Morena y AMLO a un paso de legalizar el aborto (aunque no quiera Monreal)
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Quienes defienden mantener la ley anti-aborto vigente y promueven esta cruzada contra la libertad individual se asumen moralmente superiores; se erigen como almas piadosas.
Foto propiedad de: Internet
El equipo de AMLO ha prometido legalizar el aborto en México. Tal parece que el movimiento feminista está de plácemes. ¿Hay motivo para estar esperanzados con la posible despenalización del aborto en el país, según la iniciativa que cocina Morena en el Congreso de la Unión? Algunos analistas creen que sí. Olga Sánchez Cordero, próxima Secretaria de Gobernación con AMLO (si no se la sigue grillando Ricardo Monreal) también ha dado su respaldo a la iniciativa.
Opina doña Olga que toda mujer tiene derecho a decidir lo que quiera con su cuerpo. Ninguna autoridad pública y ninguna organización provida puede arrogarse la facultad de impedir que una mujer tome la opción que más le plazca con respecto a su vida reproductiva: es suya y de nadie más.
Muchos estados como Jalisco, Guanajuato, Sinaloa y Nuevo León, criminalizan la interrupción del embarazo y cancelan los derechos reproductivos. Según doña Olga, están en riesgo de limitar las libertades a la población femenina. Solo en la Ciudad de México se permite legalmente desde hace 11 años la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas de gestación.
Lo peor es que muchas mujeres de clase alta que defienden hipócritamente el derecho a la vida, son quienes a escondidas, en la clandestinidad que les facilita su dinero, se practican abortos frecuentemente.
Con esa facilidad de cancelar un embarazo no deseado, opinan legisladores de Morena, no cuentan las mujeres pobres; de manera que son víctimas tanto de una legislación injusta como de los abusos en clínicas insalubres que ponen en riesgo su salud: estas mujeres son vistas como delincuentes. O tumba o a cárcel: esa es la alternativa que se le depara a las mujeres pobres.
¿A partir de qué etapa de la fecundación podemos hablar de vida humana y por tanto de protección de la ley al feto, o desde antes, al cigoto, aunque ésta protección se lleve de encuentro la vida de una mujer? El debate sigue vivo. Pero lo cierto es que la legislación vigente impone como remedio tajante a este dilema, atentar contra la vida de las mujeres que se practican abortos, a instancias de varias asociaciones privadas que incluso han sugerido la esterilización forzosa de las trabajadoras, especialmente las domésticas.
La propuesta, además de insensible es racista: forma parte, según doña Olga del mismo catálogo de valores que se oponen a que las mujeres sean profesionistas porque así destruyen el núcleo familiar tradicional. Esta ala conservadora también es enemiga de los homosexuales, de las razas supuestamente inferiores y de los credos religiosos distintos a los suyos.
Quienes defienden mantener la ley anti-aborto vigente y promueven esta cruzada contra la libertad individual se asumen moralmente superiores; se erigen como almas piadosas.
Según doña Olga olvidan que ninguna mujer que aborta lo hace por gusto, por capricho o por placer. El aborto es generalmente la última elección de una crisis de conciencia profunda, diferente en cada caso excepcional como la violación, el incesto o el riesgo de muerte de la madre al dar a luz. Pero eso no lo piensan los anti-abortistas. ¿O en realidad no piensan nada?
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