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viernes, 29 de enero de 2021

LA PRIVATIZACIÓN DEL ESTADO

 

LA PRIVATIZACIÓN DEL ESTADO

No nos damos cuenta, pero tanto la Historia como la conducta personal funcionan con moldes. Cambia la masa, la masa social, pero las formas son diferentes porque suceden paulatinamente. Es algo de lo que el historiador Arnold J. Toynbee se dio cuenta, a partir de lo cual estableció su teoría de los ciclos históricos. Asistimos a uno nuevo, cuya aceleración hace que se produzca de inmediato, sin reflexionar al respecto.

Todo efecto de algo origina una serie transformaciones que a su vez van a ocasionar otros efectos. La cuestión es si nos dejamos llevar o si somos capaces, como individuos y como sociedad, de reflexionar sobre ellos e interferir en la construcción de la realidad, de manera que evitemos lo más posible todo tipo de sufrimientos que conllevan los ajustes al nuevo modelo social.

Asistimos a algo muy parecido (molde) al paso del feudalismo al Estado nación. Algo que supuso guerras sin cuartel, avances y retrocesos en las formas de vida. A medida que los elementos materiales de los progresos técnicos del medioevo se impusieron, (mejores medios de trasporte, armas mas sofisticadas, el desarrollo del comercio, una alimentación más saludable y técnicas de conservación de los alimentos más avanzadas), se paso del feudo (modelo feudal) al Estado. No de manera espontánea, sino en una tensión entre colectivos contrapuestos que rivalizaron por intereses y Poder.

El modelo de sociedades Estado se ha universalizado. Ha producido unos efectos que han evolucionado y son tantas las trasformaciones que más allá de un modelo político o económico es un modelo de realidad.

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Podemos hacer una traslación comparativa, para observar cómo se está conformando una nueva realidad, y cuáles podrán ser las aportaciones que eviten los dramas humanos por ser llevados mediante la inercia y, sobre todo, comprender que se conforma un nuevo Poder muy por encima de las personas. Porque los resultados de todo lo que hoy se lleva a cabo no son un destino, ni algo predeterminado, (ni siquiera previsible), sino un juego de fuerzas, muchas veces ciegas, que reaccionan al ser afectados determinados colectivos, pero sin una perspectiva que permita ver el bosque y no sólo el árbol que tenemos delante.

Observamos una confluencia de hechos en la que desembocan los diferentes modelos económicos ante dos cuestiones claves para entender lo que está sucediendo: 1) La tecnología y la globalización. Ésta sucede en relación al primer factor, el tecnológico. El cual avanza inexorablemente provocando turbulencias que se llevan a millones de personas por delante, ya sea en forma de enfermedades, guerras, crisis y hambre a la vez que sobreabundancia, diversos tipos de contaminación y demás.

El modelo político medieval se trasportó, sin reparar en ello, al modelo capitalista inicial de la sociedad del comercio. Hay diversas revoluciones sangrientas que permitieron logros como la democracia parlamentaria, la división de poderes y el establecimiento de los derechos sociales. Todo lo cual se empieza a desmoronar viéndolo atónitos a través de los medios de comunicación como si de una película se tratara. Los hechos históricos se convierten en noticia, de la misma manera que en el modelo anterior se interpretaron muchos acontecimientos como milagros. Para el mundo medieval el fenómeno religioso fue la dimensión en la cual se conformó su nueva realidad, cuyo legado nos llega en forma de arte: catedrales, castillos, cuadros, las urbes que se engrandecieron posteriormente y el Estado, que se democratiza en muchas naciones, al menos en el aspecto formal.

El papel de la religión como cauce dominante se trasfiere desde el s. XIX a la economía. Hoy ésta lo domina todo. Y todo quiere decir que lo va a ocupar absolutamente todo. Ya de manera irremediable, lo cual llevará a episodios de violencia impredecibles y masivos. Pero sobre todo de crisis ( palabra ésta que significa “cambio”) que arrastrara a la desesperación a muchas personas, como ya sucede con la cuestión de la pandemia del coronavirus Covid-19.

A parte de la gravedad del virus como patología, a parte de la histeria inducida con la que se ha reaccionado, se hubiera podido paliar sus consecuencias económicas que nos han llevado al desastre, por no aplicar medidas posibles, necesarias y urgentes. Cada sector (sanitario, turístico, autónomos, músicos, comercios, hostelería, etc.) reclama derechos y mejoras para su situación coorporativa y no se atiende desde ninguno de ellos la situación global, la de todas y cada una de las personas, incluidas las de terceros países que se ven abocados a una miseria extrema y muchos de sus habitantes se ven obligados a escapar de ella, viendo cerradas las fronteras de los países adonde llegan.

La medida a la que me refiero es la Renta Básica que fue y que es posible, que es necesaria y ahora es urgente de aplicar. Una medida que llevará a invertir en progreso y desarrollo sobre la base del empleo en los países empobrecidos y sin medios, que se han convertido en sucursales de grandes empresas que los colonizan ante unos estados que ya no cumplen su función, dejando a sus habitantes al albur de la miseria. ¿Se puede hablar de fronteras en una realidad global? Es una mera cuestión administrativa que sin generar otra realidad no tiene solución, por más paripé y pantomima que hagan los políticos.

Durante el desarrollo de la nueva sociedad que surge del feudalismo, basada en el comercio y los estados nación, los dueños de los bancos se convierten en los nuevos señores y en los amos de la economía, con su corte formada por los dueños del dinero (tierras y propiedades) que dan el vasallaje (créditos) a sus nuevos clientes (siervos) subordinados al señor feudal a través de préstamos, hipotecas, burocracia, etc. La informática y la robotización del modelo productivo provoca un ajuste de esta realidad que necesita una reorganización. Entre otras el modelo fiscal, que o bien se replantea para aplicar la Renta Básica (José Miguel Alcalde, 2017) o se adecuá para beneficiar a las grandes empresas. Las variables intermedias ya no van a servir, sino como propaganda vacua de una política errática en beneficio de las grandes empresas.

Progresivamente se ha ido instalando la nueva realidad, con protestas y críticas sociales que se han diluido, al establecerse sin comprender el conjunto de lo que está sucediendo y sin que veamos sus consecuencias a efectos prácticos. Con la situación de la pandemia se da el salto definitivo. No porque se haya provocado para ello, sino que se aprovecha para tal finalidad. Los amos de los grandes capitales saben lo que quieren: Poder. Y se enfrentan entre ellos, llegando a pactos, pero la sociedad no, se enfrenta por su pedazo de pan, pero se conforma con éste. La política se ha convertido en un mercadeo de votos y de imagen, sin una visión global, sin ideas, sin sentido de Estado porque ya no lo hay. Porque lo han comprado los dueños del dinero. Tanto la izquierda como la derecha naufragan, cada parte a su manera. Y resurgen los nacionalismos como estrategia de capitales intermedios que buscan su hueco en el nuevo mundo que se está fraguando, sin nada que ver con la creación de un Estado menor aunque se utilice este vocablo. Hoy únicamente será posible un estado continental para reagrupar a la ciudadanía. Un idioma común: el esperanto y el vernáculo de cada lugar y los que se quieran aprender. Es curioso que quedando Inglaterra fuera de la organización europea, sea su idioma el más universal con el que se comunica la mayor parte de ciudadanos de las naciones europeas. Pero ya no se plantean modelos de sociedad en la política, ni modelos económicos, sino eslóganes vacíos, en todo el espectro político, que raya lo absurdo. Proclamas sueltas sin pies ni cabeza (empleo garantizado) o se asientan, como vemos impávidos, la represión de la Ley Mordaza, la reforma laboral, sin cambios sustanciales en la reforma educativa (permanece el modelo de emprendedores, por ejemplo), la estafa del Ingreso Mínimo que empeora la situación de los más pobres, etc.

Se ha desarmado al Estado de cada nación, con el otro mecanismo fundamental para conseguir establecer de manera definitiva el Poder Económica. 2) Las privatizaciones, tanto de las empresas energéticas, las de la gestión del agua, y demás y en todos los niveles de la administración: jardines, asistencia social, gestión de la basura, la recaudación de multas, la limpieza, el trasporte. Únicamente queda el proceso final que es la privatización del Estado, al cual se ha endeudado para poner en manos de los acreedores, porque ¿quién financia la deuda? Los mercados financieros, los cuales se han adueñado de la sociedad a la que tienen bajo su dominio.

Como sucedió hace ya unos cinco siglos atrás, con la conformación de los estados nacionales, para funcionar el nuevo Poder según su criterio y beneficio, lo quiere todo, necesita que no haya, o lo menos posible, absolutamente nada que funcione fuera de su control. Un ejemplo son los pequeños comercios, que empiezan a desaparecer a raíz de la pandemia, dando lugar al establecimiento de muchas franquicias, en bares y tiendas, de manera que los grandes capitales extiendes sus inversiones e incrementan sus beneficios y propiedades. Veamos el auge de los hosteles, al comprar desde los fondos de inversión edificios enteros para dedicarlos al alojamiento turístico y desplazando a los hoteles, quedando únicamente los franquiciados. El mismo tiempo disminuye la fiscalidad para el Estado pues cada sede fiscal está en algún otro lugar diferente adonde invierte. A los estados los van sustituyendo paulatinamente.

Ya no es el Estado puede crear puestos de trabajo, sino a través de las empresas, a cambio de mantener sus beneficios dando lugar a la segunda columna del proceso privatizador del Estado: El Pluscapital: El dinero público se pone a disposición de los grandes negocios empresariales. Es decir las obras públicas, pagadas con dinero público, no se hacen mediante empresas públicas, sino privadas y una gran parte de ese dinero va a bolsillos privados directamente en forma de beneficios. Lo cual va a hacer que se incremente l su cotización en la Bolsa de Valores. Una vez que la economía financiera está muy por encima de la productiva. Ya no hace falta invertir el capital como razón para obtener la ganancia, ya no funciona la plusvalía como elemento de apropiarse de la fuerza de trabajo del obrero, sino que simplemente se recauda a la ciudadanía para pagar el “diezmo” y se rebaja a las grandes empresas, adenda de mejoras fiscales, regalo de terrenos, y ayudas para el empleo. Que se limitan a dar la limosna con actos benéficos con mucha pompa mediática o colaborar con el Banco de Alimentos y otras caridades hipócritamente. Es un auténtico saqueo y destrucción del Estado.

De esta manera el Estado y los grandes capitales ya no se relacionan entre ellos, sobre la base del interés para que los estados hicieran sus políticas. tal equilibrio se ha roto. El Estado se ha convertido en una herramienta de los capitales financieros. Éstos ejercen su poderío a través de los medios de comunicación, montan y desmontan partidos políticos que financian vía trasmisión de sus imágenes, líderes y los manejan a su antojo. Vemos como el mismo capital, por ejemplo financia una cadena y la que aparentemente ser su contraria, para controlar todo el espectro político, sin que haya alternativa posible. Las corporaciones financieras dominan el tablero jugando con las fichas de un lado y otro. Pero no cómo un entramado oculto o conspirativo, sino como nueva técnica del Poder, que es posible por los avances tecnológicos. De la sociedad administrada-Estado (Marcuse, 1966) pasamos a la sociedad comprada-Tecnoeconomía (Pinto, 2020)

El problema trasciende al modelo capitalista, pues los modelos comunistas han desembocado en la estructuras tecnológicas y funcionan de igual manera. Es algo nuevo que hay que analizar y reaccionar a sus consecuencias. Los fascismos del s. XIX hasta la II Guerra Mundial pretendieron hacer del Estado un absoluto. Los estados comunistas y fascistas arremetieron contra los grandes capitales (ambos antiliberales.) Partidos residuales que mantienen el concepto de Estado absoluto, llamados de extrema derecha, son el contrapunto que utilizan las fuerzas del capital para, mediante una pantomima, legitimar su proyecto de dominio económico sobre la sociedad.

Tras la II Guerra Mundial se crearon instituciones internacionales, tanto de carácter político como económico y militar: CEE, ONU, OMS, OTAN, UNESCO, BM, FMIy muchas más. Y comenzó un modelo de expansión económica variando entre los modelos keynesiano y el liberal / monetarista, que se han ido fusionando en lo que se conoce como neoliberalismo, con el cual se produce el asalto final al Estado. Se contrapone el totalitarismo clásico al nuevo. El modelo de implantación de manera sibilina y suave se puede ver claramente en los Pactos de la Moncloa, en su parte económica. En estos se observa la combinación de ambos modelos, que desarrolló lo que se llamó la economía del bienestar, con grandes desigualdades, pero consentidas, más o menos, hasta la fusión de los modelos liberales y socialdemócratas en los años 90, cuando se aceleran las privatizaciones por parte de los partidos de un lado y del otro alternándose en esta tarea.

Asistimos al fin del Estado como organización política. La democracia queda vacía de contenido, y sólo será posible recuperar su sentido llevando el modelo democrático a la economía, no como una cuestión ideológica, o meramente funcional para elegir al presidente de una corporación por los accionistas, sino como medida económica fundamental y necesaria para que pueda funcionar con cierta coherencia el modelo que se ha establecido y que será fuente de nuevas luchas. Se hace imprescindible el establecimiento de la Renta Básica, pero no cómo una utopía, ni a modo de una panacea, sino como el mecanismo por antonomasia de adaptación a la nueva realidad definida por las nuevas tecnologías (elemento material que define el mundo actual.) Tales hacen obsoleto el modelo tradicional del empleo (que únicamente lleva a endeudar más al Estado y beneficiar a los accionistas de los capitales financieros.) Por un lado la corrupción que esto conlleva, por otro el modelo corrupto desde el punto de vista social en sí mismo. La Renta Básica hará más soportable el modelo que se instala en el presente y dará una herramienta para exigir nuevos y más derechos económicos. Es la herencia que podrán dejar los estados que se difuminan y desaparecen, comprados al por mayor.

(Ediciones de los años 1998; 2003 y 2018)
(artemis@artemisleon.com)

Los emporios empresariales disponen de sus propios y particulares servicios de inteligencia, como se ha visto en la punta del iceberg de los funcionarios al servicio de determinados bancos y empresas (incluidos partidos políticos) en los casos que se investigan judicialmente. Tienen sus servios privados de seguridad. Se ha pretendido, y se acabará imponiendo, que la vigilancia en las cárceles sea llevada a cabo por empresas privadas. En el trasporte colectivo (público ya poco) ya se hace. También en los hospitales. Mientras la gente está desarmada. El pueblo queda atónito a merced de las circunstancias, en donde la reacción a la pandemia ha aumentado la pobreza, ha llevado a la ruina al pequeño comercio, y es sólo el principio. O reaccionamos en su conjunto o el pueblo será la nueva servidumbre.

Hace falta un criterio global y medidas concretas, pues los discursos ideológicos sirvieron en la lucha política, hoy nos enfrentamos a un modelo económico cuyo único contrapeso como inicio de la lucha es la Renta Básica. Es nuestro dinero, el de todos, el que queda (de momento) y o lo ponemos a disposición de las personas o todo lo demás hará que volvamos a la tiranía feudal en la sociedad tecnológica, con violencia entre los colectivos más humildes, enfrentados por territorios mentales y “nacionales” que organizan los medios de comunicación.

La Renta Básica es la única manera de perpetuar en la siguiente fase a la que estamos abocados, los elementos esenciales que forman parte de la estructura de la Renta Básica: Garantizar la sanidad, educación y asistencia social como servicios públicos, sin los cuales se impondrá una explotación colectiva a gran escala. Por lo tanto, de la misma manera que en la sociedad industrial quedó la remesa de títulos nobiliarios, entre otros monarquías residuales (parlamentarias) y la distribución de la propiedad de la tierra, en otro sentido será necesario trasladar las conquistas sociales al nuevo mundo de ejecutivos fanatizados en la eficiencia de los beneficios, a modo de resortes de una nueva estructura en la que se organice la sociedad con sus nuevas funciones, siendo el Estado un regulador necesario. De otra manera quedará como una figura decorativa en el museo de la Historia.

Estamos a tiempo, pero queda poco. Dicho queda.

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