Alah dice en el Corán :

 Alah dice en el Corán :

29. Muhammad es el Enviado de Dios. En cuanto a los que están con él, son severos ante los incrédulos (que luchaban contra ellos) pero afectuosos entre sí. No se hartan de inclinarse y posternarse ante Dios ni de implorar Su gracia y Su complacencia. Sus rostros exteriorizan su fe por tantas oraciones. Su idiosincrasia (colectiva) ha sido descrita en el Pentateuco y el Evangelio. Son como una planta de cuyas yemas surgen y crecen muchas ramas y, poco a poco, se consolida, se rebustece y se endereza sobre su tallo maravillando al sembrador. (De manera parecida ha querido Dios que crezca la comunidad musulmana) ante los ojos de los incrédulos para causarles profunda irritación. Con todo, a los creyentes que practican actividades meritorias Dios les promete indulgencia y un magnífico premio.

Capítulo 49 Vers 29.

Este capítulo fue revelado en el contexto del viaje que emprendió el Profeta con su familia y seguidores fieles hacia Meca para pregrinar, sin intención de luchar contra sus enemigos los Quraishis, quienes todavía existía enemistad. Fue en marzo del año 672, cuando el Profeta reunió a los seguidores más fieles para esta misión "en paz" y se concretó el Pacto de Hudhaybiya después de la negociación de paz, en donde el Profeta envió a Uthman Ibn Affan a solicitar a Quaraish no intervenir el camino de los musulmanes en Meca,y ellos accedieron. Los musulmanes no llevaban armas ni equipo de combate, por lo cual ese viaje era un eminente riesgo y no ser por la tregua, ya los hubieran anequilado.

En el verso arriba, Dios testifica de forma permanente, que no hay que preocuparse por el curso que toma la revelación de Dios, incluso en situaciones críticas. Dios elogia a los seguidores del Profeta quienes lo siguieron en esa expedición, quienes no se dejaron intimidar ni manipular. Los creyentes fieles combatían sin pausa, si fuera necesario, y se armaban de paciencia y valor, dentro de un bien colectivo, mientras se mostraban y se mantenían indulgentes frente a sus hermanos de fe, más en especial frente a los más débiles. El hecho de tener un mismo objetivo genera una unidad armoniosa entre ellos (un objetivo no mundano). Llevaban en aquel entonces y hoy día en sus rostros las huellas de su seriedad y de humildad, es decir, las actitudes que penetran toda su naturaleza interior, pues el rostro exterioriza lo que él hombre lleva en su interior. Rostros suaves, amistosos, indulgentes que ayudan, infunden confianza en Dios y poseen una paz interior, y lo cual no significa en lo absoluto convertir su religión en una moneda de cambio ni un tema de negociación, porque de ser necesario, se muestran valientes y severos antes una fuerza contraria que busca detener el camino de Dios imponiendo la corrupción. Este equilibrio caracterizaba su actitud, que en gran medida, favoreció la tregua de Al Hudhaybiya en donde Dios puso a prueba a los seguidores fieles del Profeta.