Estimados seguidores:
Tan distraídos nos encontramos en México por nuestros problemas internos, que un silencio inexplicable se cierne sobre la enorme tragedia del 4 de agosto en Beirut.
Una enorme explosión provocó más de 150 muertos y alrededor de 6 mil heridos; la mitad de la ciudad sufrió daños y miles de personas perdieron sus viviendas.
El sistema hospitalario colapsó con el derrumbe de tres centros de salud, con saldo de decenas de fallecidos, entre médicos y pacientes. Es extraño, pero no nos conmueven los sucesos en otras partes del mundo, como si nos fuese ajeno.
Para entender la dimensión del trágico evento, la explosión que sucedió en la capital de Líbano, según los expertos, es el equivalente a la provocada por más de mil toneladas de dinamita.
La tragedia, dicen los libaneses, es consecuencia de los malos gobiernos y de su negligencia. Aquí apenas ha sido reportado el hecho como noticia del día, pero nada sobre la tragedia humana que allí se está viviendo.
Los vínculos entre México y Líbano comenzaron hace más de un siglo, cuando el país acogió a miles de inmigrantes que se sumaron al proyecto de construcción nacional, aportando sus saberes y prácticas económico-culturales; por eso extraña la reacción inicial que, espero, pueda resarcirse con nuestra solidaridad.
Libaneses ya han respondido con diferentes acciones, como la gran manifestación de la cólera
el día 8, pero esperan la ayuda que han emprendido ya varios países, como Francia y Rusia.
Los mexicanos hemos respondido a varias causas; ahora puede manifestarse con donativos a la Cruz Roja Mexicana y a la Fundación Centro Libanés, que se canalizará a través de la Cruz Roja Libanesa.
Carlos Martínez Assad
Coordinador
mar. 11 de ago. a las 15:01Estimados seguidores:Tan distraídos nos encontramos en México por nuestros problemas internos, que un silencio inexplicable se cierne sobre la enorme tragedia del 4 de agosto en Beirut.Una enorme explosión provocó más de 150 muertos y alrededor de 6 mil heridos; la mitad de la ciudad sufrió daños y miles de personas perdieron sus viviendas.El sistema hospitalario colapsó con el derrumbe de tres centros de salud, con saldo de decenas de fallecidos, entre médicos y pacientes. Es extraño, pero no nos conmueven los sucesos en otras partes del mundo, como si nos fuese ajeno.Para entender la dimensión del trágico evento, la explosión que sucedió en la capital de Líbano, según los expertos, es el equivalente a la provocada por más de mil toneladas de dinamita.La tragedia, dicen los libaneses, es consecuencia de los malos gobiernos y de su negligencia. Aquí apenas ha sido reportado el hecho como noticia del día, pero nada sobre la tragedia humana que allí se está viviendo.Los vínculos entre México y Líbano comenzaron hace más de un siglo, cuando el país acogió a miles de inmigrantes que se sumaron al proyecto de construcción nacional, aportando sus saberes y prácticas económico-culturales; por eso extraña la reacción inicial que, espero, pueda resarcirse con nuestra solidaridad.Libaneses ya han respondido con diferentes acciones, como la gran
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