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jueves, 19 de noviembre de 2020

Saneamiento: cuando la naturaleza empieza en tu casa

 

Saneamiento: cuando la naturaleza empieza en tu casa

El Día Mundial del Saneamiento pone en valor el tratamiento de las aguas residuales como herramienta de salud y dignidad para la población y a las depuradoras como minas urbanas, fuentes de recursos futuros

Cada vez que tiramos de la cisterna gastamos 10 litros de agua; al lavarnos las manos o los dientes utilizamos 1,5 litros al día o 30 litros si no cerramos el grifo; y al ducharnos cien litros por cada cinco minutos, que se elevan hasta los 250 litros de agua cuando nos bañamos.

Cada español bebemos una media de 1,5 litros de agua al día; utilizamos entre 6 y 8 litros de agua diarios para cocinar; consumimos entre 60 y 100 litros cada vez que ponemos una lavadora; y entre 18 y 50 litros, al poner en funcionamiento el lavavajillas (cantidad que se eleva hasta los 100 litros, si fregamos los platos a mano). Así hasta los 132 litros por persona y día, casi 49.000 litros al año de aguas sucias, que antes de retornar al medio ambiente deben ser tratadas en depuradoras para no contaminar la naturaleza.

España cuenta con 2.000 depuradoras de aguas residuales, que tratan un volumen de 4.097 hectómetros cúbicos de agua al año, 102 metros cúbicos de agua residual depurada per cápita 

Pero no es sólo agua sucia lo que llega a las depuradoras, micropartículas, trazas de virus y bacterias, restos de antibiótico y otras sustancias medicamentosas o estupefacientes, toallitas húmedas, bastoncillos, plásticos… que convierten esas aguas residuales en un auténtico vertido tóxico altamente contaminante para el medio ambiente y que podría llegar a comprometer la salud y la higiene de las personas, si no se trata adecuadamente.

De ahí la importancia del saneamiento, al punto de ser declarado en 2015 un Derecho Humano Universal que desgraciadamente está lejos de hacerse realidad en gran parte del mundo.

¿Sabías qué?

Más de la mitad de la población mundial, unos 4.200 millones de personas, no disponen de retretes en sus viviendas o tienen sistemas de saneamiento deficientes.

El 40% de la población mundial, es decir, 3.000 millones de personas, no dispone de instalaciones para lavarse las manos con agua y jabón en sus hogares.

297.000 niños menores de cinco años mueren cada año debido a enfermedades diarreicas causadas por las malas condiciones sanitarias o agua no potable.

El 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas.

Para 2050, hasta 5.700 millones de personas podrían estar viviendo en áreas donde el agua es escasa durante al menos un mes al año, creando una competencia sin precedentes por los recursos hídricos.

Cada 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Retrete para crear conciencia sobre los 4.200 millones de personas que carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura.

Se trata de adoptar medidas que permitan dar respuesta a la crisis de saneamiento mundial y lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6, cuya finalidad es garantizar la disponibilidad de agua y saneamiento para todos de aquí a 2030.

Este año el tema destaca la importancia del “Saneamiento sostenible y el cambio climático”.

Naciones Unidas afirma que el cambio climático está empeorando. Las inundaciones, la sequía y el aumento del nivel del mar amenazan los sistemas de saneamiento, desde los inodoros hasta las fosas sépticas y las plantas de tratamiento.

Las inundaciones pueden contaminar los pozos utilizados para el agua potable o pueden dañar los inodoros y esparcir los desechos humanos a las comunidades y cultivos alimentarios, causando enfermedades crónicas y mortales.

Todos deben tener un saneamiento sostenible, junto con agua potable e instalaciones para lavarse las manos, para ayudar a proteger y mantener la seguridad de nuestra salud y detener la propagación de enfermedades infecciosas mortales como COVID-19, cólera y tifoidea.

Además, las aguas residuales y los lodos de los inodoros contienen recursos valiosos como agua, nutrientes y energía. Los sistemas de saneamiento sostenible hacen un uso productivo de los desechos para impulsar la agricultura de manera segura y reducir y capturar las emisiones para obtener energía más ecológica.

Pero, ¿qué es exactamente un sistema de saneamiento sostenible?

Iram Sheikh, de 7 años, sale después de usar un inodoro flotante construido sobre un desagüe que pasa por Rafiq Nagar en Mumbai. | Foto: ONU-Agua

El saneamiento sostenible comienza con un inodoro que capture de manera efectiva los desechos humanos en un entorno seguro, accesible y digno. Luego, los desechos se almacenan en un tanque, que puede ser vaciado más tarde por un servicio de recolección o transportado por tuberías.

La siguiente etapa es el tratamiento y la eliminación segura. La reutilización segura de desechos humanos ayuda a ahorrar agua, reduce y captura las emisiones de gases de efecto invernadero para la producción de energía y puede proporcionar a la agricultura una fuente confiable de agua y nutrientes.

Estaciones depuradoras, auténticas minas urbanas

De aquí a 2050 las aguas residuales aumentarán un 51%, hasta alcanzar los casi 574.000 millones de metros cúbicos al año

La Organización de Naciones Unidas (ONU) estima que de aquí a 2050 las aguas residuales aumentarán un 51%, hasta alcanzar los casi 574.000 millones de metros cúbicos al año, lo que equivale a 7,5 veces la cantidad de agua que cae por las cataratas del Niágara anualmente.

Asia representa un 42% de las aguas residuales generadas en el mundo, seguida de Norteamérica y Europa

Un volumen de aguas residuales con gran potencial de aprovechamiento por la cantidad de energía, agua regenerada que se podría obtener de las Estaciones Depuradoras y nutrientes como el fósforo, nitrógeno o potasio de gran interés económico y medioambiental para la industria, según concluye un estudio elaborado por el Instituto del Agua, Medio Ambiente y Salud de la Universidad de la ONU (INWEH), con sede en la localidad canadiense de Hamilton. El informe predice que el volumen de las residuales se incrementará un 24% en una década, lo que supone 470.000 millones de metros cúbicos en 2030.

En la actualidad, cada año se producen 380.000 millones de metros cúbicos de aguas residuales en todo el mundo, lo suficiente para rellenar el lago Victoria en apenas siete años, según afirman los investigadores, y constituyen toda una mina urbana de recursos energéticos, nutrientes agrícolas y agua que podrían recuperarse del creciente volumen mundial de aguas residuales municipales.

En términos de energía recuperable, la capacidad potencial de las aguas residuales sería equivalente a proporcionar electricidad a 158 millones de hogares.

Entre los nutrientes principales, hay 16,6 millones de toneladas métricas de nitrógeno en las aguas residuales producidas en todo el mundo anualmente, junto con 3 millones de toneladas métricas de fósforo y 6,3 millones de toneladas métricas de potasio.

La recuperación total de estos nutrientes de las aguas residuales podría compensar el 13,4% de la demanda agrícola mundial de estos productos.

Más allá de las ganancias económicas de la recuperación de estos nutrientes, el estudio destaca los beneficios ambientales críticos, como minimizar la eutrofización, el fenómeno del exceso de nutrientes en un cuerpo de agua que causa un crecimiento denso de las plantas y la muerte de animales acuáticos debido a la falta de oxígeno.

Para Naciones Unidas el apoyo a la recuperación de recursos de las aguas residuales necesitará un enfoque gradual para abordar una serie de limitaciones para lograr una alta tasa de rendimiento en apoyo directo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 67 y 12, pero también otros Objetivos, incluida la adaptación al clima cambio y esfuerzos para avanzar en los procesos de energía “neto cero” hacia una economía verde.

España pionera en circularidad y biofactorías

La aplicación del principio de economía circular a las estaciones de depuración de aguas residuales da como resultado las biofactorías, capaces de ser autosuficientes en consumo energético, generadoras de biofertilizantes para una agricultura sostenible, de biocombustibles y hasta de minerales como el fósforo o gases útiles como el nitrógeno.

Un modelo de depuración del que España puede presumir de ser pionera y estar a la vanguardia mundial, gracias al alto nivel de tecnificación y profesionalización de los operadores dedicados al ciclo del agua urbana.

La nueva situación climática, donde los expertos mundiales anticipan un déficit de recursos hídricos de hasta el 40% en no muchos años, los nuevos contaminantes emergentes y fenómenos meteorológicos extremos de elevada torrencialidad y sequías prolongadas hacen que la tecnología, la investigación y la innovación sean más necesarias que nunca.

Y la combinación de tecnologías punteras, innovación y el principio de circularidad aplicado a las estaciones depuradoras de aguas residuales las convierte en auténticas “minas urbanas de las que como en el caso del ibérico se aprovechan hasta los andares”.

El primer y principal recurso que nos proporcionan estas biofactorías es el agua regenerada que producen, que permite dar nuevos ciclos de uso a ese recurso hídrico convirtiéndolo en una fuente alternativa estratégica en un contexto de cambio climático donde el agua cada vez será más escasa.

Este es uno de los pilares de la política europea de reutilización de aguas regeneradas que pretende multiplicar por seis la cantidad disponible para riego agrícola en los próximos años.

Un paso previo a la reutilización de estas aguas, más seguras y sanas que las captadas en el medio natural, a otros usos industriales o de ocio o, como ya ocurre en algunos estados norteamericanos en un ciclo infinito del agua también para uso de boca. Algo que ya es posible desde el punto de vista tecnológico y sanitario pero que la psicología occidental aún no termina de asimilar.

Todos los estudios realizados a nivel europeo apuntan a que España es el país con mayor potencial de reutilización de agua. De hecho, nuestro país es ya el que más reutiliza de toda la Unión Europea y de hecho, la Región de Murcia es un referente internacional, ya que allí se reutiliza de manera directa o indirecta más del 95% del agua tratada en sus EDAR. No obstante, la utilización para consumo humano en nuestro país todavía no se contempla en la legislación correspondiente.

Y todo esto a pesar de que, según las evidencias, no es la ciencia ni la tecnología lo que nos frena para gestionar el agua como si de la Estación Espacial Internacional se tratase, sino la percepción social del consumo de las aguas regeneradas. Además, las restricciones legales a la reutilización potable del agua en España y en la Unión Europea probablemente no reflejan la realidad actual del conocimiento internacional y nacional del sector del agua.

Pero las biofactorías no sólo reciclan y regeneran el agua sino que consiguen revalorizar todo lo que hasta ahora era residuo para convertirlo en recursos renovables vía energía, combustible y fertilizantes para una agricultura sostenible.

Recuperar nitrógeno y fósforo de las aguas residuales es otra de las virtudes de las nuevas biofactorías que permite reducir la eutrofización del medio acuático, a la vez que beneficia al sector agrícola con un menor coste asociado a la producción de fertilizantes.

El Centro Tecnológico del Agua, Cetaqua, coordinó el proyecto Europeo LIFE NECOVERY, que busca convertir las depuradoras de aguas residuales en centros de generación de recursos energéticos y nutrientes.

En esta misma línea el proyecto LIFE ENRICH tratará en los próximos meses de demostrar científicamente, mediante una planta piloto instalada en la EDAR de Murcia Este, que la recuperación de nitrógeno y fósforo a partir del agua residual para su uso como fertilizantes es técnica, económica y ambientalmente viable.

De hecho, mucho más allá de comprobar la eficiencia en la recuperación de fósforo (los datos existentes demuestran que es posible recuperar hasta 45% de fósforo vía estruvita), se pretende demostrar su valor agronómico en campos de cultivo reales, además de implementar un modelo de negocio que ayude a concretar esta puerta a la economía circular.

¿Qué es la estruvita?

Cristales de estruvita. | Wikimedia Commons

Al principio, la estruvita era un problema para las depuradoras. Este mineral, que contiene elevadas concentraciones de fósforo y nitrógeno, cristalizaba de forma espontánea al eliminar estos elementos químicos de las aguas residuales y causaba obstrucciones al acumularse en las tuberías o los depósitos, lo que podía llegar a inutilizar parte de las instalaciones y provocaba importantes gastos de mantenimiento.

La solución fue indudablemente innovadora: dirigir el proceso de cristalización para obtener la estruvita de manera controlada, de tal manera que lo que antes era un engorroso coste ahora es un recurso que se obtiene de forma industrial y sirve para fertilizar campos. Además, se disuelve lentamente, lo que hace que sea un componente muy interesante para aquellos cultivos o zonas forestales que se abonan cada ciertos años, disminuye el riesgo de contaminación de acuíferos y aumenta el grado de aprovechamiento por parte del vegetal.

Por otro lado, apenas contiene metales pesados, por lo que la contaminación de acuíferos es mucho menor. Eso sin tener en cuenta sus enormes ventajas económicas, ya que la producción de este mineral reduce los costes de mantenimiento de las EDAR, al ser más barato que los métodos convencionales de eliminación de fósforo, y reduce la producción de fangos y sus costes derivados.

Eso sí, por el momento en algunos países como España aún no está aceptada legalmente la aplicación de este “oro amarillento” extraída de las EDAR a nivel agrícola, a pesar de que la tecnología necesaria existe, como en el caso de Phosphogreen del grupo Suez, del que ya existen referentes industriales en Dinamarca.

Otros ejemplos españoles de reutilización lo encontramos en el proyecto Guardian  una novedosa iniciativa que mejorará la preparación y resiliencia a los incendios del Parque Natural del Túria y la zona boscosa de La Vallesa, a través de la reutilización de las aguas regeneradas procedentes de la depuradora Camp de Túria II, al mismo tiempo que tendrá un uso agrícola.

El proyecto ha sido reconocido en Europa y de hecho de los 5,5 millones de euros de presupuesto con que cuenta, la Unión Europea aporta cerca del 80% por la complejidad y magnitud de las actuaciones. Éstas protegerán del riesgo de incendios a los cerca de 3.300 vecinos de las urbanizaciones de Els Pous, Valencia la Vella y Masía de Traver.

El proyecto es un ejemplo de colaboración pública-privada y en él participan los ayuntamientos de Paterna y Riba Roja de Turia, Hidraqua, la Consultora Medi XXI, la Universidad Politécnica y Universidad de Valencia, Cetaqua, el Centro Tecnológico del Agua de Suez Spain y el Parque Natural del Túria.

Gran Santiago, paradigma del saneamiento circular

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