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sábado, 30 de enero de 2021

El jade y la dinámica mesoamericana

 

El jade y la dinámica mesoamericana

Para Occidente es considerada una piedra semipreciosa, para el mundo mesoamericano era uno de los materiales más valiosos que solo los poderosos podían acceder. El nombre de jade viene por parte de los españoles que lo conocieron durante la conquista, proviene de la frase “piedra de ijada” ya que se le atribuían poderes curativos, principalmente para los males del hígado y los riñones, que con la deformación en la escritura quedo como jade y esa fue la palabra con que se le conoció en Europa. Existen dos tipos de piedras que se le identifican como jade en el mundo, el nefrítico que viene de Asia es un silicato de calcio y magnesio y que fue muy valioso para la civilización china y el jadeítico que es el mesoamericano y que es un silicato de sodio y cromo.

El único yacimiento de jade del que proceden las piezas encontradas corresponden a la cuenca del rio Motagua en Guatemala, pudiéndose encontrar tonalidades que van del blanco, rosa, morado, verde, azulado y negro, siendo el verde y el azulado los que fueron del interés de los pueblos mesoamericanos, esta piedra se forma por medio de procesos geológicos complejos, que corresponde con la Falla de Motagua que corresponde por la conjunción de las placas de Norteamérica, la del Caribe y Cocos.

Se sabe que desde los primeros estados formados hay presencia del jade, por lo que la región del Motagua se han encontrado evidencias de una constante actividad extractiva que fue variando con el tiempo, en la que se exportaban las piedras en bruto para que fuesen labradas en las diferentes ciudades. El jade es una piedra muy dura que para trabajarla se necesitaban de muchas horas de trabajo con herramientas de piedra y taladros que se hacían girar con cuerdas para ir devastando con agua y polvo de cuarzo, del propio jade  u obsidiana. El resultado de este trabajo iba desde pequeñas piezas finamente labradas o de mosaicos con los que se formaban las máscaras funerarias de los gobernantes mayas, que por la escases de estas indican que se trataban de productos muy exclusivos a los que pocos reyes tuvieron acceso dada la dificultad de su producción.

Las primeras referencias las tenemos con los olmecas, los cuales prefirieron usar jade de tonos azulado-oscuro que se le conoce como “azul olmeca”, de las que son usadas para producir hachas votivas, figuras y pequeñas mascaras. Con ellos es que se produce la red comercial que proveería de jade al resto de Mesoamérica, siempre asociados a los lugares que tuvieron influencia olmeca, localizándose las primeras referencias de su uso en la ciudad de La Venta en Tabasco y en El Manatí en Veracruz.

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Durante el Clásico es que se da la mayor expansión de su uso, en esta etapa los señoríos mayas se involucran en la industria extractiva siendo la ciudad de Cancuén donde se han encontrado grandes talleres encargados para su sustracción. Pero los que tuvieron que ver en su proliferación de su uso fueron los teotihuacanos, los cuales sabemos que tuvieron una presencia importante tanto en los Altos de Guatemala, o incluso formar parte de las clases gobernantes de ciudades importantes de la talla de Tikal. Es durante esa etapa que se populariza el jade verde que se caracteriza por su escases en comparación de otros tonos, lo que le daba un mayor valor económico del cual solo podían acceder los dirigentes de grandes estados.

Para el Posclásico, su uso decae como paso con la región maya, siendo más la reutilización de objetos del pasado que la producción de nuevas piezas, abundando más el saqueo a los viejos templos. Su simbolismo tenía que ver con las ideas entorno a la fertilidad de la vegetación y el maíz, por lo que eso lo hacía un producto exclusivo de la nobleza que tenía el papel simbólico de proveer a su pueblo de alimento. Ya con la Colonia su producción cesa por el nulo interés de los españoles, teniendo un repunte para el siglo XX con la revalorización de la piedra, pero ya no con el antiguo valor simbólico que se le daba en tiempos prehispánicos que la relacionaba con la dinámica de la vida.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez

Bibliografía: Laura Filloy Nadal. El jade en Mesoamérica, revista Arqueología Mexicana no. 133.

Imagen: Máscara de Pakal, Palenque, Chiapas, Clásico Tardío, Cultura Maya

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