Fuentes históricas comprueban la existencia de los filósofos del Imperio azteca.
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Del mundo azteca conocemos mucho gracias a las crónicas españolas y a los vestigios mexicas que se han hallado alrededor de la antigua Tenochtitlan. Se sabe acerca de su sistema político, de la estructura social e inclusive de las ideologías y religiones que profesaban.
Se ha hablado de los poetas aztecas que destacan de la época precolombina, pero en cuanto a filosofía se refiere, poco se conoce sobre los hombres que dotados de sabiduría se encargaban de instruir al pueblo y guiarlos hacia el mejor camino. No deben confundirse con los sacerdotes, pues eran hombres cuya doctrina no tenía mucho que ver con religión.
El término para estas personas era "tlamatinimes", que en náhuatl quiere decir "los que saben algo" o "los que saben cosas". En algunas de las crónicas y textos españoles, traducen esta expresión como "filósofos".
Una de las pruebas más contundentes que existe sobre la existencia de estos hombres es el Códice Matritense de la Real Academia de Historia, en el cual el fray Bernardino de Sahagún se refiere a los tlamatinimes como sabios o filósofos, por la semejanza que encontraba a los eruditos clásicos del primer mundo.
Cuenta que existían varios tipos de tlamatinimes, cada uno con una función especial que lo hacía posicionarse como alguien de relevancia en la jerarquía azteca. Los tlamatinis eran como los maestros, ellos eran los responsables de guiar al pueblo hacia la verdad. También estaban los teixcuitiani, una especia de psicólogo, ya que destacaba por ser el oyente de las frustraciones de los aztecas.
El mictlanmatini era el experto en la región de los muertos y el netlacanecoviani el que buscaba humanizar a la gente utilizando la enseñanza como cura.
El fray narra que había otros hombres que se hacía pasar por filósofos, los cualli tlamatini, que quiere decir "los sabios no buenos". Explica el español: "el falso sabio, como médico ignorante, dice que sabe acerca de dios. Tiene sus tradiciones, las guarda? suya es la vanidad. Dificulta las cosas? amante de la obscuridad y el rincón. Ladrón público, toma las cosas. Hechicero que hace volver el rostro, extravía a la gente, hace perder a los otros el rostro. Encubre las cosas, las hace difíciles? hace perecer a la gente, misteriosamente acaba con todo".
En cambio, de los tlamatinimes dice en su Historia General de la Nueva España: "eran perfectos filósofos y astrólogos. El sabio es como lumbre o hacha grande, y espejo luciente? entendido y leído? es como camino y guía para los otros. El buen sabio, como buen médico, remedia bien las cosas y da buenos consejos y buena doctrina, con que guía y alumbra a los demás? a todos favorece y ayuda con su saber".
Los tlamatinimes eran hombres importantes en la sociedad azteca, en su búsqueda por encontrar la esencia de las cosas, se cuestionaron sobre la verdad de los hombres. Bajo esta premisa, pretendieron con su doctrina encontrar el sentido de su existencia en un mundo bélico y politeísta. Algunos de los tlamatinimes destacados fueron Nezahualcóyotl, poeta y señor de Texcoco, que se preocupaba por los problemas relacionados con el tiempo y la divinidad. Tlacaelel, consejero de los gobernantes y forjador de una nueva visión del mundo. También Ayocuan Cuetzpalizin, quien encontró en el arte la realización y la manera de olvidar lo efímero de la vida.
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