La decadencia del paseo del Pendón
Las festividades desde el pasado mesoamericano hasta el día de hoy han estado presentes en la vida cotidiana de los habitantes de este territorio, no importando como estuviese la situación, siempre habría la manera de cumplir con el calendario festivo. Una de las celebraciones más importantes que tenía la Ciudad de México fue la del Paseo del Pendón, celebración que sucedía el 12 y 13 de agosto y que conmemoraba la conquista española de México-Tenochtitlan de la mano de Hernán Cortes y se llevó a cabo desde 1528 hasta la consumación de la independencia.
El simbolismo de esta festividad evocaba diferentes facetas, ya que por un lado se conmemoraba a los soldados españoles muertos durante el asalto final a la capital mexica, por otro lado era el simbolismo de la llegada del cristianismo y la civilización española que desterraba la “barbarie” indígena, así como también representaba la incorporación de la Nueva España a la corona de Castilla, pero en los últimos tiempos se empezó a convertir en una festividad que reivindicaba el naciente nacionalismo novohispano. Su celebración era estrictamente local, como lo establece el Tercer Concilio Mexicano realizado en 1585 en que se dictamina como día de asueto exclusivo para la capital.
La importancia de la festividad era tal que en ella participaban las principales figuras políticas como los miembros del ayuntamiento de la ciudad, la nobleza capitalina y el mismísimo virrey tenía una presencia importante, sin olvidarse del ejército que desfilaba tocando la banda de guerra y llevando el pendón hacia la iglesia de San Hipólito donde era honrado e iba de vuelta al Palacio Virreinal. Este ritual se llevaba a cabo en la mañana y se realizaba en ambos días, en los que además del ceremonial civil estaba acompañada de diferentes actividades lúdicas que iban desde corridas de toros, juegos de cañas, carreras de caballos, juegos de sortijas, obras teatrales conmemorativas, entre otros festejos populares.
Pese a lo que podríamos pensar de que el Paseo del Pendón se tratara de una fecha que servía para legitimar la presencia española, en las últimas décadas del siglo XVIII con el reformismo borbónico fue visto como una celebración que exaltaba el autonomismo criollo, por lo que la corona empezó a ejercer restricciones con el fin de acabar con la celebración. La primera de ellas la proclama Carlos IV en 1789 con Matías de Gálvez en la posición de virrey en que se prohíbe que los participantes del desfile fueran a caballo para que se hiciera en coches, pero esto tuvo repercusión en el reclamo de los capitalinos representado por el Ayuntamiento quienes manifestaron su desacuerdo y para acatar la orden hicieron un doble desfile a caballo y en coche, por lo que el rey tuvo que derogarla y que se hiciera como se había estado haciendo.
Pero para las autoridades peninsulares no se les olvidó que era usada como un símbolo reivindicativo del autonomismo, siendo la Real Audiencia la que insiste en abolir la celebración, iniciando un proceso de modificaciones radicales que van desde 1808 hasta 1821 en que se extingue, logrando un paso mediante la proclamación de las Cortes de Cádiz en 1812 de su cese. Como mencione, en 1808 el Paseo sufrió la primera modificación debido al ajetreado clima político que se vivía en la capital debido al apresamiento del rey Fernando VII por Napoleón en la península, esto provocan las primeras manifestaciones políticas de las elites criollas quienes exhibieron la necesidad de que la Nueva España recobrase su soberanía ante la falta del rey, por lo que la celebración fue marcada el 13 de agosto con la última proclamación de lealtad a Fernando VII como su rey, en tiempos en que las autoridades peninsulares veían con desconfianza esta clase de deseos autonomistas.
Para 1809 sucedió que las parcialidades indígenas de San Juan y Santiago solicitan participar en el desfile, presencia inédita ya que solo participaban los vencedores de la conquista y se interpreta como una manifestación de lealtad de los gobernantes indígenas hacia la figura del virrey, en la que incluso se llegó a solicitar la creación de un regimiento indígena para rescatar al rey de su cautiverio y al año siguiente solicitan que se les incorporase a la lucha contra la rebelión de Hidalgo, pero se sabe que estas acciones fueron fachada ya que posteriormente estaban involucrados en la sociedad pro independentista de los Guadalupes. Esto no fue bien recibido por el Ayuntamiento quienes manifestaron su desacuerdo en la incorporación de los indígenas al desfile ya que esto contravenía los “derechos de la ciudad”, desacuerdo que no fue escuchado y quedo ratificada la participación indígena tanto por el virrey Lizana y Beaumont como por su sucesor Javier Venegas, por lo que participaron de 1809 hasta 1811, ya que en 1812 fue abolida.
Este hecho representó la serie de cambios que se manifestaban por el reformismo que replanteaba la relación de la monarquía con los diferentes reinos, ya que mientras los miembros del ayuntamiento se amparaban en las viejas cedulas y ordenanzas reales que habían fundamentado las leyes y tradición de la ciudad que beneficiaban a las viejas familias descendientes de los conquistadores, el permitir la participación indígena iba con los ideales de la Constitución de Cádiz que establecía la igualdad entre todos los habitantes de la monarquía hispánica (con excepción de los que tenían ascendencia africana), por lo que este acto demostraba que en este nuevo orden indígenas y criollos tenían igualdad de derechos. Además, servía como manifestación política de la lealtad indígena hacia las instituciones realistas en contra de los criollos que con sus demandas amenazaban con la integridad del reino a favor de sus intereses.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura
Federico Flores Pérez
Bibliografía: María José Garrido Áspero. La fiesta de la conquista de la Ciudad de México durante la Guerra de Independencia, revista Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México no. 27, UNAM
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