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sábado, 20 de marzo de 2021

EPIDEMIAS Y HAMBRUNAS EN EL MÉXICO PREHISPÁNICO

 EPIDEMIAS Y HAMBRUNAS EN EL MÉXICO PREHISPÁNICO

Aunque predomina la tendencia a ponderar la buena salud existente antes de la llegada de los conquistadores y contrastarla con los diversos y graves padecimientos causantes de las severas epidemias en el siglo XVI que asolaron a México y produjeron la muerte a nueve de cada diez indígenas, se registraron numerosas epidemias en el altiplano mexicano antes del siglo XVI y siempre aparecieron relacionadas con problemas sociales de gran trascendencia. Los cronistas mencionan la aparición de varios fenómenos fuera del orden natural hacia 1446, cuando sobrevino la gran inundación que motivó la construcción de un dique que separara las aguas saladas y dulces de la laguna. Chimalpahin reporta una plaga de langostas y Veytia señala que desde 1448 surgieron problemas por la falta de lluvias y la escasez de cosechas. De 1450 a 1454 la sequía y las heladas extemporáneas llevaron a los pueblos de Anáhuac a una crisis catastrófica de hambre y enfermedad.
En el año 10-conejo (1450) ocurrieron cambios climatológicos violentos condicionando una helada extemporánea que propició que aumentaran el hambre, la contaminación de las aguas por la muerte de animales acuáticos y la aparición de enfermedades. Otra serie de heladas causó pérdida de las cosechas y escasez de semillas para la siembra. El hambre se dejó sentir más en las pequeñas ciudades del área de influencia de Tenochtitlan y Texcoco, aunque esta última padeció más a causa de las epidemias, ya que el hambre y la enfermedad hicieron que pereciera la mayor parte de sus habitantes. Los gobernantes tomaron medidas para combatir el hambre y sus consecuencias. En las cabeceras de la Triple Alianza: México-Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan, los señores Moctezuma Ilhuicamina, Netzahualcóyotl y Totoquihuatzin dejaron de levantar tributos durante los seis años que duró la calamidad. Además abrieron sus trojes y graneros donde guardaban el tributo que habían recaudado en los años anteriores y repartieron maíz y frijol entre los pobres de su reino.(1,2)
En Ce-Tóchtli (1453), uno conejo, hubo una hambruna que diezmó a la gente. El Códice Chimalpopoca registra esta calamidad en el año “1. Tochtli. En este año todo se aconejó”...es decir, se apropió de todos los males de un signo astrológico desventurado como sería uno-conejo, o “se fue con los totonacas. Entonces estaba la guerra de los chalcas en todas las cercas del monte (quauhtenampan); y por esto cesó, ya no se hacía la guerra. Hubo hambre tres años; ya no se daban los mantenimientos”. (3)
Los habitantes de estas zonas comenzaron a migrar hacia tierras calientes, en donde no se habían dejado sentir las inclemencias del tiempo. Los habitantes del altiplano vendían su libertad a cambio de un puñado de comida, otros cambiaban a sus hijos por maíz y eran comprados por los totonacas, quienes los llevaban al centro de México. Torquemada lo describió señalando
...de aquí resultó una grandísima hambre, y tanto, que llegaron estos Pobres Mexicanos a comer Raíces, de Tulin y otras Raíces de yervas silvestres, por no tener cosa que comer; y llegó a tanto la penuria, que se vendían los unos a los otros, por precio de Maíz: y viendo el Rei y su Consejo, que esto pasaba, y que era fuerza pasara así, porque de todo punto no perecieran los Mexicanos, dieron permiso, de que ya que se hubieren de vender por esclavos, fuese el valor y precio de una doncella, cuatrocientas mazorcas de maíz, que desgranadas hacen una hanega, o poco menos, y el de un Mancebo, o Mozo, fuesen 500 mazorcas. (4)
Fue necesario además, cuando menos en Tenochtitlan, dar permiso a los habitantes de emigrar a otros lugares donde pudieran obtener con qué mantenerse. Al año de estar repartiendo alimentos a los pobres, las reservas de Moctezuma se empezaron a agotar al acercarse el mes octavo de su calendario, hasta que finalmente se acabaron. El éxodo fue inmenso y a la multitud comprada se agregó la muchedumbre de los que por propia voluntad emigraban. Los caminos quedaron sembrados de huesos de aquellos que no pudieron llegar a su destino y fueron detenidos por la inanición y por la “plaga del cielo” que se desató. Desde el inicio de las calamidades, Alva Ixtlilxóchitl (5) expresa que por las nevadas de 1450 la temperatura enfrió de tal manera que se presentó un “catarro pestilencial”, a consecuencia del cual murió mucha gente, en especial de edad avanzada. Puede suponerse que el padecimiento en cuestión afectaba las vías respiratorias y pudiera tratarse de algún tipo de influenza que periódicamente se manifiesta con un carácter epidémico, de alta mortalidad. Esto puede atribuirse a que a las catástrofes en que los alimentos más esenciales escasean, y con mayor razón cuando faltan por cinco años completos, se suman diversos tipos de padecimientos infectocontagiosos que proliferan, a la par que el aparato inmunológico de la población afectada se deprime con la imposibilidad de obtener proteínas.
Muchas fuentes mencionan el consumo de cosas contrarias a la salud como causa de la mortandad y en el Códice Chimalpopoca se consigna que “En el año 3 técpatl, en este año se dieron los bledos, que era todo lo que se comía y por eso huvo mortandad. Fue el tercer año que huvo hambre. Están pintadas las figuras de la gente, a quien comen las auras y los coyotes”. Probablemente se agregaron problemas gastro- intestinales. Cuando en 1455 empezó a llover y hubo abundancia, los efectos del hambre desaparecieron paulatinamente, pero las epidemias siguieron cobrando víctimas todavía en 1456. (5,6)
En general, para los indígenas prehispánicos todos los males, físicos y sociales, eran considerados producto de la voluntad de los dioses, a la actitud de las divinidades hacia el hombre: una maldición, un castigo. La intervención del factor psíquico en la concepción de las enfermedades jugó un papel importante, para los pueblos indios, pues cualquier alteración del orden cósmico o del humano era considerada realizada por los dioses. Así, estos pueblos tributaban adoración especial a los astros y procuraban complacer en todo a sus dioses para evitar que las calamidades cayeran sobre ellos:
Cuentan las historias, que pocos días antes de la guerra, apareció en el cielo una gran Cometa... la cual duró hasta el fin de la batalla. Esta señal tuvieron por mal agüero; porque estos indios (también como nosotros los castellanos) conocen de ellas significar Hambres, Pestilencias, y Guerras como en esta ocasión se verificó. (7)
El fin de Tula se ha atribuido a muchas causas, entre ellas políticas, económicas, etcétera, pero también puede tomar- se en cuenta una gran pestilencia acaecida en el año 7 tochtli, a la que se hace mención en las crónicas: “de las mil partes toltecas se murieron novecientas”, de manera que esta epidemia influyó poderosamente en el abandono de Tula y en las migraciones. Hubo otra epidemia durante el gobierno del señor totonaca de Mizquihuacan, que empezó por una hambruna que duró cuatro años y vino después la pestilencia. Los muertos eran tantos que no alcanzaron a sepultarlos y el aire estaba contaminado haciendo víctima a todo el
pueblo, que casi se extinguió.
Los mexicas, al hablar de su peregrinación, también hacen mención de las epidemias, ya que por causa de ellas salieron en busca de nuevos sitios donde habitar. (8)
Chimalpahin, en su Tercera Relación, anota un caso de despoblamiento por epidemia en el año 3 pedernal (1456) en Chalco (posible difteria), y en el Códice Chimalpopoca “4 técpatl. En este año Xochtlan se despobló con pestilencia”. “5 calli. En este año Tequantépec se despobló con pestilencia, al igual que Amaxtlán”. Se consigna que las poblaciones de Xochtlán, Tecuantepec y Amaxtlan fueron asoladas por epidemias en el año 4 técpatl (1496). (6)
No se conocen las características de estas epidemias, pero posiblemente fueron tifo exantemático o bien enfermedades de las vías respiratorias, que influyeron en el despoblamiento. La región maya también fue asolada varias veces por diferentes epidemias desde la destrucción de Mayapán hasta unos cincuenta años antes de la llegada de los españoles.
Referencias bibliográficas
(1) Viesca, Carlos, “Hambruna y epidemia en Anáhuac (1450-1454) en la época de Moctezuma Ilhuicamina”, en Florescano E. y M. Elsa (eds.),
Ensayos sobre la historia de las epidemias en México , México, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982, pp. 157-165.
(2) Durán D., Fray, Códice Durán, México, Arrendadora Internacional, 1990.
(3) Dupaix, M., Antigüedades de México. Basadas en la recopilación de Lord Kingsborough , edición facsimilar, México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1964.
(4) De Torquemada, F. Juan, Primera parte de los veintiún libros rituales y monarquía indígena, con el origen y guerras, de los indios occidentales, de sus poblaciones, descubrimiento, conquista, conversión y otras cosas maravillosas de la misma tierra , segunda edición, Madrid, 1723.
(5) Viesca, Carlos, op. cit., p. 99.
(6) Códice Chimalpopoca. Anales de Cuauhtitlan y leyenda de los soles, en Primera serie preshispánica, segunda edición, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1975.
(7) De Torquemada, F. Juan, op. cit., p. 85.
(8) Hernández Rodríguez, Rosaura, “Epidemias y calamidades en el México prehispánico”, en Florescano E. y M. Elsa, op. cit., pp. 139-153.
Imagen: Moctezuma Ilhuicamina ordena el reparto de alimentos de los almacenes reales para aliviar el sufrimiento del pueblo mexica causado por una sequía que duró años. El tlatoani había ordenado que cada día se llevaran a la ciudad “veinte canoas de pan y diez de atole”. Durán, Historia de las Indias…, cap. XXX

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