Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

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lunes, 16 de noviembre de 2020

La vida en México" un libro interesante

 La vida en México" un libro interesante lo he leído al menos 4 veces y lo leería otras tantas. Comparto un pequeño artículo de la revista Los sabores de México (nov 2011) que habla sobre los sabores y gastronomía de la época desde la visión de Francis Erskine Inglis o madame Calderón de la Barca durante su estancia en México de 1839 a 1842.

"Entre los extranjeros que miraron la vida mexicana con un mayor detenimiento y sagacidad es quizá, la ya mencionada Frances Erskine Inglis de Calderón de la Barca, uno de ellos. En las cartas que forman su libro La Vida en México, durante una residencia de dos años en ese país, (Boston,1843) manifestó sus observaciones, sus reflexiones, no dejando sin comentario, por supuesto, la comida.
Cuando la marquesa Calderón de la Barca visitó las haciendas, las casas de campo de sus amigos ricos y aristrocráticos, no le quedó más remedio, según sus cartas, que apechugar con lo que allí se comía, pues se respetaba la tradición: mole, nopales cocidos, plátanos fritos, chile verde, frijoles, tortilla y, por estar en el campo, el pulque era obligatorio.
Las tortillas para la Marquesa resultaron insípidas, apenas pasables si estaban acabadas de sacar del comal, bien calientitas.
En ese yantar campirano no faltaba – escribe – el puchero, compuesto de carnero, de carne de res, tocino, aves, garbanzos, calabacitas, patatas, peras cocidas, guisantes y muchas legumbres, todo servido junta y acompañado de una salsa de hierbas y tomate.
Uno de los guisos que por ese entonces en que la Ciudad de México estaba rodeada de agua – se comía con bastante agrado – era el de los huevos de mosquitos; Don José Gómez de la Cortina, conde de la Cortina a quien, por lo visto, mucho le gustaba ese platillo, deseando que Madame Calderón disfrutara de vianda tan singular, prometió – recuerda la Marquesa – enviarle una caja de huevos de mosquito, con los que se preparaban unas tortillas consideradas como bocado exquisito y añade, «tomando en cuenta que los mosquitos son unos pequeños caníbales con alas la idea me produjo una sensación de repugnancia, pero pretenden que éstos que vienen de la Laguna, son de una especie superior y no pican. En realidad, los historiadores españoles mencionan el hecho de que los indios comían pan elaborado con los huevos que un mosco llamado axayacatl pone en los juncos de los lagos, y que ellos (españoles) tenían por muy sabrosos».
Si en verdad, el caballeroso conde de la Cortina cumplió su promesa de mandarle los huevos de mosquitos a Madame Calderón, qué cara pondría. ¡Imaginémosla, de horror! La misma cara de circunstancia que muchas personas , hoy día, ponen al ver comer gusanos de maguey, huevos de hormigas, las llamadas escamoles, los chapulines o las hormigas chicatanas con las que se hace una sabrosísima salsa.
Las frutas de las que hace memoria la Marquesa son las chirimoyas, granaditas, capulín o cereza mexicana, mango, chayote, zapote blanco y negro. La Marquesa indica que éstas frutas prefería la chirimoya, las granaditas y el zapote blanco.
Madame Calderón también recogío en su libro la diversidad de gritos callejeros que se oían por toda la ciudad, los que empezaban al amanecer y terminaban por la noche; pregones que anunciaban apetecibles cosas de comer: mantequilla, tejocotes que se trocaban por venas de chile, gorditas de lomo caliente, pastel de miel, queso, miel, requesón, melado, fruta cubierta, merengue, tortilla de cuajada, nueces y toda clase de caramelos.
Este repertorio de pregones registrados por la Marquesa – advierte Felipe Teixidor – fue repetido sin variación alguna por Marcos Arróniz en su Manual de viajero en México (1858).
En el medio aristrocrático en el que se movía la Marquesa Calderón, los ricos y aristócratas muy viajados y educados en el extranjero comían, naturalmente a la francesa; los cocineros eran franceses, hinchados de pretesiones y se dejaban pedir por sus habilidades, un ojo de la cara. El servicio de mesa en esas casas era magnífico, todo, hasta los platos, eran de plata: enormes capitales – reflexiona la Marquesa – se han tragado los diamantes y las vajillas en este país».
La influencia europea, en unos años después sería aún más notoria con la Intervención francesa y el Segundo imperio."

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