Militarización, pragmatismo de poder
De haber sido un crítico muy fuerte de la militarización y de los militares, de haber incluso intercambiado con ellos críticas acres y mordaces, antes de llegar a la Presidencia de la República, paradójicamente en estos dos años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, las Fuerzas Armadas se convirtieron en sus apoyos favoritos y en el pilar central de su administración.
Las razones de este hecho –decisión tomada por el propio Presidente de la República–, tiene su origen en dos cosas: 1) Una cuestión de pragmatismo de poder y 2) La necesidad de un respaldo adicional, ante el reconocimiento de una debilidad estructural en su proyecto político (Morena, en cuanto a organización administrativa y movimiento).
Así lo ve el maestro Erubiel Tirado y suma en el entorno de este contexto “la coartada de la seguridad”.
El especialista en Seguridad Nacional y Fuerzas Armadas recuerda que después de que Andrés Manuel ganó la elección, tuvo sendas reuniones con los secretarios de la Defensa y de la Marina, “donde le explican cuál es la situación, cómo ven las cosas, su diagnóstico, etc. y él cambia de parecer…”.
Según su hipótesis, López Obrador conoce entonces el esquema de la Policía Militarizada, “se monta sobre ella y de ahí deviene el esquema de la Guardia Nacional”.
A lo anterior, Erubiel suma la animadversión personalizada de AMLO con todo lo que oliera a Felipe Calderón, a Genaro García Luna, la guerra contra las drogas.
“En un esquema de pragmatismo de poder, restaña y restablece una relación con las Fuerzas Armadas, particularmente con la Secretaría de la Defensa, y ahí viene la construcción de un discurso y el fortalecimiento de mitos, como el del nacionalismo, el del pueblo uniformado, el de la anticorrupción”.
¿Por qué mitos? “Porque finalmente esto no es de blanco y negro”, sostiene el coordinador del diplomado de Seguridad Nacional, Democracia y Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana.
Para Tirado, los discursos del general Luis Cresencio Sandoval y del almirante Rafael Ojeda en el sentido de que no anhelan el poder, ni siquiera deberían decirlo.
“¿Por qué tienen que aclararlo? El papel de las Fuerzas Armadas en una democracia liberal como la nuestra es no deliberante; no tienen por qué participar en política”.
Lo cierto, sin embargo, es que están participando en política, están ocupando espacios de poder y están ejerciendo un presupuesto enorme.
Lo preocupante, resume el especialista, es que se están generando ínsulas de poder.
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POR MARTHA ANAYA
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