La conquista de América y sus efectos posteriores
Rencillas y guerras intestinas
13/03/2013 - Autor: Dr.Armando Bukele Kattan - Fuente: Webislam
Fernando II de Aragón y V de Castilla, llamado el Católico, e Isabel I de Castilla o Isabel la Católica, se casan en 1,469. Después de rencillas y guerras intestinas, que duran 10 años, logran en 1479 solidificar ambas coronas y agenciarse ambos reinos. Definitivamente, ellos no eran los legítimos herederos.
Ese mismo año solicitan una Bula Papal a Sixto IV para establecer la Inquisición en España, para perseguir, condenar y torturar "herejes" (protestantes) e "infieles" (judíos y musulmanes). Antes de ellos, se toleraba que moros y judíos celebraran su culto pacíficamente; tanto las mezquitas como las sinagogas gozaban de fueros y eran protegidos en sus derechos.
Ya en 1482, el Papa incluso protestó por los excesos y falsas condenas, sobre todo en Aragón. Buen inicio para la intolerancia y las expropiaciones…
De 1481 a 1492, reconquistan la ciudad de Granada e incumplen la capitulación firmada y jurada con el Rey Moro Abu-Abdalah ((Boabdil) donde se garantizaba el respeto a las religiones judía y musulmana y a la vida y al patrimonio de sus integrantes; lo cual no se cumplió. En 1492 se decreta la expulsión de los judíos. En 1502, la de los musulmanes. En 1494 con el tratado de Tordesillas, se reparten el mundo con Portugal. Imperialismo puro, inimaginable ahora.
Su trato con herejes y con judíos y musulmanes y con la nobleza descontenta o con sus familiares en pugna antes de consolidar su poder, los demuestran como reyes ambiciosos e intolerantes; y no, la de reyes defensores de los derechos humanos, mucho menos de los pueblos sometidos.
A partir de 1492, el Reino de Aragón se expande hacia Oriente, principalmente Italia, Norte de África y las Islas del Mediterráneo.
Castila, sin embargo, se concentra en el descubrimiento de América. Isabel creyó en los proyectos de Colón, pero no en la magnitud de la riqueza que encontraría, y acepta y firma un contrato donde Colón recibiría el 10% de los ingresos brutos obtenidos en la tierra descubierta y conquistada, sin descontar gasto alguno; y los títulos de Virrey y Almirante.
En el primer viaje, Colón salió de Puerto de Palos el 3 de agosto de 1492 y llegó el 12 de octubre a la Isla de Guananí que bautizó como San Salvador y, más tarde, en la Española (Haití y República Dominicana).
En su segundo viaje (1493-1496) llegó a las pequeñas Antillas, Puerto Rico y Jamaica.
En el tercero (1498-1500) a la Costa Occidental de la desembocadura del Orinoco, la Isla de Trinidad y Cubagua.
Al finalizar ese viaje fue apresado y enviado encadenado de regreso a España, donde guardó prisión hasta 1,502.
Fue indultado para realizar su último viaje (1502-1504) donde descubrió las Costas Atlánticas de Centroamérica.
Regresó a España y fue llevado inmediatamente a la Cárcel de Valladolid, donde salió definitivamente hasta que renunció al contrato que le garantizaba el 10% de las riquezas, devolviendo su patrimonio, aunque no, su título de Almirante y demás menciones honoríficas.
Es evidente que la causa de su encarcelamiento fue forzar la renuncia a sus ganancias, las cuales eran exorbitantes para un solo individuo. Sin embargo hoy –como siempre- tratando de cambiar la historia; se quiere justificar que la causa de encadenamiento, encarcelamiento y despojo de Colón fue por las atrocidades que cometía contra los indios en América, volviendo a los Reyes Católicos, de un plumazo, como defensores de los indios.
Este argumento no soporta ni el más leve análisis. Nadie defiende a Colón, nadie le considera un personaje benévolo y benefactor de los indios. Los trataba mal e, incluso, los torturaba, como era la tónica generalizada de la conquista.
Basta mencionar algunos ejemplos en la obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias, de Fray Bartolomé de las Casas:
“Todas estas gentes (hablando de los indios) son más humildes, más pacientes, más pacíficas y quietas; sin rencillas, ni bullicios… sin rencores, sin odios, etc.
En estas ovejas mansas, entraron los españoles, como lobos y tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos; y otra cosa no han hecho de 40 años a esta parte; sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas, por extrañas y variadas maneras de crueldad…
Las causas por que han muerto tantas y tales ánimas, ha sido solamente por tener por su fin último el oro, y henchirse de riquezas en muy breves días”.
Y luego explica, las formas de darles muerte, incluyendo mujeres y niños y ancianos, que no menciono por la crudeza del detalle, autocensurándome. Decenas de miles de muertos y luego, mortandad de millones.
“Capitán hubo que mató 40 mil ánimas, metiéndolos a espada, quemándolos vivos y echándolos a perros bravos”.…
Y ahora las preguntas:
¿Por qué sólo Colón fue apresado?
¿Por qué salió libre para realizar el cuarto viaje. ¿Nuevas conquistas, más oro, y nuevos esclavos?
¿Por qué fue nuevamente encarcelado inmediatamente a su regreso?
¿Por qué fue liberado definitivamente al renunciar a sus riquezas?
Las torturas atribuidas a Colón palidecen ante las torturas de los otros conquistadores.
¿Qué Colón tenía esclavos? Claro, el 10%. El otro 90% se herraba con el sello de los Reyes.
En el Diario de Navegación de Colón de en 1493 dirigido a los Reyes Católicos y al Tesorero Real Luis de Santángel, se perfila la causa del viaje: la búsqueda de riqueza y la contabilidad del 90%, detallado para la Corona Española.
Si Colón hubiera sido encarcelado por indios, está claro que se lo merecía.
Pero encarcelado por la Corona Española, que se lucró y aprovechó de él, es una insoslayable ingratitud. Y eso es claro y evidente.
En cuanto a la crueldad de Mayas, Incas o Aztecas, que algunos mencionan, para justificar la crueldad de los europeos, lo constituía un ritual religioso, inaceptable para nosotros, pero al mismo tiempo incomprendido por el mundo occidental. Las muertes sin embargo, eran de unidades o decenas, no de millones (76) que fueron masacrados o contaminados por la conquista europea.
Las culturas europeas y la misma civilización occidental moderna, han realizado guerras y matanzas de millones, por la codicia desenfrenada de valores materiales y no por principios místicos. La matanza de 76 millones de pueblos originarios (de 80 millones, quedaron 4) por las potencias europeas, básicamente: España, Portugal Inglaterra, Francia y Holanda y el holocausto de 6 millones de judíos, y además de gitanos y otras razas, realizado por Alemania, un pueblo europeo y cristiano, son tan sólo 2 ejemplos de un salvajismo y paganismo inconcebible. A eso se le unía la discriminación, satanización, la victimización y el abuso de los pueblos sometidos.
El racismo también existió y existe en América Latina. El concepto de clases dominantes y pueblo sometido, se hacía básicamente de acuerdo al concepto racial. Si en la escala superior se encontraba el español de la península, también éste ya venía con “superioridad” de acuerdo a su “blancura” o “pureza de raza”. El español “puro” no se mezclaba, a no ser por una aventura en tiempo de la emancipación de los esclavos o violación en tiempo de la esclavitud, con mujeres de “razas inferiores”. Los descendientes inesperados no eran por supuesto reconocidos y seguían el estatus de la madre, aunque a veces se sentían “superiores” a la madre (aunque inferiores al padre) por el matiz de su piel.
Para ser almirante, dirigente, encomendador, oidor, capitán general, Virrey, etc, y cuanto título de nobleza o poder superior se podía usufructuar, se debía disponer de un título de “pureza” de sangre española. Siendo el pueblo español tremendamente mezclado: iberos, celtas, suevos, vándalos, alanos, visigodos, cartagineses, galos, francos, romanos, árabes y judíos, etc., la “pureza de raza” era una fantasía, pero se exigía en España, para detentar puestos de poder en las nuevas colonias y, básicamente, era la forma de demostrar no tener sangre infiel (llámese judía o musulmana) en las venas, por el temor que éstos tomaran nuevamente el poder. La expulsión de ellos se detuvo por una conversión forzosa al cristianismo; castellanizar sus apellidos; cambiar sus costumbres paganas, no bañarse tan seguido, y el desuso del idioma árabe; muchos lo hicieron y vinieron al Nuevo Mundo, donde las presiones inquisidoras eran menos pronunciadas.
Sin embargo, no podrían optar a cargos públicos de importancia, a no ser que enseñaran un certificado de “pureza de raza”, el cual se podía conseguir en España, si se disponía de la información real o del dinero suficiente para comprarlo. Los judíos y árabes musulmanes conversos, de zonas reconquistadas anteriormente, podían obtenerlo y así vemos como Alvarado, Dávila e incluso Colón, llegaron a disponer en la Colonia de poder.
Sin embargo, la gran mayoría, sobre todo el Al Andalus, recién conquistado, se dedicó a hacer trabajos técnicos, que los nativos y los africanos no podían hacer, y que al hidalgo español, no le gustaba realizar. Ejemplo: alfarería, talabartería, artesanía, construcción; marina, herrería, comercio, etc. Se estableció así una corriente doble de españoles: el español “puro” con carta de pureza “real o falsificada”, que detentaba el poder: militar, político, religioso y económico, que no se mezclaría (al menos no oficialmente, porque sus hijos perderían sus privilegios); y el español del pueblo, que se mezcló y formó parte de esa estructura artesanal, de trabajo manual, incluido el comercio, que el monárquico miraba con desprecio.
De allí que el mestizaje latinoamericano y, por ende, el de nuestro país, está inmerso básicamente el elemento árabe y judío español. Naturalmente los árabes en la España medieval, después de 781 años de permanencia en España, traían a su vez toda la mezcla pródiga de las otras razas existentes en España.
Por eso, el brillante escritor salvadoreño Alvaro Menéndez Leal, en una entrevista afirmó:
Pregunta: ¿nunca le ha gustado escribir sobre lo salvadoreño?
Respuesta: ¿por qué voy a escribir sobre indios en El Salvador, si no existen; todos tenemos sangre mezclada: árabe, griega, española, india.
A finales del siglo XVI, después de 100 años de coloniaje, las razas ya habían sido estratificadas.
Y la unificación, a través de catolicismo como religión única había sido oficializado.
De esa forma, en la cúspide de la pirámide racial se encontraban los españoles, que habían nacido en España.
El siguiente nivel, eran los blancos hijos puros, de españoles, pero nacidos en América, llamados criollos. La independencia fue así básicamente la lucha de los criollos por destronar a los peninsulares, y tomar así su liderazgo. Estos luego de la independencia se mezclaron entre sí y con menos inmigrantes españoles o de otras partes más blancas de Europa.
Los criollos fueron así el grupo dominante y cualquier crítica del pueblo, en su condición actual de carencia de tierra y dinero, deben adjudicárselo a ellos, no al paradigma creado por los medios escritos, en 80 años, señalando a otras razas que vinieron después (árabes, chinos, turcos, judíos, etc.) como los culpables, cuando ellos también fueron perseguidos.
El tercer elemento lo constituían las mezclas de indios, blancos (generalmente españoles del pueblo: árabes y judíos conversos) y negros y sus respectivos descendientes. Aunque ahora se utilizan solo los nombres de mestizo, mulato y zambo; antes la clasificación era más extensa, a saber:
mestizo, mulato, morisco, chino, albino, salta pa´tras, lobo, jíbaro, zambaigo, cambujo, calpamulato, albarazado, tente en el aire, no te entiendo, barnocino, coyote, torna atrás, coyote, chamizo, ahí te estás, jaracho, zambo, zambo prieto, etc.
Tremenda estupidez. ¡Pero ésa es la historia!
Esto estaba sujeto a una estratificación artificial de la sociedad, con la consiguiente discriminación y burla de las supuestas razas inferiores.
La masiva mezcla árabe y judía en el mestizaje latinoamericano la refuerza el hecho de que todas las construcciones españolas en América son de arte mudéjar (árabe). Aunque algunos escritores monárquicos como el Marqués de Lozoya quieren disminuir esta influencia, al afirmar que “en el siglo XVI todos los albañiles y carpinteros de España conocían las estructuras moriscas, por muy pura que fuese su cristiandad”; se olvida que la mayoría de ellos eran moriscos y algunos judíos, todos conversos, ya que conociendo el desprecio de los monárquicos españoles por las artesanías y el comercio, a los que consideraban profesiones viles, no habían muchos de ellos.
Además, ir a América, con lo penoso y tardado del viaje, no era un estimulo para gente profundamente arraigada en suelo español. Para el perseguido o señalado, un nuevo mundo era una panacea. Además un español que conoce entre otros el arte mudéjar (árabe) puede trabajar en él, pero no en forma exclusiva, como puede verse en todas las construcciones coloniales. Esto tiene que ser obra del que considera el arte morisco, mudéjar o árabe-español como suyo propio.
Hay que considerar además, que la mezcla con las razas nativas fue mayormente con los españoles moriscos o judíos. El hidalgo español, más racista, mantuvo su “pureza” y su poder.
El origen de muchos apellidos que tienen un origen castizo desde el Siglo XVI, tienen un origen árabe o judío, si se remontan a siglos anteriores.
De esa forma, la emigración árabe a El Salvador no se constituye únicamente con la reciente y evidente de los Siglos XIX y XX que es básicamente palestina, sino que también con una más masiva y prácticamente olvidada y que estamos estudiando y develando, de los Siglos XVI y XVII, donde se encuentran involucrados la mayoría del pueblo salvadoreño.
Fuente: www.aclarandoconceptos.com
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