Morena desmembrada
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En el que será muy pronto gobierno federal, encabezado por López Obrador, y en sus llamadas “bases de apoyo”, ya no hay un verdadero factor de unidad que amarre los muy distintos enfoques de lo que hay que hacer por México, que unifique las posturas, en la diversidad de pensamientos de quienes han venido acompañando al tabasqueño.
1.-El propio Obrador fue en su momento ese factor de unidad. ¿Cuándo? Cuando había una sola tarea que hacer -una sola-, para todos sus seguidores: ir a votar. Entonces era fácil. Pero ya no lo es.
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2.-Hoy han cobrado relevancia las causas que tuvieron para votar por él. Fue por agendas muy diversas. Incluso incompatibles entre sí. López Obrador ya no es un factor de unidad. Porque al ir por la agenda de unos, va en contra de la los otros. A su movimiento no hay nada que lo hilvane, que le dé sentido de comunidad, de unificación. No basta con la figura de un caudillo. Porque en plena posmodernidad nadie cree en los caudillos. Los grandes relatos llegaron a su fin, diría Lyotard.
3.-¿Qué podría dar entonces unidad a ese movimiento? Las causas comunes. Pero son muy pocas. Básicamente, versan en torno al asistencialismo.
4.-E incluso bajo el esquema anacrónico y poco propiciador de desarrollo que representa el asistencialismo, no se puede tener siempre contentos a los receptores de las dádivas de papi-gobierno. Comprar clientela tampoco ya es como antes…
5.-En el fondo, apostar a ganarse la voluntad de las mayorías a través de dádivas paternalistas, es tener en poca estima a la gente, asumir que todo lo que quieren es una limosna del gobierno. Eso es una postura contraria al humanismo. Es subestimar al prójimo. Cuando justamente la historia ha demostrado que lo que la gente desea profundamente es vivir, vivirse en lo sagrado. ¿Qué ha sido sagrado en tiempos recientes? Dejar de bañarse, de dormir, incluso de comer, por ayudar a rescatar a nuestros hermanos el 19 de septiembre de 2017. Gigantes ciudadanos como ésos, que lo dan todo a cambio de nada, ¿aceptarían migajas de un gobierno?
6.-López Obrador es lejano al humanismo. No pone al ser humano en el centro de la política. Se pone él mismo como el centro de la historia.
7.-Para él parece mucho más importante pasar a la historia como el último de los caudillos, que hacer lo que en verdad hay que hacer por México, incluso de forma no pública. Hay para quienes la trascendencia es algo emparentado con la fama, con los reflectores, y no con el humilde servicio a los demás. Que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda.
8.-Sigue cada día haciendo evidente que se ha quedado empantanado en conceptos decimonónicos: trae al presente, artificialmente, la dicotomía de liberales contra conservadores. No ha reparado en que sus categorías han sido rebasadas por las sociedades de la información, y sobre todo -con Peter Drucker y Nico Stehr-, del conocimiento.
9.- Una cosa es pasar a la historia y otra que el actor político le indique a la posteridad cómo desea entrar en los libros de texto de historia. Una cosa es ser promotor de una “Cuarta Transformación”, y otra es ser el agente histórico que encabece un movimiento que pueda describirse en esos términos y tamaños.
10.-Ganar las elecciones con margen notable no es lo mismo que saber gobernar, que saber cómo cambiar a México, y en qué dirección conviene llevarlo. Valga la metáfora: una cosa es aparearse, otra es parir, y aún otra es criar un hijo muchos años. Tres etapas bastante diferentes. Aparearse dura unos minutos, parir unas horas, y criar, años. En el apareamiento están juntos los dos, en el parto no es seguro, y en la crianza muy pocos. En el apareamiento hay entusiasmo, en el parto hay llanto y dolor, y en la crianza la cabeza se torna blanca por las canas. Morena se desmembra.
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