El 11 de septiembre el partido de Morena aprobó la reforma al poder
judicial con el voto 86. Todos los mexicanos queremos una reforma
a ese poder, el más corrupto de todos, ¡pero fue rechazaba por la
ciudadanía! Es que los magistrados serían elegidos en una tómbola; y se
imponía a la fuerza “porque me canso ganso”, dando más poder al presi-
dente y cobijándolo con más impunidad, para seguir su forma corrupta de
gobierno. Y pues hay prioridades: las injusticias al pueblo se dan a diario
en los ministerios públicos locales, muy alejados de la Suprema Corte.
¿Cómo obtuvieron los senadores esos 86 votos? Es ocioso detallar lo
que todos vimos: sobornos, amenazas, engaños, insultos, las hipocrecías,
el cinismo, compra de senadores, traiciones entre partidos y al electorado;
violaciones a la ley... todo en nombre de la “izquierda”, de la legalidad, de
la justicia, del progresismo, de la democracia...
No había modo de ocultar todo ese aquelarre, y hasta el presidente
desnudó la farsa de toda su práctica política: “Hay que encontrar el equili-
brio entre la eficacia y los principios”, afirmó sin empacho. Y como el caso
requería de toda la eficacia, ¡mandaron a volar todos los principios! Fue
una parodia a Maquiavelo: “el fin justifica los medios”, donde fin y medios,
y ambos personajes, suelen ser por lo menos maquiavélicos.
Lo triste es que los mexicanos sólo podían observar atónitos, maniata-
dos, impotentes en un sistema vacío de democracia. Los hay quienes,
viendo, no veían, y no tienen mayor culpa; pero quienes viendo, aplauden,
es porque son iguales a los políticos que apoyan y estando en su lugar
harían exactamente lo mismo. Y no es ninguna ofensa decir que son igua-
les al presidente, pues “es un honor”, dicen. El gran corruptor convirtió a
su séquito en todo aquello que critica-
ban. Ahora tenemos un PRI recar-
gado, “reloaded”, reforzado, que su-
pera la “dictadura perfecta” descrita
por Mario Vargas Llosa.
Morena es el partido que, en aras
de la “eficacia”, alberga lo más podrido
de la política mexicana. Rampante co-
rrupción en todas las áreas de go-
bierno, robos encubiertos y solapa-
miento de ladrones, liberación de de-
lincuentes, amnistías y hasta bienve-
nida a narcos y pedófilos. Y a nadie
rinden cuentas pues todo lo que hacen
resulta de “seguridad nacional”. ¡Vaya
principios! ¡Cuánta justicia! ¡Qué pro-
gresismo! ¡La democracia!
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