Cuando las mujeres mayas abren su corazón
Bernardo Caamal Itzá
En este amanecer del Día Internacional de la Mujer 2021, les comparto un texto que aborda la lengua materna y su perspectiva del matriarcado, así como el papel de las mujeres en los pueblos mayas.
En el Mayab, Xchel fue venerada como la diosa de la luna; ella representó la fertilidad y está ligada con la tierra, pues los ciclos del satélite terrestre rigen los tiempos de siembra y cosecha. Se le festejaba en el mes zip del calendario maya, bajo su advocación de diosa de la medicina.
Visitamos Limones, una población ubicada a 89 kilómetros de Chetumal, ciudad capital de Quintana Roo, y que pertenece al municipio de Othón P. Blanco. Aquí vive Juana Francisca Tuyub Cach, mejor conocida como doña Panchita, quien está a punto de cumplir sus 81 años de vida.
Ella nació en Oxkutzcab, donde sus padres la prepararon para una vida relacionada con la milpa y el solar, así como en la elección de pareja. Ella se casó a los 16 años y desde hace poco más de seis décadas que llegó a Limones, luego de una grave crisis económica en la llamada Huerta del Sur:
“Desde que mi marido murió, me arrodillé y le pedí a Dios apoyo, que no me desespere y acepte sus decisiones. Tuve seis hijos, los dos mayores hablan maya y cuatro no porque en esta comunidad solo se habla el español.
“Mis hijos se casaron, cada quien busco su rumbo; tres de ellos están cerca de esta comunidad, dos hombres y una mujer. Una de mis hijas está en Chetumal, otra en Playa del Carmen.
“Crecí en el barrio La Mejorada, de Oxkutzcab. Nosotras trabajamos en la casa y mi papá salía a buscar el sustento y nos aconsejaba mucho. Mi padre y mi madre siempre nos enseñaron a trabajar; mi padre nos mantenía, nunca nos dejó sin comer.
“Fuimos dos hermanas, de niñas apoyábamos mucho a mis padres, que se dedicaban a las actividades agrícolas, fue por eso que aprendimos de todo.
“Siempre llevo presente a Oxkutzcab, ahí crecí y viví con mis padres. Ahí conocí al que fue mi marido, fue un buen hombre; nos casamos cuando yo tenía 16 años y él 21, nunca me maltrató.
“Cuando escaseó el trabajo en el pueblo hace más de 60 años, él decidió venir a trabajar por estos rumbos. Le gustó este lugar, le pareció un buen lugar para vivir, con suelo muy fértil da buenas cosechas.
“Él era un hombre muy trabajador, sembró de todo. No sentíamos como en Oxkutzcab con la única diferencia que aquí teníamos abundantes cosechas: los tomates se vendían muy bien en Felipe Carrillo Puerto o en Chetumal.
“Cuando llegamos a Limones, aquí vivían diez personas y solo nosotros hablamos maya. Los demás vecinos eran oriundos de Sabanita, pero como no nos entendían fue así que nos acostumbramos a hablar español.
“Los primeros vecinos de Limones no hablaban la lengua maya, pero con el tiempo llegaron personas de Peto, Tzucacab y de otros lugares donde se habla la maya, y ahora, pues muchos que viven aquí ya nos entienden y hablan la maya.
A raíz de la muerte de su marido, uno de sus hijos, aunque tiene familia e hijos, decidió regresar a la casa materna, para acompañarla.
“Sé que él tiene responsabilidades con su familia, pero no quiere dejarme sola. Estoy contenta, porque Dios me regaló unos hijos ejemplares.
“Mi mamá siempre nos enseñó que cuando tengamos hijos debemos enseñarlos a vivir, que sean responsables en su vida, al final será el mayor tesoro que puedas darle a quienes amas.
“Hoy le doy razón a mi madre y a mi padre, ellos nos enseñaron a vivir, y gracias a Dios, conocí a un buen hombre, que me amó hasta sus últimos días. No estoy sola: tengo a Dios y mis hijos me quieren.”
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