prólogo de Vasconcelos al libro Derrota mundial
José Vasconcelos prologaba la edición del libro de Salvador Borrego Derrota Mundial, en su edición de 1955
enlace al libro de Salvador Borrego http://www.megaupload.com/?d=AXXICIUX
Aquí tenemos lo que planteaba el filósofo mexicano en su prólogo
Prólogo a la Segunda Edición
La obra de Salvador Borrego E., que hoy alcanza su segunda edición, es una de
las más importantes que se hayan publicado en América. Causa satisfacción que un
mexicano de la nueva genera-ción, haya sido capaz de juzgar con tanto acierto los
sucesos que conocemos bajo el nombre de la Segunda Guerra Mundial.
Colocados nosotros del lado de los enemigos del poderío alemán, es natural que
todas nuestras ideas se encuentren teñidas con el color de la propaganda aliada. Las
guerras modernas se desa-rrollan tanto en el frente de combate como en las páginas
de la imprenta. La propaganda es una arma poderosa, a veces decisiva para engañar
la opinión mundial. Ya desde la primera guerra euro-pea, se vio la audacia para
mentir, que pusieron en práctica agencias y diarios que disfrutaban de reputación
aparentemente intacha-ble. La mentira, sin embargo, logró su objeto. Poblaciones
enteras de naciones que debieron ser neutrales, se vieron arrastradas a participar en
el conflicto, movidas por sentimientos fundados en informaciones que después se
supo, habían sido deliberadamente fabricadas por el bando que controlaba las
comunicaciones mun-diales.
Y menos mal que necesidades geográficas o políticas nos ha-yan llevado a
participar en conflictos que son ajenos a nuestro destino histórico; lo peor es que nos
dejemos convencer por el engaño. Enhorabuena que hayamos tenido que afiliarnos
con el bando que estaba más cerca de nosotros; lo malo es que haya sido tan
numerosa, entre nosotros, la casta de los entusiastas de la mentira. Desventurado es
el espectáculo que todavía siguen dando algunos «intelectuales» nuestros, cuando
hablan de la defensa de la democracia, al mismo tiempo que no pueden borrar de sus
frentes la marca infamante de haber servido dictaduras vernáculas que hacen gala de
burlar sistemáticamente el sufragio. Olvidemos a estos seudo-revolucionarios, que no
son otra cosa que logreros de una Revolución que han contribuido a deshonrar, y
procuremos despejar el ánimo de aquellos que de buena fe se mantienen engañados.
«Durante seis años, dice Borrego, el mundo creyó luchar por la bandera de
libertad y democracia que los países aliados enarbolaron a nombre de Polonia.
Pero al consumarse la victoria, países enteros, incluyendo Polonia misma,
perdieron su soberanía bajo el conjuro inexplicable de una victoria cuyo
desastre muy pocos alcanzaron a prever».
La primera edición del libro de Borrego se publicó hace dos años escasos y en
tan corto tiempo, el curso de los sucesos ha confirmado sus predicciones, ha
multiplicado los males que tan valien-temente descubriera.
Ya no es sólo Polonia; media docena de naciones europeas que fueron otros
tantos florones de la cultura cristiana occidental, se encuentran aplastadas por la bota
soviética, se hallan en estado de «desintegración definitiva».
Y el monstruo anticristiano sigue avanzando. Detrás de la sonrisa de Mendes-
France, siempre victorioso, dicen sus secuaces; detrás de esa enigmática sonrisa, seis
millones de católicos del Vietnam, fruto precioso de un siglo de labor misionera
francesa, han caído dentro de la órbita de esclavitud y de tortura que los marxistas
dedican a las poblaciones cristianas.
E1 caso contemporáneo tiene antecedentes en las invasiones asiáticas de un
Gengis-Kan, que esclavizaba naciones; tiene antecedentes en las conquistas de
Solimán, que degollaba cristianos den-tro de los templos mismos que habían
BORREGO : Derrota mundial
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levantado para su fe. El conflicto de la hora es otro de los momentos angustiosos y
cruciales de la lucha perenne que tiene que librar el cristianismo para subsistir.
En el libro de Borrego, penetrante y analítico, al mismo tiempo que iluminado y
profético, se revelan los pormenores de la conjura tremenda.
La difusión del libro de Borrego es del más alto interés patriótico en todos los
pueblos de habla española. Herederos, nosotros, de la epopeya de la Reconquista que
salvó el cristianismo de la in-vasión de los moros, y de la Contra-Reforma encabezada
por Felipe II, que salvó el catolicismo de la peligrosa conjuración de luteranos y
calvinistas, nadie está más obligado que nosotros a desenmascarar a los hipócritas y a
contener el avance de los perversos. La lucha ha de costamos penalidades sin cuento.
Ningún pueblo puede escapar en el día, a las exigencias de la historia, que son de
acción y de sacrificio.
La comodidad es anhelo de siempre, jamás realizado. La lucha entre los
hombres ha de seguir indefinida y periódicamente impla-cable, hasta en tanto se
acerque el fin de los tiempos, según advierte la profecía.
José Vasconcelos
Febrero de 1955
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