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domingo, 7 de julio de 2013

La reedificación de la Kaaba

La reedificación de la Kaaba

Muhammad su vida basada en las fuentes más antiguas. Capítulo 14. Shaij Abu Bakr Sirajuddin (Dr. Martin Lings)

07/07/2013 - Autor: Shaij Abu Bakr Sirajuddin (Dr. Martin Lings) - Fuente: Webislam
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Muhammad y la Kaaba
Muhammad y la Kaaba
Algún tiempo antes de los últimos acontecimientos que hemos mencionado, por la época en que Ali fue llevado a la casa de Muhammad cuando éste tenía treinta y cinco años, el Quraysh decidió reedificar la Kaabah. Tal como se encontraba entonces sus muros tenían apenas la altura de un hombre y carecía de tejado, lo que significaba que, aunque la puerta estuviera cerrada con llave, el acceso resultaba fácil; recientemente se había producido el robo de parte del tesoro que se escondía en una cámara excavada  a tal fin en el edificio. Ya tenían toda la madera que se necesitaba para el tejado: la embarcación de un mercader griego había sido empujada hacia la costa; habiendo naufragado y quedado en Yeddah sin posibilidad de reparación, se tomaron sus cuadernas para servir de vigas, y en aquel tiempo, además, había en la Meca un copto que era un hábil carpintero.
Sin embargo, el temor reverencial que tenían a la Kaabah era tal que vacilaban en
ponerse manos a la obra. Su plan era demoler sus muros, construidos con piedras
sueltas, y reedificarlos completamente; pero tenían el temor de incurrir en la falta de
sacrilegio y sus dudas aumentaron aún más por la aparición de una gran serpiente que
había tomado la costumbre de salir todos los días de la cámara para tomar el sol contra el muro de la Kaabah. Si alguien se acercaba alzaba la cabeza y silbaba con las fauces
abiertas. Esto los tenía aterrados. Un día, mientras el reptil tomaba el sol, Dios envió
contra él un águila, que se apoderó de la serpiente y se marchó volando con ella.
Entonces los del Quraysh se dijeron: "Ahora ciertamente podemos esperar que a Dios le complazca nuestro propósito. Tenemos un artesano cuyo corazón está con nosotros, y tenemos madera, y Dios nos ha desembarazado de la serpiente."
El primer hombre que levantó una piedra del coronamiento de los muros fue el majzumí Abu Wahb, el hermano de Fatimah, la abuela de Muhammad; pero apenas había sido levantada la piedra cuando, saltando de sus manos, volvió a su sitio, después de lo cual todos se alejaron de la Kaabah, temerosos de proseguir el trabajo. Entonces, el jefe de Majzum, Walid, el hijo del ya fallecido Mugirah, cogió un pico y dijo: "¡Oh Dios, no temas, oh Dios, no pretendemos sino el bien!" A continuación echó por tierra parte del muro entre la Piedra Negra y la Esquina Yemení, esto es, el muro suro-riental; pero el resto de la gente se refrenó. "Esperemos y veamos", decían. "Si es castigado no demoleremos más, sino que lo restauraremos como estaba; pero si no recibe ningún castigo, entonces Dios está satisfecho con nuestro trabajo, y lo derribaremos por completo." La noche pasó sin novedad y a la mañana siguiente, temprano, Walid estaba de nuevo en el trabajo. Los demás, pues, se le unieron, y cuando los muros hubieron sido demolidos hasta los cimientos de Abraham se encontraron con grandes guijarros verdosos, parecidos a las jorobas de los camellos, colocados unos junto a otros. Un hombre encajó una palanca entre dos de estas piedras para alzar una de ellas, pero con el primer movimiento de la piedra una violenta sacudida estremeció toda la Meca, y lo tomaron como una señal de que debían dejar los cimientos intactos.
En el interior de la Esquina de la Piedra Negra habían encontrado un trozo de escrito en siriaco. Lo guardaron, sin saber qué era, hasta que uno de los judíos lo leyó: "Yo soy
Dios, el Señor de Becca. La creé el día que creé los cielos y la tierra, el día que formé el
sol y la luna, y coloqué alrededor suyo siete ángeles inviolables. Permanecerá durante
tanto tiempo como las dos colinas, bendita por su gente con leche y agua." Otro trozo de escrito fue hallado debajo de la Estación de Abraham, una pequeña roca cerca de la
puerta de la Kaabah que porta la impresión milagrosa de su pie: "La Meca es la casa
sagrada de Dios. Su sustento le viene de tus órdenes. No dejes que su gente sea la
primera en profanarla."
El Quraysh reunió entonces más piedras, además de las que ya tenían, para aumentar la altura del edificio. Los distintos clanes trabajaron por separado hasta que los muros
tuvieron la suficiente altura para colocar la Piedra Negra una vez más en su esquina.
Entonces se originó un violento desacuerdo entre ellos, porque cada clan quería para sí el honor de ponerla en su sitio. El punto muerto se mantuvo durante cuatro o cinco días; la tensión había ido creciendo hasta el punto de formarse alianzas y de comenzar los preparativos para la batalla, cuando el más anciano de los presentes propuso una
solución. "¡Oh hombres del Quraysh!", dijo, "tomad como árbitro sobre lo que discrepáis al primer hombre que entre por la puerta de esta Mezquita." (I.I.125). El recinto alrededor de la Kaabah era llamado mezquita, en árabe masyid, un lugar de prosternación, porque desde la época de Abraham e Ismael se había realizado allí el rito de la prosternación a Dios en la dirección de la Casa Sagrada. Estuvieron de acuerdo en seguir el consejo del anciano, y el primer hombre que entró en la Mezquita fue Muhammad, que acababa de regresar a la Meca después de una ausencia. Su visión produjo un reconocimiento inmediato y espontáneo de que ahí estaba la persona idónea para el cometido, y su llegada fue saludada con exclamaciones y murmullos de satisfacción. "Es al-Amin", dijeron unos. "Aceptamos su sentencia," afirmaron otros, "es Muhammad." Cuando le explicaron el asunto, dijo: "Traedme un manto." Y cuando se lo llevaron lo extendió sobre el suelo, y cogiendo la Piedra Negra la puso en el centro de la tela. "Que cada clan agarre del borde del manto", dijo. "Luego, levantadlo todos juntos." Y cuando lo hubieron alzado a la altura conveniente Muhammad cogió la piedra y la colocó en la esquina con sus propias manos, y se continuó el edificio y se completó por encima de ella.
Notas:
I.I. Ibn Ishaq. Las referencias son a la edición de Wüstenfeld de la Sirat Rasul Allah. Una biografía del Profeta escrita por Muhámmad ibn Ishaq en la recensión anotada por Abd al-Malik ibn Hisham (I.H.).

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