próximo sexenio federal que encabezará el C. Lic. Enrique Peña Nieto, recayera en el abogado Enrique Octavio de la Madrid Cordero, en razón de que no reúne el perfil idóneo para dicha cartera y en esa virtud, presumiblemente, al no conocer dicho profesionista las funciones que la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal establece como una obligatoriedad de parte de la mencionada secretaría, a través de su artículo 35, las que me permití dar a conocer a través de mi entrega anterior, en razón de ello el campo mexicano seguirá padeciendo de la severa crisis agropecuaria que hasta hoy enfrenta y en ese contexto la población rural de nuestro país, particularmente los más pobres, continuarán padeciendo de necesidades básicas, y en ese contexto su condición de pobreza y marginación continuará deteriorándose aún más en el futuro inmediato, si no se diseñan con urgencia políticas públicas correctas para salvar al agro mexicano de la situación caótica que ahora vive; ésta fue la razón de mi preocupación por si se llegase a designar como titular de la Sagarpa, a alguien que no reúna el perfil adecuado.
Por otra parte, también en mi entrega anterior, ofrecí que en esta última parte de mi artículo manifestaría el por qué, a pesar de haber sido director general de la Financiera Rural, aun así y a pesar de ello, no se encontraba preparado el Lic. Enrique de la Madrid Cordero para asumir la titularidad de la Sagarpa.
La Financiera Rural es una dependencia pública que se administra “por nota”; es decir, que no se necesitan títulos académicos, experiencia alguna, ni doctorado para poder administrarla, en razón de que el director general no fija los objetivos de la misma, éstos ya están definidos; como tampoco tiene que tomar decisiones estratégicas acerca de las metas, éstas ya están tomadas, todo esto ya está establecido en su Manual de Normas Políticas de Crédito, lo que quiere decir que cualquier persona que sepa leer y escribir, está en posibilidad de administrarla.
Por lo que en ese orden de ideas, con mucho respeto un servidor le sugeriría al Lic. Enrique Peña Nieto que debe de apoyarse en la Universidad Autónoma de Chapingo para buscar y encontrar entre sus egresados, un ingeniero agrónomo con mucha experiencia en el ramo, toda vez que éste es el profesionista que posee la integridad, sensibilidad y sobre todo dinamismo necesario para involucrarse con los miembros de una comunidad rural, a fin de identificar y diagnosticar oportunamente la problemática de los sistemas de producción y, en consecuencia, presentar al Ejecutivo federal propuestas de solución innovadoras, sostenibles y visión integral del entorno micro y macroeconómico de la actividad agrícola a nivel nacional.
El agrónomo profesional tiene la virtud de que en ningún momento desatiende las cuestiones sociales y en ese tenor se dedica plenamente a la producción del campo, sin dejar de lado el interés por elevar la calidad de vida de los productores, poniendo en marcha estrategias que no sólo permitan resolver los problemas de coyuntura, sino que genera las condiciones que faciliten un desarrollo que evite las desigualdades y abra oportunidades de bienestar para todos en el campo.
Haciendo un recuento de los daños que ha sufrido el campo mexicano, nos permitimos decir que dada las políticas públicas erróneas diseñadas para el campo y los campesinos en México, y su paso por la Sagarpa de personas sin perfil adecuado para los quehaceres del campo, nuestros campesinos dejaron de desempañar un papel fundamental en el desarrollo de nuestro país, y actualmente son entendidos como factores residuales de la economía nacional, toda vez que las estrategias de administración de riesgos de los pobres rurales, se basan de manera principal en la diversificación del ingreso, la migración y la agricultura de subsistencia, y sus principales fuentes de ingreso son las actividades secundarias y terciarias, dejando al cultivo de la tierra los objetivos de autoconsumo.
Este panorama nos permite anticipar que si no hacemos lo que se debe de hacer en el campo, los pobres rurales se harán todavía más pobres, y aquellos que están por ahora apenas por encima de la “línea de pobreza”, caerán también a las filas de los que carecen de todo: de alimentos y esperanzas.
Como si fuera poco todo lo anterior, para los campesinos que son pequeños productores con tierras de temporal, con orientación dominante de subsistencia, las sequías y los eventos climatológicos, casi siempre terminan con sus miserables cosechas, con lo que se suman a la amenaza inminente del hambre.
Por todo ello consideramos imprescindible la realización de programas destinados al pequeño productor, ejidatario, comunero y minifundista particular, con la finalidad de elevar su capacidad para la producción de alimentos, tanto para su consumo como para la comercialización, toda vez que para lograr la autosuficiencia alimentaria en nuestro país, meta que se ha fijado alcanzar el Lic. Enrique Peña Nieto durante su mandato, depende, sin lugar a dudas, del comportamiento de los pequeños productores, por lo que se les debe de apoyar con créditos flexibles y oportunos, asistencia técnica gratuita, semilla y seguridad agrícola subsidiada.
Lic. Enrique Peña Nieto tampoco sería prudente proyectar para esta cartera a Luis Téllez Kuenzler (economista), como tenemos conocimiento. ■
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